EL ANGEL
( Relatos Orgias )



    ¡ Quién te ha visto y quién te ve Marisa !.
    Hace un año era una buena secretaria de dirección, ganaba un sueldo genial. Cruzaba las piernas haciendo chasquear mis medias de seda y me limaba las uñas tras mi mesa de despacho. Sabía que era un objeto deseado, sobre todo por Miguel, mi jefe. Se moría de ganas de poseerme desde el primer cabello de mi cabeza hasta la punta de mis tacones.
   Luego se vino todo abajo, la empresa se fue a pique, ¡ jodida crisis ! , yo, las medias y los tacones nos vimos de la noche a la mañana en la puta calle.
   Y aquí estaba, conduciendo el Beetle bajo la intensa lluvia regresando a casa tras una jornada de mi nuevo trabajo de mierda. “ Azafata de congreso “, ¡ que asco !, hablar 4 idiomas para acabar repartiendo catálogos publicitarios en una feria industrial. Aguantar a cientos de pelmazos cada día a cambio de un sueldo ridículo. Tan ridículo con aquella falda escocesa y la cursi blusa que llevaba como uniforme. Y siempre lejos, lejos de casa, 80, 100, 150 kilómetros de autopista arriba y abajo todos los días.
   Seguía avanzando por la autopista mientras los limpiaparabrisas se movían en su monótono vaivén limpiando el cristal con escaso éxito. No eran más de las 6 de la tarde pero ya estaba oscureciendo. El Sol se estaba eclipsando al compás de mi estado de ánimo. Me sentía cansada y deprimida, desde luego no era aquel el mejor momento para tener aquellos sueños eróticos que tanto me gustaban y que compartía en secreto con mi marido. Nada me habría hecho sospechar que aquella fría noche en mitad de la autopista estaba a punto de realizarse una de aquellas fantasías.
   Todo comenzó con una lucecíta roja que se encendió bajo el reloj del cuentakilómetros. ¿ Que era esa luz ?, ¿ se había encendido entonces o era normal que estuviese encendida ?, no tenía ni idea que representaba aquel aviso, ¿ era algo grave ?, ¿ debía parar el coche ?. Tenía el bolso en el asiento de al lado y hurgué en él con mi mano libre hasta encontrar el móvil, luego llamé a Ricardo y salio una voz.....apagado o fuera de cobertura. Recordé entonces que mi marido todavía debía estar en el avión, había tenido que ir a Madrid precisamente aquel día. ¡ Jodida suerte !, llovía a mares y yo iba a quedarme colgada en la autopista en medio de ninguna parte. Por suerte vislumbré a través de la lluvia un desvío que anunciaba una estación de servicio, me metí allí sin pensarlo dos veces y paré junto a los surtidores. Luego apareció un negro con una gorra y se dispuso a agarrar una manguera.
   -” Disculpa, no quiero gasolina. Mira ¿ tú sabes que es esa luz. ? “- señale la luz con la punta de mi uña pintada de rojo.
   El negro metió la cabeza por la ventanilla y examinó la luz.
   -“ Creo que es el aseite, le falta aseite “.
   -“ ¿ Tenéis aceite aquí ?.”
   -“ ¡ Claro !, ¿ de que tipo lo quiere ?”- me quedé poniendo cara de idiota mirando al negro. Hasta entonces no tenía ni idea de que había clases de aceite para los coches.
   -“ Tú cual me aconsejas “.
   -“ Yo no sé, no sé señora. El jefe lo sabe pero no está aquí, estoy yo solo “.- lo de Señora me sentó fatal, pero un pensamiento perverso pasó por mi mente: “ Te voy a meter en la tienda y te voy a pegar una chupada como tu nunca has soñado, puto negro. Veremos si entonces me sigues llamando Señora”. Nunca me había cepillado a un negro ni tampoco figuraba entre las fantasías que compartía con Ricardo, pero sentía cierta curiosidad. Según Ivelin, mi mejor amiga, tenían una potencia de fuego inimaginable, además acostumbraban a usar una buena talla de polla. Ella si se había follado alguno que otro y decía que valía la pena la experiencia. Ivelin siempre me tenía al corriente en asuntos de cama y hasta me convenció de acostarme con ella. Ninguna de las dos éramos lesbianas pero nos dimos un buen revolcón. No estuvo mal la cosa y desde entonces lo hacíamos de vez en cuando entre otras cosas porque a nuestros respectivos maridos les encantaba vernos juntas haciendo guarradas.
    La voz del negro alejó mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. Desde luego no iba a meterme en la tienda a follarme al negro, me parecería el guión de una mala película porno, admito que soy un poco golfa pero no hasta el punto de hacer algo así.
   - “ Señora, la próxima salida esta cerca de aquí, si sale por ella llegará a Serrallisa. Justo a la entrada del pueblo hay un taller, mejor vaya allí a que se lo miren “.- que pesado se estaba poniendo el negro con sus Señoras. No lo soportaba, me echaba 10 años encima.
   - “ Bien gracias. Veré si llego “
   Arranqué el motor y le dediqué un último pensamiento obsceno al negro: “ ¡ Ahí te quedas !, quizá pase otro día y te ganes una mamada si dejas de llamarme Señora “. Entré de nuevo en la autopista, enseguida encontré la salida y en cinco minutos paré frente al taller. Todavía estaba abierto y había parado de llover, quizá mi suerte comenzaba a cambiar.
