Crimen & Castigo
( Relatos Orgias )


Crimen & Castigo

   Hola, lo que me paso fue terrible, todo comenzó cuando esa mañana, para caer bien en el colegio nuevo, decidí usar el auto de papa y esto sin pedírselo prestado.
   Se que estuvo mal sacarle el auto sin pedirle permiso, pero realmente quería causar una buena impresión a mis nuevos compañeros.
   El día marchaba bien y mis nuevos compañeritos y compañeritas me recibieron de maravilla, todos muy atentos y cordiales. Al medio día, una vez finalizado el primer día de clases me marche a mi casa y para redondear una buena impresión acerqué a un par de nuevas amigas a sus casas, y allí comenzó el día que nunca olvidaré.
   Llegando a mi casa volvía distraída pensando en la lindo que había sido el día y en como impresionaría al día siguiente, y así fue como doblando a la esquina no puse suficiente atención y me lleve puesto un auto que estaba estacionado. No podía creer lo que había hecho, me baje del auto y me di cuenta que la había roto un farol y rayado el guardabarros.
   Rápidamente reaccioné y me di cuenta que si aparecía el dueño del auto al que había chocado las cosas se pondrían aun peor, claro esta por que aun no tenia el registro ya que tengo solo 16 años, y además mis padres no sabían que me había llevado el auto, cosa que no me hubieran permitido hacer jamás y motivo por el cual me lo lleve sin pedir.
   Así, me subí rápidamente al vehículo y arranque. Minutos después había metido el auto en la cochera y aun temblando comencé a pensar como lo solucionaría. Lo primero que se me ocurrió fue mentir o desaparecerlo para que crean que lo habían robado, pero seguramente alguien me habría visto y, a pesar de que somos nuevos en el barrio por lo cual ningún vecino se acercaría a preguntar a mis padres como me encontraba, seguramente con la investigación policial saldría todo a la luz.
   De este modo, llegue a la única solución posible. Como mis padres no llegarían sino hasta el día siguiente por la mañana y como el daño no había sido tan grande como en un comienzo creí, se me ocurrió llevarlo a un taller mecánico y pedirles que lo arreglen lo más rápido posible sin importar el dinero. Como no tenia dinero para pagar siquiera los repuestos o la mano de obra y menos aun pidiéndoles que lo hicieran en tan poco tiempo se me ocurrió pedirles que lo arreglasen para primera hora del día siguiente sin importar lo que cueste. Así, suponiendo que lo dejarían arreglado desde la noche anterior para entregármelo en cuanto llegue a la mañana siguiente, yo entraría en la noche para llevármelo sin pagar el arreglo, por lo menos hasta que juntase el dinero.
   Planifiqué todo, mire el reloj y me dispuse a llevar el coche hasta un taller mecánico que había visto ya alguna vez al pasar. Llegue hasta el lugar y mientras esperaba a que me atendiesen me dedique a mirar como y por donde entraría esa noche, el lugar era un gran galpón situado entre medio de dos fabricas que nunca supe a que se dedicaban, pero si sabia que dejaban su maquinaria funcionar durante toda la noche. Esto en un comienzo me preocupo por miedo a que hubiera trabajadores cerca a la hora en que pensaba entrar, pero luego me tranquilice e incluso me alegré pensando que no están las salidas por la misma calle, por lo que no me cruzaría con nadie y además el constante ruido de los equipos me permitiría llevar a cabo mi plan sin preocuparme por el ruido que pudiera hacer.
   Luego de que me atendiera un mecánico y le explicara lo urgente del trabajo, logre que dejara de mirarme con cara de depravado y que coordináramos en que horario temprano de la mañana pasaría para buscar el auto el día siguiente. Ya a esa altura me sentía sumamente intimidada por que la única cliente que quedaba en el garaje era yo, y todos los mecánicos me miraban de un modo muy obsceno, por lo cual, trate de dejar en claro todo lo más rápidamente posible y me retiré casi a las corridas.
   Al anochecer, comencé a prepararme para mi primer delito, la verdad estaba comenzando a arrepentirme pero ya era tarde, tenia que seguir adelante. Tomé la ropa interior deportiva que tenia pensado usar la cual consistía en una tanga elastizada que, típico de la ropa interior deportiva, la parte de abajo era bastante calada en el frente y casi "cola-less" atrás para que no se marque la sombra en las calzas y la parte de arriba no tenia breteles. Luego me puse un pantalón deportivo para moverme con facilidad, ya que además de estirarse me quedaba bien entallado, a pesar de que soy delgadita, y así además no me engancharía con ningún alambrado o reja. Luego me puse un top de gimnasia que también me quedaba ajustado, por un lado por ser de lycra y además por que tengo una delantera bien dotada. Me coloque una campera deportiva, me anude mi cabello largo y castaño y salí a cumplir con mi plan.
   Ya eran más de las doce de la noche y me encontraba caminando por mí, a estas horas, solitario barrio. Llegue hasta el taller, miré a mis alrededores y al no notar movimiento alguno ni en las calles ni en el interior del taller me decidí a entrar. Mientras ingresaba, bastante despreocupada por llamar la atención ya que el ruido de los talleres lindantes parecía magnificarse en el silencio de la noche, observe como el portón de entrada estaba entreabierto. No podía creer la suerte con la que estaba corriendo, suerte que por cierto se acabaría pronto. Entré al garaje e inmediatamente pude ver mi auto, me acerqué y note lo impecable que había quedado. Lo primero que me vino a la mente fue que si lograba sacarlo rápido de ahí, mi travesura no tendría mayores consecuencias, y lo segundo fue que cuando juntase algún dinero seria correcto volver al taller para agradecer al tan bien hecho trabajo de estos hombres.
   Miré en el interior del coche y pude ver que las llaves se encontraban colocadas en el arranque. Mire en los alrededores y al no encontrar a nadie, tomé valor y me subí. Puse en marcha el motor y lentamente comencé a salir del galpón.
   Al llegar al portón me encontré con la novedad de que el portón, que hasta hace instantes se encontraba abierto, ahora estaba cerrado. Sorprendida, me bajé rápidamente del auto y me dirigí hacia el. Cuando quise volver a abrirlo no lo logre, un nuevo intento me hizo caer en la cuenta de que estaba cerrado con candado.
   En ese instante, asustándome completamente, se encendieron las luces del auto y quedando completamente encandilada pude ver la figura de tres hombres en los lados del coche…

