Ensayo Sobre La Inhumanidad (Decima Parte)
( Relatos Heterosexuales )


Entonces las dos me miran consternadas. Supongo sin embargo, que Graciela ya se lo esperaba pues no seria la primera vez que le obligo a que tenga sexo con otra niña, la penúltima vez que vino se encontró con la sorpresa de que también había citado a otra niña de su escuela, dos años menor que ella pero con la misma cara de sorprendida de saber que se conocían y de saber que ninguna se podía imaginar esa actitud tan de putas entre ellas.

Aquella niña, que por desgracia no se ha vuelto a aparecer por aquí pero que no pierdo esperanzas, se llama Reina, tenia entonces 13 años, era de piel morena y tenia un cabello larguísimo y lacio, su cara no era muy linda que digamos, sus tetas apenas y se distinguían pero todo esto importaba un carajo al descubrir su culo, terriblemente enorme para aquel cuerpo de niña.

Ese dia las cite a ambas a las 7:30 am, asi que ambas llegaron con el uniforme de la escuela secundaria que tanto me encanta, Graciela llego primero asi que para cuando Reina llego, entrando sola hasta el ultimo cuarto a la derecha como le habia dicho con pasos de asustada y gritos bajos de mi alias que se escuchaban hasta el cuarto de las camaras en donde estaba con Graciela, termino encontrandonos a Graciela con sus enormes tetas fuera de su camisa escolar, saliendo entre los botones como podian, y a mi chupandoselas tranquilamente con mordiditas en sus pezones que habian pasado de rosados a rojos. Ambas se miraron, Graciela con la cara roja de sentirse una zorra, una puta de quince años y Reina con la cara del horror de saber lo que le esperaba: ser una puta a los 13 años, preguntándose si el dinero vale la pena y a sabiendas de que ya no hay vuelta atrás, o al menos eso es lo que yo me imagino al recordar sus caras.

- Siéntate ahí - le ordene a Reina señalàndole la misma silla en la que tiempo después Lorena observaría a su hermana llenándose de un placer vestido de dolor del alma, entonces, Reina totalmente nerviosa dijo una de las frases que hasta hoy considero de las mas graciosas que he escuchado de las niñas con las que me he acostado.

- Si quiere vengo al rato - me dijo, con una ternura que me recorrió la espalda y que después se transformo en ganas de reír

- Solo siéntate - le dije, serio, aguantándome la risa

Recuerdo que ese día me preguntaba que seria mejor, pensé primero en comenzar con Reina, a quien desde que le mire a la falda supe por experiencia que si los muchachos que trabajan para mi la enviaron a pesar de que no era muy bonita era por que el valor en ella yacía en sus nalgas.

Pero sin embargo ya mi boca se paseaba por lo enormes y tiernos senos de Graciela y mi mano ya estaba sobando los labios de su vagina, por debajo de su falda, pasando mis dedos de vez en cuando a introducirse un poco a su ano con ayuda del lubricante natural de la adolescente que no paraba de gemir, a veces fingiendo ridículamente y a veces tan en serio que se retorcía de placer y vergüenza.

Entonces, con ella ya en mis manos decidí de paso darle a Reina una muestra de lo que tendría que hacer, ella no paraba de mirarnos, mas asombrada que asustada a diferencia de muchas, sus ojos no eran bonitos ni especiales pero tenían ese reflejo de inocencia tan peculiares en las niñas.

Termine de liberar los senos de Graciela y le quite la camisita escolar, entonces la puse en cuatro y rápidamente le retire su calzoncito que ya estaba un poco húmedo por sus jugos vaginales, y como simple ocurrencia se lo lance a los pies de Reina.

- Lamelos - le dije

Su cara entonces se lleno de un horror mudo, miro los calzones, primero con asco, después con lastima por si misma. Estuvo pensándolo por un par de minutos, los miraba con nervios, ni siquiera le llamaba la atención el hecho de que Graciela ya estaba engullendo mi pene hincada con la boca, solo miraba el calzón y me miraba a los ojos como pidiéndome que no, que por favor no le pidiera eso, pero le seguí ordenando, a fin de cuentas, lamer un calzón era lo menos que le esperaba ese día. Entonces, rendida, lo tomo y comenzó a lamerlo, ni siquiera las partes limpias de este, sino que al grano, a los jugos de Graciela. Los lamia primero con cara de quien esta apunto de vomitar, después, le pareció encontrar sabor y lo lamia como quien lame un helado.

Ni siquiera me di cuenta del momento en que dejo de lamer pues después del hermoso sexo oral de Graciela me coloco el condón con la boca d forma magistral, comenzè a penetrarla entonces de manera rápida, sin darle tiempo a que agarrara ritmo y comenzó a gemir de manera descomunal. Los gritos pusieron a Reina mas nerviosa de lo que ya estaba y entonces hizo algo que me sorprende, no por el acto en si sino por la poca cantidad de niñas que suelen hacer eso por su propio impulso: comenzó a masturbarse, nunca supe por que pero me imagino que lo hizo por el temor a no estar lubricada y sentir dolor al momento que la penetrara.

Entonces, mientras provocaba el orgasmo de Graciela, Reina se tocaba y metía los dedos como loca, no pasaron desapercibidos por ella desde luego, su cabeza estaba hacia atrás de tanto placer y esto solo me inspiro a follar mas rápido a Graciela quien entonces comenzó a llorar por el dolor de tanto placer, era la primera vez que hacia eso y me encanto.




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Codigo do Relato
1486

Categoria
Heterosexuales

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