   -” Estamos a punto de cerrar, solo podemos mirar a ver que puede ser. Si solo le falta aceite en 5 minutos estará listo, pero si es algo más hasta mañana no podremos hacer nada.”- me dijo el encargado del taller, luego me puse el abrigo y le pregunté donde había un bar allí cerca para tomarme un café mientras miraban el coche. En realidad me estaba meando.
    Llegué al bar, pedí un cortado y me metí el los lavabos. Estaban bastante limpios pero a pesar de todo meé sin apoyar las nalgas en la taza, a base de tanto viaje y de tanto lavabo había perfeccionado esa técnica. Sonó entonces el móvil, justo en ese momento, era Ricardo.
   -“ Acabo de llegar a casa, ¿ tú por donde andas ? ”.
   -“ Andar andar, no ando. Se ha estropeado el coche y estoy colgada en un pueblo. “
   -“ Dime donde estás y paso a buscarte, el niño está en casa de tu madre. Iba a pasar ahora a recogerlo pero mejor que duerma allí. “
    Mis padres vivían en una casa muy cerca a la nuestra, era toda una ventaja porque mamá me hacia de canguro con frecuencia.
   -” Estoy en un pueblo cerca de la autopista, no recuerdo ahora el nombre, pero espera un poco Ricardo, el coche está en un taller y quizá puedan solucionarlo. Te llamo cuando sepa algo. “-
   -“ Ok, hasta ahora, un beso. “
    Busqué una foto en mi teléfono y la hice aparecer en la pantalla. Observé la imagen, era una mujer alta y atractiva, solo vestía zapatos de tacón y unas medias con liguero. Sus pechos tenían una forma y tamaño perfectos, su cara me era familiar: era la mía. “ Con 38 años sigues estando muy buena ", pensé para mi misma y le mandé la foto a Ricardo con un beso de guarnición. Salí del lavabo, pagué el cortado y regresé al taller.
    El mecánico se limpió las manos en un trapo sucio y me dio la noticia.
- “ Por poco se carga usted el coche, no tenía ni una gota de aceite. Hay que cambiar los manguitos, no es gran cosa pero hasta mañana no puedo hacer nada, no tengo aquí recambios.”-
    Me temí que allí iba a quedarse el sueldo que había ganado aquel día y otros tantos días más. Le pregunté al mecánico:
   -“ ¿ Que costará todo eso ?. “
   - “ Exactamente no lo sé....100, 150 € más o menos. Mañana a media mañana ya estará listo.”
    No podría llevarme el coche hasta el día siguiente. Ya eran más de las 7, estaba a casi 100 kms. de casa y si llamaba a Ricardo tardaría una eternidad en llegar, luego al día siguiente tendría que volver de nuevo, quizá sería mejor que me quedase a dormir allí.
   -“ ¿ Hay aquí algún sitio donde pueda dormir ? “- el mecánico me repasó de arriba abajo, y adiviné sus pensamientos “ Si hija mía si, en mi cama para matarte a polvos “, pero no pudo ser sincero y me señalo el lugar.
    -” Dos calles más allá hay una pensión y otra en la calle de atrás “
    Me puse a andar, afortunadamente el abrigo me cubría el uniforme de trabajo, además hacia frío. No me costó encontrar la pensión pero estaba cerrada, giré la esquina y me dirigí hacia la otra pensión, la calle no estaba muy bien iluminada por lo que enseguida vi unas letras luminosas: “ Pensión Morales “. Llamé al timbre, me abrió una mujer de aspecto jovial que aparentaba menos años de los que debía tener, 65 o 70 y estaba un poco gordita.
   -” Buenas noches, ¿ tiene una habitación libre para esta noche ? “- la mujer me invitó a pasar.
   -“ Desgraciadamente si, hija mía. En esta época del año tengo la casa vacía, solo hay una habitación ocupada. “
    Se metió tras un pequeño mostrador y me entregó una llave con el número 15 y un cenicero.
   -“ Es en el primer piso, si va a fumar use el cenicero pero yo no le he visto. Ahora en invierno no tengo servicio de cocina pero si quiere comer algo puede ir al bar que está en la plaza. “
    -“ Gracias, dígame que le debo y le pago ahora. “
    -“ Serán 28 €. Cuando llegué a la habitación encienda usted misma el radiador eléctrico, está haciendo frio. Ah ! y otra cosa más: si va a salir a cenar no regrese más tarde de las 12, a esa hora cierro. “
    -“ No se preocupe, si salgo solo será a comerme un bocadillo. “
    -“ Mejor así. Una mujer tan guapa no debe andar sola por la noche “- cada vez me caía mejor aquella vieja.
      La habitación era pequeña pero estaba muy limpia y la cama era cómoda, lo primero que hice al entrar fue llamar a Ricardo y le expliqué la situación.