-        ¿Que haces tu aquí, jovencita?
-        Nada, no hago nada – Les dije muy asustada y sorprendida.
-        ¿Cómo que nada? – dijo uno de ellos – A mí me parece que algo estarías haciendo.
-        No es que yo, eh, nada, solo estaba, eh – Y no pude decir nada, nada se me ocurría –
-        ¿Tú que?, Estabas haciendo algo ¿O no?
-        Disculpe señor, ya me iba.
-         No niña, – me dijo quien me había atendido esa tarde – Tu no te vas a ningún lado.
-         No pero…
-        Tu eres la chica que me trajo este auto, ¿Querías llevarlo sin pagar?
-        No, es que yo…
-        Ven aquí – me dijo mientras me tomaba del brazo y me llevaba casi al vuelo hacia una habitación en el fondo del garaje –

   La habitación era una especie de cuarto de descanso, supongo yo, para el jefe o dueño. Tenía un escritorio bastante desordenado contra una pared, una cama cuya limpieza dejaba mucho que desear situada en la pared opuesta, un sillón de un par de cuerpos y unas estanterías con muchos papeles y un Televisor. Por lo demás no era de grandes dimensiones y la iluminación era más bien tenue, a excepción de la zona del escritorio que al tener una lámpara encendida sobre él, estaba más iluminada. Esta luz me permitió observar lo que más me llamó la atención de la habitación, esto fue que al observar las paredes, estas estaban prácticamente empapeladas por fotos y recortes de mujeres desnudas, o en actos extremadamente obscenos. Parándose el jefe frente a mí, y quedando yo situada en el centro de la habitación, prácticamente rodeada por los, ahora, cuatro hombres, intente continuar con mis excusas:

-        Espere, yo le diré que es lo que pasó.
-        Bien, te escucho – Dijo quien parecía ser el dueño –
-        Nada, es que tuve un problema con el auto, pero yo pensaba pagarlo.
-        ¿A si?, ¿Y Cuando pensabas hacerlo?
-        En algún tiempo, estoy juntando dinero para….
-        Niña, seré directo. ¿Tienes el dinero o no?
-        No pero yo…
-        Pues entonces, lo pagaras de algún otro modo, además me has puesto cachondo desde esta tarde.

   En ese momento me sentí paralizada del miedo. Este hombre con quien había tratado desde un comienzo, y que suponía yo era el jefe, hizo un gesto a los otros tres hombres, uno de los cuales, que era flaco y alto a quien yo debía llegarle no más allá del pecho, era quien más obscenamente me había estado mirando esa tarde, y que poco importaba si me había molestado o no, pues en ese instante sentí como su mirada me despojaba por completo de mis prendas.
   El jefe le reiteró la seña a el tercero, que seria un hombre de unos cuarenta y tantos años y bastante obeso, y este, automáticamente salio del cuarto. Unos instantes después pude escuchar que un motor extremadamente ruidoso se encendía. Este ruido prácticamente no dejaba que pudiera decir nada debido a su potencia, ruido que se silencio considerablemente cuando, ya de regreso, el hombre obeso cerró la puerta tras de si.
   Yo, ya palidecida de miedo, comencé a lagrimear, temiendo mucho que estos hombres me golpearan o me lastimaran.
   El jefe, se acerco a mi y me indico que me sentara en la cama, y yo paralizada no pude ni moverme.