    -“ Bien Marisa, pero si quieres te vengo a buscar, de todas formas no fui a recoger a Nico, lo dejé a dormir con tu madre por si tenía que venir. “
    -” No te preocupes, yo estoy muy cansada y me voy a dormir enseguida, Serrallisa no es precisamente Las Vegas. Nos vemos mañana.”                                                                                                               
    -” Pues aquí me quedo yo solo en casa a polvo y paja. Un beso. “
      Dejé el teléfono y entré en el baño, me llevé una sorpresa agradable al ver que tenía bañera y secador de pelo. Un baño me sentaría de perlas, abrí los grifos de la bañera. Me desnudé y me miré al espejo, sujeté mis tetas con ambas manos y me acaricié los pezones, realmente estaban para comérselas, hasta yo lo habría hecho de haber podido. Bajé mi mano hasta la entrepierna y pasé un dedo entre los labios del coño, estaba empapado. Yo no tenía remedio, me calentaba por todo, hasta de mi misma. Vi entonces que había mojado las bragas y recordé que no tenía mudas, ni de bragas; ni medias, ni blusa ni nada. ¡ Joder !, ¡ que tonta !. No había pensado en esto, ni siquiera me había acordado, de haberlo hecho le habría dicho a Ricardo que viniese a buscarme. Me puse a repasar la ropa, afortunadamente la blusa se mantenía limpia, con las medias no había problema: eran panties abiertos y no se podían haber empapado como las bragas. Metí las bragas en el lavamanos y las limpié con jabón lo mejor que pude, luego las puse sobre el radiador para que se secaran. Un sonido peculiar sonó en el móvil, era un mensaje. Lo abrí y aparecieron en la pantalla otras bragas, tenían una abertura en el centro dejando ver los labios de un coño, era el de Ivelin, lo conocía de memoria. Pasé mi lengua lentamente por la pantalla del móvil. El texto decía: “ ¿Te gustan mis braguitas?. Las voy a estrenar este sábado “. Con estas eran ya cinco bragas que Ivelin se había comprado para el sábado, se iban con su marido a Barcelona a un bar de intercambio y estaba muy excitada. Yo hice una foto de mis tetas y le devolví el mensaje: “ Chúpame las tetas “, a lo que ella respondió: “ Vale, si tu me lames el culo “. Ivelin sabía que me encantaba lamerle el culo, se lo hacia lenta y meticulosamente intentando meter mi lengua lo más profundo que podía en su ano. Me excitaba solo de pensarlo, podría haber estado aquí y besarle el culo mientras nos bañábamos juntas. ¡ Ostras, la bañera !, fui corriendo a parar los grifos, faltaba un pelo para que el agua de desbordase. Cerré los grifos, me despedí de Ivelin y entré en la bañera pensando en la curiosa relación que manteníamos los dos matrimonios.
      Cenábamos juntos al menos una vez por semana, tras la cena a veces entablábamos conversaciones picantes. Una noche en mitad de una conversación Ivelin fue a su habitación y apareció con un conjunto de lencería muy extremado, luego entre risas y bromas, me llevó a la habitación y me prestó uno de sus equipos. Ivelin era portoriqueña y lucía un espléndido cuerpo, su cara recordaba singularmente a Jennifer Lopez pero era mucho más alta que la estrella, así que usábamos la misma talla. Salimos de allí las dos hechas un mirlo y comenzamos a exhibirnos frente a nuestros maridos. Entonces ella me besó en la boca y yo respondí jugando con nuestras lenguas, comenzamos a abrazarnos, a meternos mano y acabé en el sofá con las piernas abiertas y la cabeza de Ivelin metida entre ellas. Nuestros maridos, todavía sentados en la mesa donde habíamos cenado, disfrutaban de tan exquisito espectáculo hasta que Ricardo se puso en pie y desabrochándose la bragueta metió su polla en mi boca, comencé a chupar como una glotona y una ola de placer me recorrió la espalda. Ivelin seguía perdida entre los recovecos de mi intimidad y Félix, su marido, continuaba observando sin acabar de creerse lo que estaba viendo. Felíx se levantó al fin y puso su polla al alcance de mi boca y esperó su turno, solté la polla de mi marido y me tragué la de Félix de cuajo. Cada vez me sentía más mojada pero Ivelin se encargaba de asearme con su lengua. Ni siquiera había levantado la cabeza desde que comenzó a comerme el coño y seguramente no estaba al corriente de la situación. Yo seguía con una polla en cada mano metiéndomelas en la boca alternativamente, Ricardo se fijó entonces en la postura de Ivelin: estaba con las piernas abiertas y el culo en pompa. Así que aprovechó mientras yo se la chupaba a Félix para situarse tras ella y meterle delicadamente la polla en el coño. Ivelin dio un respingo y sin levantar la cabeza, por primera vez habló:
    -“ Dejadme adivinar ¿ a que no es esa la polla de mi marido ?.”
   -“ No Ivelin “ - le respondi - “ Creo que la polla de tu marido esta en mi boca “- y todos rompimos a reír con la ocurrencia.
       Luego Ricardo comenzó a bombear a Ivelin con fuerza hasta que esta se despegó de mi coño y comenzó a jadear descontrolada. Al verlos así tuve un instante de celos pero enseguida recuperé la compostura, los ojos de Ivelin me miraban fijamente, intentaba llegar a mi boca pero no podía, yo entonces me incliné hacia ella y nuestras lenguas se entrelazaron frenéticamente. ¡Y entonces explotó !, comenzó a correrse y a chillar como una perra completamente descontrolada. Luego se dejó caer en la alfombra.
      -“¡ Oh por Dios, que alguien me dé un cigarrillo !.”
       Como era de esperar yo también acabé follando con Félix hasta que se corrió dentro de mi en un orgasmo simultaneo como si lo hubiéramos hecho de toda la vida. ¡ Estuvo genial !.
       Después de ese día nuestra amistad continuó normalmente como si nada hubiera pasado, no había entre nosotros ninguna clase de confianzas más allá de las que tienen los amigos normalmente, seguíamos saliendo juntos a comer, de viaje y a cenar sin que nadie que nos viera hubiese sospechado jamás el tomate que nos llevábamos entre manos. Sin embargo de vez en cuando volvíamos a repetir la experiencia, era muy excitante hacerlo pero siempre que sucedía era de forma espontanea, sin haber preparado nada. Simplemente cenábamos juntos y acabábamos follando los cuatro. Le llamábamos a eso “hacer un parchís.”
       Ensimismada en mis pensamientos me dí cuenta que llevaba ya un buen rato en la bañera. Salí del agua, me puse una toalla y dediqué un buen rato a secar mi media melena castaña. El baño me había sentado genial, quedé muy relajada y se había esfumado buena parte de mi cansancio. Luego, tranquilamente estirada en la cama, me fumé un pitillo. El reloj se acercaba ya a las 9, tenía un poco de hambre y decidí ir a comer algo al bar de la plaza y a comprar tabaco. Fui a vestirme y vi que las bragas no estaban todavía secas, daba igual, iría sin ellas y ya de paso sin sostenes. Ya bastante pena tenía poniéndome ropa sucia después de bañarme, pero al menos la ropa interior no la llevaría sucia. Eso si, me puse los panties que dejaban el coño al aire. Muchas veces iba sin bragas, me excitaba hacerlo y no me vendría ahora de ir sin ellas a comerme un bocadillo.
       Salí de la pensión sin ver a la vieja, los tacones de mis zapatos rompían el silencio de la calle y de vez en cuando un soplo de aire penetraba bajo los faldones de mi abrigo recordándome que iba sin bragas ¡ la sensación de frío en el coño era deliciosa !. No tardé en llegar al bar, un par de mesas con unos viejos jugando a cartas eran los únicos clientes. Me senté en la barra y le pedí a una muchacha que estaba detrás un bikini y una caña. Noté en la nuca clavadas todas las miradas de los jugadores. Crucé las piernas y me puse un poco de lado para que las vieran bien, también dejé colgar el tacón de un zapato dejando el talón descalzo. Esa postura ponía cardíaco a Miguel, mi antiguo jefe, así que dejé que los viejos babeasen un poco. Ni siquiera me molesté en mirarlos, preferí coger un periódico que estaba sobre la barra y ojear las noticias mientras mosdisqueaba el bikini. Entonces tuve una llamada de Ivelin.
    -” No sabía que te habías quedado colgada en la carretera. “- se lo debió decir Ricardo.
    -“ Si hija si, colgada como un jamón. “
    -“ Si necesitas algo no dudes en llamarme, te puedo venir a buscar.”
    -“ Gracias Ivelin, no es necesario. Por cierto, me encantaron tus braguitas. “
    -“ ¿ De veras ?, todavía no sé cuales me voy a poner el sábado. ¿ Por qué nos os venís Ricardo y tú ?. Así si no hay nada que valga la pena nos hacemos un parchís nosotros.”
    -“ Para follar los cuatro no hace falta ir a Barcelona, podemos hacerlo en mi casa que está más cerca. “-
    -“ No me refiero a eso, allí podemos encontrar otra pareja más y hacemos un sexteto. Un sexteto de jazz...ja,ja,ja. “- Ivelin se reía con malicia -” Además me han dicho que hay un pasillo francés.”
      -“¿ Y eso....? “
      -“ Es un pasillo con varios agujeros en la pared, de cada agujero sale una pinga. Tienes que cruzar el pasillo comiéndote todas las que puedas. Es muy excitante, chúpala bien sin saber a quién, ja,ja,ja. “- decididamente Ivelin era más marrana que yo, al menos en su imaginación. A la hora de la verdad ya veríamos si pasaba o no por ese pasillo.
    -“ No sé Ivelin, a mi me gusta ver a quien se la chupo. Quiero ver su cara, si disfruta, lamerle los huevos......”
      Dejé de hablar, algo estaba fallando, recordé una canción : Los sonidos del silencio, ese era el problema. No me había dado cuenta de que el bar se había quedado en silencio y todos los viejos estaban pendientes de mi conversación, seguían con las cartas en la mano pero todos me miraban, incluso los que estaban de espaldas a la barra se habían girado para mirarme. La camarera esbozaba una sonrisita como diciéndome: si eres tan guarra no deberías hablar por el móvil. Una manta de bochorno rodeó todo mi cuerpo. “ ¡ Tierra trágame !. “
    -“ Ivelin tengo que dejarte “- dije cuchicheando el móvil, hablé tan bajo que no sé si me oyó.
      Sin abrir la boca puse el dinero de la consumición en el platillo de la factura y salí del bar sin esperar el cambio. Ya en la calle respiré profundamente aliviada ¡ ostras Pedrín !, ¡ que mal rato he pasado !. Quise llamar otra vez a Ivelin pero vi que tenía poca batería y desistí de hacerlo, quizá necesitase llamar y para colmo de desgracias había olvidado el cargador en el coche. Necesitaba un pitillo, abrí el paquete y estaba vacío, ¡ cualquiera entraba ahora en el bar a comprar tabaco !. Mire al cielo “ Oh Dios mio, basta ya de desgracias, no me putees más. Déjalo ya por hoy “. Encaminé mis pasos hacia la pensión, lo mejor sería meterme en la cama y pasar página a aquel maldito día. Cruzando una calle vi en ella un pequeño letrero luminoso que ponía “ LONDON English Pub “, quizá allí tendrían tabaco y entré a preguntar.