-        Ven niña, siéntate, hablaremos de las formas de pago, - y tomándome del brazo me condujo hasta la cama donde sin forzarme, pero guiándome, me sentó. –
-        Disculpe, - le dije -, le aseguro que pensaba pagarlo, solo necesitaba unos días más.
-        Pues has hecho mal, ahora tendrás que pagarnos de algún otro modo.
-        ¿De que modo?
-        Ya veremos, pero primero quiero ver que no te estés robando nada.
-        No, no señor, yo no me robé nada.
-        Ya lo veremos, sácate la ropa.
-        ¿Qué?, no, no haré eso.
-        Pues entonces tendré que palmearte.
-        Pero yo no robé nad... – y sin darme lugar a terminar me interrumpió –
-        Elige, o me muestras o te palmeo.
-        
   La idea de que ese hombre tocara alguna parte de mi cuerpo no me agradaba en lo más mínimo, pero menos aun me agradaba la idea de quedar desnuda frente a todos ellos.

-        Elige niña, - replicó – ¿Nos muestras o te reviso?
-        Está bien, si quiere revíseme, pero vera que no tengo nada.

   Pero claro está, ese no era su objetivo. El hombre me hizo parar de frente a las estanterías quedando él a mis espaldas, y pasando sus brazos por mi lado comenzó a bajarme el cierre de la campera, aprovechando para rozar su bulto contra mis glúteos. A esto yo no pude reaccionar, como tampoco lo hice cuando me sacó la campera por completo. Acto seguido, me indicó que apoyara las manos en uno de los estantes superiores y que separara un poco las piernas. Yo, a lo de las manos respondí sin decir nada, pero a lo de separar las piernas no accedí, y permanecí quietita.
   El hombre, mientras los otros tres miraban con grandes sonrisas, comenzó a recorrer los laterales de mi cuerpo, subiendo por mis caderas, revisando mi abdomen para comprobar que no tuviera algo allí escondido, y causándome un escalofrío, recorrió el lado interno de mis brazos hasta rozar los lados de mis pechos. El ruborizado y el salto que esto me causó deben de haber sido notorios ya que al instante sentí las rizas de los otros quienes seguían mirando cada vez más atentos.
   Su recorrido siguió desde mis tobillos cuesta arriba, así, a través de mis apretados pantalones, podía sentir sus manos recorriendo mis piernas y muslos, del mismo modo que él podía sentir mis firmes piernas. Supongo que esto causó algún efecto en él por que las recorrió durante eternos segundo llegando incluso a dar algún apretón en mis muslos. Detonante fue cuando al llegar a mis glúteos, no se contentó con rozarlos sino que los apretó e incluso comenzó a separarlos, esto automáticamente causó mi reacción y girando me apoyé de espaldas en las estanterías.
   Los cuatro se sonreían e incluso reían con todo descaro, y yo no podía más que sujetarme a las estanterías intentando calmar mi respiración.

-        Ven. – me dijo el hombre guiándome hacia la cama nuevamente – relájate que conversaremos un rato sobre como solucionar esto.


   Me senté, y a mi lado se sentó este señor. Yo no podía dejar de mirar de reojo las fotos que me rodeaban, por que si bien ya había visto este tipo de publicaciones en lo de alguna amiga, e incluso en mi casa, nunca fueron de un tono tan subido. El jefe, se dio cuenta de esto y luego de señalarle al flaco alto un cajón, comenzó a preguntarme al respecto.

-        ¿Te gusta este tipo de material?
-        Nnno sse… señor – le dije aún con miedo –
-        ¿Por qué las miras con tanto entusiasmo entonces?
-        Perdone, no las miro más.
-        No niña, no quise decir que no las podías mirar, solo que tengo más, y si quieres podemos verlas.

   En ese momento el flaco alto, quien había sacado del cajón una serie de revistas, se las entrego al jefe y se sentó a mi otro lado.

-        ¿Quieres verlas?, ¿Tengo algunas muy entretenidas?
-        Bu…bu… bueno, - Dije más por miedo que por gusto. –
-        ¿De que tipo quieres ver?