    -“ En la máquina “- me dijo el propietario y sus palabras me sonaron como una música celestial, quizá el Todopoderoso se había apiadado y mi suerte comenzaba a cambiar.
    El LONDON era una pub con una decoración tan original como su nombre, no había ningún cliente pero vi que habían tres sofás curvos donde debían venir las parejítas a meterse mano.Tras la pequeña barra colgaba un reloj de estilo inglés comprado en un chino. Aún y así el lugar tenía su encanto y gracias a su acertada iluminación resultaba un lugar acogedor. Saqué el paquete de la máquina, un gin tonic me hubiera venido genial pero preferí fumar. Antes de salir del local el dueño me dijo:
    -“ Puede fumar aquí si quiere, ahora no hay nadie y no creo que sea usted de la poli. “- puso un cenicero sobre la barra y me dedicó una sonrisa de complicidad. Luego él mismo me encendió el cigarro. Eche una calada y solté el humo lentamente con placer, cuando los médicos te dicen que no fumes nunca piensan en momentos así.
    -“ No se puede imaginar cuanto se lo agradezco, si ahora además me pone un gin tonic de Tanqueray le haré un monumento.”
      Los dos primeros tragos refrescaron mi garganta y miré a los ojos al barman con agradecimiento. Seguro que el tipo pasaba de los 50 pero era un hombre interesante, tenía los ojos de alguien que ha visto muchas cosas en esta vida y que no se sorprende de nada, ni siquiera de ver a una mujer como yo, sola en una fría noche de invierno y en pueblo de mala muerte. Comenzamos a charlar, su conversacíón era fascinante y despertaba mi curiosidad constantemente. Por alguna razón me sentía atraída por aquel hombre.
    Pedí un segundo gin tonic y puse la copa en mis labios asegurándome de que viera mis largos dedos con las uñas pintadas de rojo. Volvieron a llegar a mi cabeza los pensamientos obscenos, no quería llevármelo a la cama pero sí tenerlo a mi merced, vencerle, ser yo quién dijese ¡ NO !. Pero no me iba a ser fácil, Bártel, así se llamaba; era un viejo zorro que habría lidiado en muchas plazas. Con un hombre así no servían mis viejos trucos: ni cruces de piernas, ni tacones colgando, ni miradas de reojo. Además la barra y mi abrigo impedían mostrar mis encantos, no quería quitarme la prenda para que no viese mi asqueroso uniforme y solo podía ver de mi la cara y mis manos; eran armas suficientes para seducir a cualquier hombre, pero Bártel no era un hombre cualquiera. Quizá si supiera que iba sin ropa interior tendría alguna ventaja pero tampoco encontraba la forma adecuada de decírselo.
    Muy sutilmente comencé a llevar la conversación hacia temas delicados, sin embargo cada vez que lo intentaba, Bártel me respondía con una evasiva y enderezaba el diálogo hacia una conversación normal, tanto; que ni siquiera me tuteaba. De vez en cuando hacía un comentario agradable sobre mi de una forma muy discreta, era su manera de decirme: “ me gustas, estás buenísima pero no podrás conmigo “. Debía encontrar la forma de derribar a aquel tipo “Tú seras muy duro, pero yo muy tozuda. Viejo cabrón.” y tuve una idea: le haría creer que quería acostarme con él pero sin mediar una palabra. Me disculpé y me fui al lavabo procurando hacer sonar los tacones. Me miré al espejo y desabroché la blusa, ¿ tendría valor para salir así al bar ?, no, no lo tenía. Con una toallita que saqué de mi bolso aseé un poco mi coño, luego busque un espejito y un pintalabios y me dispuse a iniciar mi plan. Incliné un poco el cuerpo sobre la pica y comencé a pintarme los labios de rojo. La blusa abierta permitía verme los pechos a través del espejo e hice un vaivén para ver como se movían. Meticulosamente fui bordeando mis labios hasta que quedaron brillantes y de un rojo intenso. Abrí y cerré un poco la boca dos o tres veces, abroché los botones de la blusa y por último me puse el abrigo otra vez. Salí y me senté otra vez en la barra frente a mi gin tonic y a Bártel, encendí un pitillo, le eché una calada y dejé el cigarro en el cenicero con el filtro manchado de carmín. En los ojos de Bártel vi un atisbo de deseo, ahora era él quién se iba a romper la cabeza preguntándose para qué me habría pintado los labios de esa forma si el bar estaba vacío, no había nadie salvo él y yo.
   -“ Ese rojo de labios te sienta de maravilla, queda perfecto en tus labios. “- lo había dicho: “te” y “tus”. Ya me estaba tuteando, el barco comenzaba a hacer aguas, un par de torpedos más y se hundiría.