   Acto seguido el hombre que me había manoseado comenzó a pasar las paginas de una de ellas, allí se veía a una chica de menos de veinte años que a medida que se sucedían los cuadros, aparecía cada vez con menos ropas, pasó una pagina más y ya se podía ver a través de cada cuadro, como esta chica quedaba completamente desnuda haciendo poses que la dejaban completamente expuesta a primerísimos planos de sus zonas más privadas. Al ver esto, lo primero que pensé fue lo humillada que se debería haber sentido la modelo al posar, pero luego me comenzaron a llamar la atención detalles como lo sensual que sabia mostrarse o como tenia completamente afeitado su triangulito intimo. Este se veía muy distinto al mío, dejaba a la luz su tierna y suave montañita de un modo mucho más erótico.
   La siguiente página mostraba como un muchacho se situaba junto a ella y comenzaba a acariciarla, comenzando en sus senos, siguiendo en sus glúteos y terminando situando su boca sobre su vagina. Unos cuadros más en donde la chica se retorcía de placer completaban la página. Al pasar la hoja, el cuadro más grande era un primer plano del rostro de ella, haciéndole una mamada al muchacho, varios cuadros como este se siguieron hasta que en un cuadro de la siguiente hoja se veía como dos hombres más ingresaban en la habitación y comenzaban a sobar su cuerpo, a lo cual, para mi asombro, la chica respondía gustosa.
   Las imágenes se sucedían, y la chica utilizaba sus manos para satisfacer a un par de ellos mientras con su boca succionaba el miembro del otro, pasando de miembro en miembro como si fuera uno solo. Al voltear a una nueva página, ya se podía observar como su ano albergaba completamente el miembro de uno de los hombres que la sodomizaba, mientras sus manos y boca la daban placer o los otros dos. Las páginas se completaban así, con imágenes de ella siendo sodomizada por unos y por otros alternadamente, o siendo penetrada por su vagina.
   La secuencia de esta pagina concluía con la chica situada como en un sándwich, siendo penetrada por sus dos orificios al mismo tiempo y succionando el miembro restante.
   La página siguiente fue la más desagradable de todas, ella situada con los tres miembros que la rodeaban a la altura de su rostro comenzaba a recibir una a una, la descarga del semen en su boca, para terminar con su rostro y labios derramando los fluidos de sus amantes a la vez que les limpiaba sus glandes. La revista se cerró, y yo quede atónita.
   
-        ¿Alguna vez has hecho algo así?, - Me preguntó el jefe –
-        Nnno, no. – Respondí rápidamente mientras meneaba la cabeza –
-        Sabes que eres una niña muy bonita, ¿No?
-        ¿Pp...puedo irme señor?
-        No, aún no nos has pagado.

   En ese momento sentí un escalofrío que me recorría todo el cuerpo, el hombre flaco y alto había apoyado una mano en la cara interna de uno de mis muslos y comenzaba a acariciarlo, yo intuitivamente apoye mi mano sobre la de él para que se detuviera. En ese instante el jefe me abrazo pasando uno de sus brazos por mi espalda y mientras me besaba el rostro y el cuello, con su otra mano comenzó a acariciarme uno de mis pechos por sobre mi top de lycra, que es con lo que había quedado vestida, ya que la campera había quedado sobre una silla.
   A esto, no supe como reaccionar y quede por unos instantes con la mente en blanco. Los dos seguían sobándome, uno mis muslos, y el otro alternadamente mis pecho mientras me besaba el cuello que se encontraba completamente al alcance al igual que mis hombros, ya que, ni la parte superior de mi ropa interior ni el top tenían breteles y además tenia el pelo recogido. Mi mente salió de ese estado cuando sentí como la mano del flaco se posaba sobre mi entrepierna. Esto causó que rechace sus manoseos casi con violencia, a lo cual el flaco respondió tomándome de los brazos y tensándolos a mis espaldas, mientras gritaba pidiéndoles que me suelten e intentando, inútilmente, forcejear.
   Estaba yo, casi en estado de pánico, y en ese momento un bofetazo del jefe hizo que me quede callada y quieta de repente.

-        Bueno niña, parece que no tienes intenciones de pagarnos así que no me dejas otra solución que la de denunciarte a la policía, y claro esta, tener que pedirle a tus padres que sean ellos quienes paguen por el arreglo.
-        No, no haga eso, se lo suplico. ¿Qué quiere de mí?
-        Mmm…, hagamos una cosa, nos tienes loquitos desde hoy a la tarde así que…
-        ¿Qué quiere señor?
-        Tendrás que ser buenita con nosotros por un rato.
-        ¿Buenita…?
-        Si – Y en ese instante el jefe se paró delante mío, y bajando su pantalón, dejó ante mi un miembro a medio crecer –
-        Pero, yo nuca he…
-        Como prefieras niña, es tu decisión. Además, con esto quedarían todas las deudas saldadas – Yo tenia náuseas solo de pensar en eso, pero solo quería terminar con esto, y haciendo este sacrificio, en un rato todo habría terminado. –
-        Esta bien, acepto, pero de a uno por vez, y a solas.
-        Esa es una niña buena, venga.

   El jefe les hizo una seña a los otros hombres y estos salieron del cuarto. El jefe se sacó por completo el pantalón y se recostó en la cama.

-        Venga niña, bájame lo que queda de ropa y comienza tu labor.

   Yo me incline sobre él, y le bajé su ropa interior hasta las rodillas. Luego, cerré los ojos, abrí mi boca y comencé con esa labor que nunca había hecho, pero que debía aprender por la fuerza y rápido.
   Los primeros intentos fueron lo más distantes posible, me limitaba a darle besitos casi sin separar mis labios y lo sujetaba con solo algunos dedos, pero un grito y un tirón de pelos de quien me estaba forzando a semejante labor hicieron que cambie de técnica.

-        Usa tus dos manos….
-        Ahora métetelo en la boca. – Replicó –
-        Si no lo haces como te mostré en la revista, me enojaré mucho.

   Ya no podía escaparle a esta labor, además cuanto antes los satisfasciera más rápido me iría. Tomé ese miembro, que ya había crecido muchísimo, y comencé a succionarlo mientras los sujetaba entre mis manos. Le pasaba la lengua por su glande, lo deslizaba hacia arriba y hacia abajo, y lo introducía, hasta donde podía, dentro de mi boca.
   Los cristalinos fluidos que emanaban como lubricantes de esa masa de carne y venas, se mezclaban con mi saliva empapando mi boca y labios.
   Luego de unos minutos de hacer esto, ya había logrado superar el desagrado y las náuseas que esta denigrante labor me producía, y si bien estaba lejos de disfrutar algo de lo que sucedía, comenzaba a sentir que no era un precio tan alto el que estaba teniendo que pagar por el error que había cometido.
   Mientras, con la ambición de finalizar lo antes posible con esto, me mantenía concentrada en la tarea de darle placer, sentí un leve ruido detrás. Rápidamente giré mi cabeza y observé como los otros hombres habían ingresado nuevamente, y mientras se acariciaban sus miembros, miraban lo que, humillada, tenia que hacer. Quieta por unos instantes debido a la desorientación de lo que hacían, fui metida nuevamente en mi labor por las manos de quien se cobijaba en mi boca. Por unos instantes dude si decirles que salieran o si, a pesar de lo acongojada que me sentía por estar entre todos estos hombres mientras realizaba tan obscena labor, me convenía más que sigan acelerándose, lo que me facilitaría el trabajo luego. Pero esta duda desapareció en el instante en que me di cuenta de que uno de ellos portaba una cámara y había estado filmando todo desde quien sabe cuando.

-        No. – Les dije – No pienso seguir con esto.
-        Basta niña – Dijo el jefe con el seño fruncido – Me has cansado, ahora si llamaré a la policía, a tus padres e inclusive a los diarios locales.
-        No, espere. Hablemos, yo …
-        Ningún hablar, y además de denunciarte a ti y a tus padres, por que también los denunciaré a ellos –Aclaró para mi horror – Mostrare y haré publico lo ya filmado.
-        NO. –Dije de un grito- No haga eso. Mis padres se morirían.
-        Bueno, esta es tu última oportunidad, sigue tu labor sin decir palabra alguna.
-        Pero…
-        Nada, ¿Acaso quieres que lo haga? – Me dijo mirándome a los ojos, y segundos después me inclino la cabeza sobre su miembro e incrusto nuevamente su pene en mi boca – Sigue.

   Mi humillación era indescriptible, ya los otros hombres se habían acercado sentándose en el borde de la cama para, mientras seguían acariciándose ya con sus miembros completamente desenfundados, aprovechar para ver más de cerca mi mamadas. Y completando la situación, se encontraba uno de ellos que registraba con lujo de detalle todo lo que acontecía. Por momentos filmando toda la escena con los hombres que me rodeaban y a mi en el centro dándole placer a ese hombre, y por momentos hacia acercamientos tomando en primer plano mis labios y manos deslizándose por ese cilindro de carne.

-        Que linda sales perrita – Me decía quien filmaba - Sigue chupando como te gusta.