      Entonces sucedió algo que cambiaría radicalmente el curso de la noche. Entró un cliente al bar, un tipo alto, apuesto, con un abrigo de Loden negro. Estaba absorto hablando por el móvil y se situó al otro extremo de la barra sin apenas verme. Le hizo un gesto con el dedo a Bártel para que le dejase un papel y un boli, comenzó a escribir en el papel mientras seguía hablando. Era un hombre muy guapo de entre 35 y 40 años pero tenía el deje empalagosillo de los representantes comerciales. Por mi trabajo los conocía a decenas y eran todos unos fantasmas. Bártel le sirvió un Cardhu con hielo, dio un traguito al vaso y entonces me vio. Mientras seguía dale que dale con el teléfono me guiñó un ojo. “Comenzamos mal”, pensé, un chulo de barrio de la vieja escuela. Por fin dejó de hablar, señaló mi copa con el dedo diciéndole a Bártel:
    -“ Esa me la apuntas a mi “- con el mismo dedo que señalo la copa me hizo un gesto para que me acercase a él. “Seguimos mal tío, conmigo lo tienes claro”. Bebí un trago sin moverme del taburete. El guaperas se acercó entonces a mi diciendo:
    -“ Como tu quieras. Si la montaña no va a Alá, Alá irá a la montaña. “
    -“ O Alá se hará una paja “- le respondí amablemente. Al otro lado de la barra Bártel se tapó la boca para contener la risa. Había pasado el día en la feria soportando a pelmazos para que ahora viniera ese a rematarme. Dí el último trago y me puse en pie.
    -“ ¿ Que te debo Bártel ? “
    -” Nada, una copa la paga la casa y la otra El Señor “- miro de reojo al tipo con sorna.
    Entré un segundo en la barra y le di un par de besos.
    -” Gracias Bártel, ha sido un placer conocerte. “
    -“ Y para mi una pena que te marches. Ya sabes donde estoy. “
    Antes de salir el guaperas volvió a la carga:
    -“ ¿ A donde vas tan pronto ?. “
    -“ No te interesa pero te lo voy a decir. Me voy a la cama . “
    -“ ¿ Tú sola ? “- el tío pesao se resistía a rendirse.
    -“ No, con los siete enanitos, pero evidentemente tú no eres uno de ellos “- en esta ocasión Bártel no pudo disimular la risa y sus carcajadas sonaron por la calle mientras me alejaba del pub. Yo siempre tenía sueños eróticos pero follarme a un gilipollas no era uno de ellos.
    Estaba cerca de la pensión cuando tropecé con un contenedor de basura ,¡Oh Dios, que daño !, mire mi pie y había roto la media, tambíén ví una gotita de sangre. Dicen que las desgracias nunca vienen solas, a mi ese día me llegaban en autobús. Por suerte estaba cerca de la pensión y llegué enseguida.
    Llamé al timbre y pasados unos segundos en la puerta apareció un ángel.
    Los ángeles no tienen edad, este sí la tenía: 26 o 28 a lo sumo, era un pelín más alto que yo con un cuerpo esbelto, vamos, que si fuera un vestido sería perfectamente de mi talla. Llevaba una camisa de lino blanca sin cuello ni botones que le caía hasta los muslos, los pantalones blancos y también de lino, los zapatos de piel natural: iba descalzo. No era precisamente la indumentaría más adecuada para llevar en invierno y menos en aquel pueblo de mala muerte, pero le sentaba divinamente. Estaba muy moreno, exageradamente, como si se pasase horas tomando el Sol todos los días, en la nuca lucía una cola de caballo negro azabache.
   - “ Buenas noches. “- dijo mirándome con unos ojos negros de niño malo, tras sus labios carnosos aparecíó la sonrisa blanca de unos dientes perfectos. Quedé en el umbral de la puerta pasmada, sin poder disimular mi asombro, ¡ Dios, que tío !, eso no era humano, realmente era un ángel.
    -” ¿ No entra ? “- dijo al verme allí tiesa sin poder reaccionar.
    -“ Si.....perdone. Bu...buenas noches “ - y entré si poder dejar de mirarle.
    -” Que le pasó en el pié “- tenia un suave acento sudamericano - “ ¿ Me deja que se lo mire ? “- si, si por favor, mirame el pié, las piernas, el culo. Mira todo lo que quieras pero no te quedes solo mirando.
    -“ Si no te importa. “- ya pasé a tutearlo directamente.
    - “ Ven, pasa “- “ Ven “, él había pasado también el tuteo, ¡ que feliz me sentí !.
    Abrió una puerta de madera con cristal opaco y entré en un comedor con varias mesas y sillas sobre ellas patas arriba, la única iluminación la daba el fuego de una chimenea que estaba en una pared del fondo. Junto al fuego habían dos sillones, me tomó del brazo y me acompaño hasta ellos, luego me senté en uno.
    Encendió una lámpara de pie junto al sillón, luego se agachó para examinarme el pie.
    -“ ¿ Trabajas aquí ? “- me animé a preguntar.
    -” Si y no, digamos que soy una especie de portero. Solo vengo por las noches para abrir la puerta y para que Doña Amelia no esté sola en una casa tan grande. No es nada lo de tu pie, solo una rozadura. Espera un momento “- se levantó y fue a buscar algo.
    Aproveché la pausa para separar un poco el abrigo y dejar parte de mis piernas al descubierto, las abrí también discretamente, solo lo justo para que pudiera verme el coño si volvía a mirarme el pie, noté que me mojaba con solo pensarlo. Volvió a aparecer con un frasco de agua oxigenada, algodón y unas tijeritas.