   Seguí haciendo lo mío, a pesar de que comenzaba a sentir como cada tanto alguna mano se posaba sobre mis pechos dando algún que otro pellizco a la zona donde asumían estaban mis pezones, haciéndome pegar saltos, gritos y respingos cada vez que lo hacían, lo cual conseguí evitar dificultándoles el acceso al taparme con los codos el costado de mis colgantes senos. Y si bien esto dio resultado, ahora para poder seguir con mi labor tenia que inclinarme aun más sobre aquel miembro lo cual le daba un acceso más directo a mi garganta y me ponía en una posición en la que mis nalgas quedaban mucho más expuestas, sobre todo teniendo en cuenta la ropa que llevaba puesta. Fue cuestión de instantes hasta que se tentaron con mis partes posteriores, digo esto por que pude sentir claramente sus manos palpando, al comienzo y apretujando después, mis glúteos. Situación incomoda si las hay, que me llevo al borde del llanto cuando de cuando en cuando sentía algún dedo que pasaba por entre mis apretados muslos para recorrer con la yema de sus dedos mi tierna y tímida canaletita. Esto y cómo liberarme de esa situación, me estaba llevando casi toda la atención, hasta que sentí en mis labios las contracciones del miembro que lamía, lo cual confirmado por los mugido que se hacían más notorios, me indicó que estaba a punto de eyacular. Instintivamente retire mi boca de allí. – Pues no dejaría que un hombre, y menos aun uno tan repulsivo como este, descargara sus asquerosos fluidos en mi garganta – Pero no pude escapar del todo al desagradable acto ya que este perverso, al ver que me retiraba y estando a punto de terminar, apoyó mi cabeza de costado contra su abdomen y apuntándome con ese asqueroso mounstro de un ojo al que sacudió un par de veces más, comenzó a descargar el espeso fluido sobre mi rostro. Yo quería quejarme, pero no podía retirar mi cabeza de allí, y la idea de que algo de eso entrará en mi boca, descartaba por completo la idea de intentar pronunciar palabra alguna.
   Cerrando los ojos y boca con fuerza, aguante las emanaciones que ese aparato escupía en mis parpados, pómulos y labios, o mejor dicho, en toda mi cara. Sentí como las eyaculaciones cesaban y, produciéndome un desagrado que me llevaba al borde de las arcadas los grumos comenzaban a deslizarse cuesta abajo esparciéndose por mi rostro. Luego quise usar mis manos para llevarme el top al rostro con la idea de limpiar ese desagradable liquido, pero no contento con haberme hecho todo lo que me hizo, me sujeto mis muñecas juntas, yo no sabia por que lo hacia e intenté abrir los ojos a través de ese espeso liquido.

-        No niña – Me dijo – Antes de limpiarte tú, límpiame a mí.
-        Suélteme, quiero limpiarme por favor. – Le suplique ya asqueada –
-        No, primero limpia mi miembro.

   Y asqueada con la idea de seguir con esos fluidos por mi rostro, y descartando por completo la idea de seguir hablando, ya que cada vez que habría la boca sentía como el semen que había quedado en la comisura de mis labios tendía a irse hacia adentro de mi boca, accedí a lo que me decían. Si al comienzo fue asqueroso, ahora todo cubierto por sus propios fluidos me desagradaba aun más, pero solo deseaba sacarme de una vez ese néctar que comenzaba a escurrir por mi cuello y se secaba en mi cara, por lo tanto, y además ya estaba curada de espanto, mientras aun me sujetaba las manos tome ese mimbro solo usando mi boca, y mientras lo sujetaba con los labios lo limpiaba con la lengua.
   Una vez hecho esto y con el miembro ya casi fláccido entre mis labios, por fin me soltó y yo levante mi top de lycra para limpiarme el rostro y cuello. Con la ansiedad por sacar esos restos de mi cara, no me di cuenta de que al haber levantado mi top quede más expuesta y se me veían los pechos contenidos en mi sostén. Recién me di cuenta de esto, una vez que casi ya limpia pude observar como los tres que quedaban sin satisfacer me miraban fijamente. Para cuando reaccioné, fue tarde, el más flaco de los tres que estaba a mi lado, antes de que pudiera bajar de nuevo mi top y aprovechando que mis brazos estaban levemente alzados, la tomó de atrás y rápidamente me lo retiro por sobre mi cabeza dejándome solo con el sostén.

-        No, devuélvame eso.
-        No te preocupes, ya te lo devolveré, pero primero cumple con los demás.

   Realmente no quería quedar expuesta de ese modo pero deseaba irme rápido, así que para no discutir me dispuse a seguir con lo mío. Mire a mí alrededor y observe al obeso que sentado en el borde de la cama y con su miembro completamente erecto me indicaba que era su turno. Yo me acerque de rodillas, que es como me encontraba, y me situé entre sus piernas inclinándome así para comenzar de cero con este nuevo aparato.
   Comencé introduciéndome el miembro en la boca y sujetándolo de la base con una de mis manos lo recorría arriba y abajo con los labios, y si bien para esta altura ya me sentía una experta, el desagrado que me daba no me dejaba hacer esta labor lo suficientemente cómoda como para terminarla lo antes posible. Luego de un rato, el desagrado comenzó a hacerse menor, pero me incomodaba mucho como el sujeto con la cámara, que era un muchacho negro como el ébano de más de un metro noventa bastante menudito y de no más de treinta años, seguía filmando. En ocasiones haciendo primeros planos de ese desagradable miembro cobijado en mi boca el cual salía casi en su totalidad haciéndome presionarle la cabeza con mis labios para luego introducirse, lenta pero rítmicamente, hasta casi producirme arcadas por la profundidad que alcanzaba.
   Luego de un tiempo de seguir con la mamada que hacia, el más flaco de todos se sentó inmediatamente al lado del gordo al que placía y con su mástil erecto me tomó una de las manos, la cual usaba para apoyarme sobre la cama, y la colocó sobre su propio miembro, y más allá de que al sacarme la mano de apoyo casi me incrusto el miembro que chupaba hasta el fondo de la garganta ahora tenia que placerlos de a dos a la vez. Esto, que en un principio me había negado a hacer ahora lo tomaba como mal menor con la intención de terminar lo antes posible mi castigo, castigo que no creía merecer pero que estaba cumpliendo.

-        Haz como las fotos que viste en la revista – me dijo el más flaco
-        ¿Cómo? – Pregunté con parte del pene del hombre más gordo aun en mi boca.
-        Ponte entre medio de nosotros dos tomando con cada mano una de nuestras baritas mágicas, y pasa con tu linda boca de uno al otro.

   Esto no me resultaba tan aterrador como podría haber creído hasta un día antes, y si bien ya nunca más podría decir que no había estado con dos hombres a la vez, estaba dispuesta a hacer ese sacrificio o simplemente mentir con tal de disminuir a la mitad el tiempo dedicado a algo tan desagradable. Así que me puse manos a la obra, o mejor dicho, manos y boca a la obra. Me sitúe de rodillas en el piso quedando entre medio de ellos, y tomando un miembro con cada mano me dispuse a pajearlos a los dos al mismo tiempo, lo cual por una cuestión de coordinación no resulto fácil, pero luego de unos minutos y ya usando también mi boca para chuparles alternadamente, lo fui logrando.
   El inconveniente resulto ser que para poder pasar de un pene al otro tenia que tirar todo mi cuerpo hacia un lado o hacia el otro, dependiendo de a quien le tocara, y esto hacia que quedara en una situación en la que me resultaba casi imposible cubrir mis pechos con mis brazos para evitar el manoseo que ambos me daban. Al comienzo no me resultaba tan incómodo por que ya no me pellizcaban y además el manoseo lo hacían por encima de la tela del sostén, y aunque a cada rato tenia que soltar alguno de los miembros para volver a acomodarme la delantera dentro de la ropa, no me resultaba tan incomodo. Pero después, cada quien puso una de sus manos por encima de cada una de las mías, cada una de las cuales quedaba inexorablemente apretando cada uno de sus miembros, y a partir de allí no pude volver a soltar los penes que masturbaba ni tampoco volver a acomodar el sostén.
   Claro está, con la mano libre que le quedaba a cada uno, y ahora ya metiéndola directamente por dentro del sostén, los dos continuaban con sus manoseos en mis pechos.
   Mucho tiempo tampoco tuvieron que estar con sus manos entre mis pechos y el sostén por que aprovechando lo muy ocupada que estaba entre todas estas acciones casi acrobáticas y estando un poco a los sacudones para sacarme esas manos de encima, como si de dos moscas se tratara, el negro alto que tenia la filmadora, destrabo hábilmente mi sostén y en cuestión de un segundo mis dos pechos quedaron colgando a la intemperie. Asunto al que quise reaccionar, pero el más gordo, a quien en ese instante masturbaba y satisfacía con mi boca, rápidamente soltó uno de mis pechos para incrustarme nuevamente contra su miembro con el cual casi me ahoga.
   Por lo tanto, con mis manos aun sujetas a esos miembros y forzadas a seguir masturbándolos, más las apretadas que quien aun seguía manoseando mi pecho me daba para que no me incorporara, hicieron que tenga que soportar esta nueva situación como si nada. Además, la verdad tenía miedo de que se enojaran y esto les diera una excusa para ir más allá de donde ya habían llegado.

-        Esta es una toma que no me puedo perder – Dijo el de piel negra que estaba filmando.

   Acto seguido, sentí como de un tirón bajaba mi pantalón deportivo hasta mis rodillas, y si no lo bajo más allá fue por que precisamente de rodillas me encontraba. Y yo, totalmente abochornada, por que si bien no era virgen tampoco había estado expuesta así delante de ningún hombre, de hecho nunca un chico me había visto muy de cerca allí abajo y menos aun acercado su cara, pero bueno ahora lo estaba, y sumado al susto se imaginarán que quise salir de un salto, y también se imaginarán que de ningún modo me soltaron para que lo haga. De hecho, luego del tirón inicial que intenté hacer para incorporarme, me volvieron a enterrar la cabeza en esos penes llenos de sus fluidos y mi saliva, y así ascendí un escalón más en el rango de mujerzuela.
   Seguimos en estas acciones durante algún que otro minuto hasta que quien filmaba fue otro paso más allá, así en uno de los tantos acercamientos que hacia sobre mi trasero y sobre la parte de mi vulva que asomaba hacia atrás por debajo de mi ropa interior, la que al ser ajustada marcaría todo, ahora para hacerlo aun más explícito, me corrió la tanga deportiva hacia un lado dejando entrever, entre medio de mi cabellera púbica, toda la parte inferior de mi vagina, labios y agujerito inclusive. A lo cual, ahora sí reaccione de un salto, parándome al tiempo que me volvía a acomodar la tela de mis braguitas y subía nuevamente mis pantalones.