    - “ La media ya está rota, no te importará que la corte “- me pareció bien aunque hubiese preferido quitarme los panties. Podría habérmelo pedido.
    Volvió a agacharse y comenzó a cortar el nylon alrededor del tobillo, con suma delicadeza deslizó el trozo cortado dejando el pie descalzo. Solo había un poco de sangre que la media había esparcido sobre mi empeine, el color de la sangre combinaba perfectamente con el rojo de las uñas del pie. Mi enfermero cogió el frasco de agua oxigenada y me miro diciéndome:
    -“ Quizá esto te escueza un poco “- me pregunté si ya me habría visto el coño al subir la vista .            
    Dejó entonces el frasco en el suelo, cogió mi pie y comenzó a lamerme la sangre. ¡ O Dios mio, que gustazo !, ¡ y eso que realmente escocía !. Mientras estaba lamiendo fijó sus ojos en los míos, sin apartar la mirada limpió la sangre con su lengua, luego comenzó a lamerme los dedos del pie, uno por uno hasta llegar al dedo gordo que se metió en su boca. Seguía mirándome pero yo ya no lo hacía, había levantado la cabeza hacia el techo. Pero no vi el techo, vi el cielo.
    Mi respiración comenzó a acelerarse, cerré los ojos, no veía nada, solo sentía. Sentía unos labios besando mi cuello, unos dedos cerca de mi coño, los botones de la blusa se estaban desabrochando para liberar mis pezones. Una lengua entró en mi boca, unos dedos se mojaron en mi vulva, una mano acarició mis pechos.
   ¡ Y sonó el móvil !.
   Regresé de nuevo a la tierra, alargué la mano y saqué el aparato de mi bolso, era Ricardo.
    -“ Marisa, no encuentro mis pastillas, ¿ sabes donde pueden estar ?.
    -“ Están en el cajón de la cónsola. “- unos dientes mordisqueaban mi cuello, un dedo se coló en mi coño.
    -“¿ Estas bien ? “
    -“ Estoy divinamente “
    -“ ¿ Que estas haciendo, dormías ya ? “
    -“ No estaba durmiendo cariño. Tengo un dedo metido en el coño y una mano en mis pezones. “
    -“ ¡ Vaya !, que te estás haciendo una paja, dilo claro, ¡ pues córrete a gusto !. “- metí mi mano libre en la bragueta de mi ángel.
    -“ De eso puedes estar seguro. Un beso. “
    -“ Marisa ¿ te pasa algo ?, te noto rara. “
    -“ Nada, es que no encuentro la polla. “
    -“ ¿ Polla ?, ¿ que polla ? “
    -“ La polla amor, la busco y no la encuentro. “- conseguí meter la mano en los calzoncillos y agarré un mazo de mortero.
    -“ No la encuentras porque está aquí entre mis huevos a 90 kms. de donde estás tú. “
    -“ Ya la tengo cariño, duerme bien. “- colgué.
    -” ¿ Era tu marido ? “- me susurro en la oreja y metió la lengua en ella.
    -” SSSSSi, mi marido, no te preocupes, me deja hacerlo. Vamos a mi habitación, llévame a la cama.“
    - “ Espera un poco, todavía falta un huésped por llegar, desde la habítación no oiré el timbre.
    Apoyó las rodillas en ambos brazos del sillón, su bragueta quedó frente a mi cara y saqué de ella una hermosa polla. La agarré con firmeza subíendo la mirada hasta encontrar sus ojos. Saqué la lengua y la moví cerca de su glande sin llegar a tocarlo, le miraba fijamente con ojos de gata retrasando el momento divino de comerme la golosina.
    “ RIIIIIIIIIING “. El timbre de la puerta sonó con impertinencia. ¡ Que oportuno !.
    - “ Ya llegó el huesped, no te muevas que ahora vengo. “- le oí abrir la puerta y darse las buenas noches, reconocí la voz del recién llegado: era el héroe del pub. “ ¡ Ay guaperas !,¡ si supieras lo que te has perdido por gilipollas !. Enseguida regresó mi portero de noche pero se sentó en el otro sillón.
    -“ ¿ Subimos a mi habitación ? “- intenté disimular mi impaciencia.
    -“ Si, pero dime una cosa antes. Solo es por curiosidad, ¿ de verdad estas casada ?.”
    -“ ¡ Claro !, ya te lo dije antes. “
    -“ Es que me pareció entender que a tu marido no le importa que te acuestes conmigo. “      
    -“ Ricardo y yo nos concedemos ciertas libertades, así nunca tenemos la necesidad de mentir ni traicionarnos. “
    -“ No comprendo. “
    -“ De vez en cuando mantenemos relaciones sexuales con otras personas. Él se acuesta con mujeres y yo con otros hombres. “
    -“ ¿ Y a eso le llamas tú ciertas libertades ?. En Colombia, mi país, por mirar mal a a una mujer te achicha a tiros el marido. Una cosa es permitir que tu mujer vista un poco provocativa y otra permitir que se la chinguen. “
    -“ Si no quieres que te rompan una ventana déjala abierta, si la cierras te robarán de todos modos y además te romperán los cristales. En tu país, con tiros o sin ellos, os seguís poniendo los cuernos.“
    -“ ¿ Eso significa que debes permitir la infidelidad ?. “
    -“ ¡ En absoluto !, significa que debes permitir el sexo. La infidelidad es otra cosa y viene precisamente cuando no permites el sexo. Yo nunca he sido infiel a Ricardo. “- cada vez estaba más asombrado de lo que le decía.