-        Basta, ya está, déjenme ir. – Le dije casi suplicando –
-        No, aun no has terminado – Me dijo el más gordo que se había parado y me indicaba que me acercara nuevamente a la cama –
-        Entonces cumplan su palabra y no vallan más allá de donde prometieron. – Les dije intentando tomar coraje –
-        Bueno, ven y recuéstate en la cama, seguiremos con lo que estábamos pero en otra posición.

   La verdad que no me resultaban personas de confiar, pero ahora, nuevamente un poco más tranquila, por algún motive me pareció que respetarían lo pactado. El mismo gordo me indicó que me recostara sobre la cama transversalmente y con la cabeza fuera de la misma, es decir, colgando hacia atrás. Hecho esto, él se colocó de rodillas detrás de mi cabeza dejando así su miembro a la altura de mi rostro, seguido lo cual, empezó a pasar la cabeza húmeda de ese instrumento por mis labios y luego lo comenzó a introducir nuevamente en mi boca.

-        Vamos niña, tómalo con tus manos y ponte a chupar nuevamente.

   Esto no era lindo, pero no era distinto a lo que venia haciendo desde ya un rato atrás. El flaco delgado a quien antes había estado atendiendo junto con el gordo se colocaba ahora con una pierna a cada lado de mi cuerpo y colocando su pene entre medio de mis pechos, que aun estaban descubiertos, comenzaba a masturbarse con ellos dándome una suerte de penetración de tetas. Y por supuesto, se podrán imaginar que el negro alto y delgado seguía filmando con todo lujo de detalle.
   Ver a este negro filmando, a esta altura ya, no me hubiera llamado la atención, pero me quedé congelada cuando al ver que con la mano libre se acariciaba su bulto por encima del pantalón noté el tamaño que tenía ese bulto, y lo que debería medir semejante “cosa”. Lo primero que me pasó por la mente, fue las charlas con mis amigas en las que bromeábamos a cerca de la fama de esta raza, pero luego prácticamente palidecí al pensar que quizás tendría que satisfacerlo también a él. Y no es por una cuestión racista, si bien tengo que aceptar que me daba la impresión de que me daría un poco más de asco, el problema resultaba que si tenia que colocar mi boca alrededor de lo que parecía ser inmenso, lo más probable es que no podría volver a comer en una semana.
   Todo esto se fue rápido de mi mente cuando comencé a escuchar los mugidos del más gordo, automáticamente cerré mis ojos y boca y me dispuse a tolerar nuevamente las escupidas de semen en el rostro. Cosa que tardo uno o dos segundos en suceder, y que, a pesar de que la cantidad que me depositó resultaba abundante, no duró mucho haciéndolo. Mi reacción al notar que había terminado fue la de recordar que me haría limpiárselo así que sin que me dijera nada tomé el aparato y lo introduje en mi boca. Finalizado esto, intenté conseguir algo con que limpiarme pero nada encontré, y teniendo en cuenta que él otro estaba sentado, sin hacer fuerza pero apoyado al fin, sobre mi pecho, tuve que soportar esa leche escurriendo por mi rostro hasta que el flaco alto terminó, cosa que no tardó en hacer y que hizo sobre mis pechos. Esto no me resultó entretenido, pero la verdad que no quería más de ese asqueroso néctar esparcido por mi pelo y rostro. Además, ya todo había terminado y me podría limpiar e ir a casa, si es que el negro no quería su parte también.
   Me limpié nuevamente con mi top deportivo y miré al negro con una expresión que mezclaba la súplica de que no me hiciera hacerle eso también a él, pero con la resignación de que quizás me lo pediría.
   
-        No te preocupes gatita – Me dijo este negro – No te cobraré hoy.
-        ¿Cómo que “hoy”? ¿Qué quiere decir? – Pregunté asustada –
-        Bueno niña, no te preocupes por eso – Dijo el jefe quien hacia rato estaba sentado en un sillón.
-        Bueno, ahora ya me tienen que dejar ir, y con mi auto.
-        Si, vete tranquila, el portón está abierto y las llaves puestas en el auto. Además ya tenemos tu dirección y cuando lo necesitemos te contactaremos.

   Realmente no sabia de que estaba hablando ese señor. En lo que a mi respectaba el trato ya estaba cumplido y no les volvería a ver la cara, pero en ese momento no tenia ninguna intención de averiguarlo, lo único que quería era irme a mi casa a bañarme dejar el auto y dormirme con la esperanza de levantarme al día siguiente creyendo que todo había sido un mal sueño.
De cualquier modo, mientras volvía hacia mi casa seguí preguntándome, ¿Qué habría querido decir con que me contactarían cuando me necesiten?

Continuará…




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Categoria
Orgias

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