    -“ ¿ Ah no ?, ¿ y eso que estamos haciendo que es ?, ¿ jugar a cartas ?”- protestó - “ En Colombia te matarían por mucho menos.”
    -“ Eso que estamos haciendo y vamos a seguir haciendo “- remarqué - “ es solo un juego de sexo, si quieres es una indecencia, pero no estoy engañando; mintiendo, ni siendo infiel a nadie; mañana mismo se lo contaré a mi marido. “
    -“ Y te matará a palos. “- seguía sin asimilarlo
    -“ Anda, vámonos a la habitación “- me levanté del sillón y le cogí de la mano.
    Lo que le había dicho era cierto. Desde hacía tres años Ricardo y yo nos dábamos carta blanca de vez en cuando para echar una canita al aire respetando ciertas normas. Ante todo la discreción, vivíamos en un pueblo y nunca nos relacionábamos con nadie de allí o de los alrededores, salvo el caso, claro está; de Ivelín y Félix que por la cuenta que les traía mantenían también la boca cerrada. Lo hacíamos siempre con desconocidos y, eso si; no nos permitíamos repetir el plato. Solo una noche y tararí que te ví, o tararé que te follé. Tampoco éramos demasiado promíscuos, con un polvo o dos al año ya era suficiente. La sensación de libertad que sentía sabiendo que podía acostarme cuando y con quien me diera la gana era maravillosa. Precisamente por eso hacía poco uso de mi derecho de pernada, quién tiene una pastelería come pocos pasteles. En cierto modo me consideraba una mujer decente, otras en mi lugar no pararían de acostarse con todo quisque.
    Por extraño que parezca, fue Ricardo quién usó por primera vez la carta blanca cepillándose a una chica preciosa. Yo lo pasé fatal, me moría de celos y pensé que no funcionaría el sistema. Luego, en los tres años siguientes, fui yo quien le metió cinco goles. Así que íbamos 5 a 1 que con el remate de esta noche sumarían 6.
    Este estilo de vida nos proporcionaba a los dos una sexualidad satisfactoria. A veces nos excitábamos hablando de lo que habíamos hecho con nuestros compañeros de cama. Teníamos también varias fantasías sexuales. Una de ella era ser follada por delante y detrás a la vez, otra; ver a un hombre darle por el culo a Ricardo, aunque esta última no acababa de convencer a mi marido.
    Por varias razones todavía no habíamos podido hacer ninguna de aquellas guarradas, pero estaba segura que acabaríamos haciéndolas.
   -“ Vamos a jugar a la noche de bodas “- dijo el colombiano al llegar a la escalera. Me cogió en brazos y me subíó hasta mi habitación. Una vez dentro me depositó suavemente sobre la cama.
   -“ Espera un segundo, necesito que ir al lavabo “- tenía ganas de mear y asearme un poco. Entré en el baño y tras hacer pis me senté en el bidet, me lavé a conciencia e incluso me metí un dedo en el ano para asegurarme de que estaba bien limpio. Seguramente esta noche recibiría visita.
    Me miré al espejo para apreciar mi propio cuerpo y ver todo el placer que le iba a proporcionar a mi amante. Por último me puse los zapatos de aguja, me gustaba follar con ellos.
    Salí del baño completamente desnuda y le vi estirado en la cama, todavía llevaba puesto el pantalón, subí encima suyo y me puse a caballo sobre su cara.
    -“ Cómetelo. “- le ordené. Quizá era una entrada un poco brusca pero ya habíamos hecho el aperitivo en el comedor de abajo. Comenzó a darme besos en el coño y luego, como quien besa unos labios metió la lengua dentro de mi explorando todos los rincones, estos eran los momentos en que se agradecía tener el coño depilado. Cuando llegó al clítoris noté que mis pezones querían explotar, yo misma me puse a tocarme las tetas. Por un instante pensé en Ivelin, en este momento me vendría de perlas una de sus mamadas de pezónes. Mientras, él se fue quitando los pantalones sin dejar de atenderme el coño.
    -“ Date media vuelta “ - me quedé al revés de como estaba ofreciéndole el culo, lo lamió lentamente alternando la lengua del culo al clítoris. Si el cielo existe debe ser algo así, pero no mejor, eso es imposible. Delante mio su polla recta esperaba mis labios, me incliné hacia abajo y dejé que entrara en mi boca formando un 69 impecable. Tras varios intentos conseguí tragármela toda, la notaba en el fondo de mi garganta y no podía respirar, él respondía metiendo su lengua profundamente en mi coño. Luego empecé un bombeo con mi boca, la saliva y el carmín tintaban su polla de rojo. Nos tomamos un buen tiempo en esta posición, era como si cada uno quisiese devorar al otro, comernos literalmente nuestras partes íntimas. A continuación pasamos al segundo plato.
    Me coloqué en la cama con las piernas bien abiertas y nos besamos, se puso encima mio y yo misma le tomé la polla para introducírmela. Antes de hacerlo hice una pausa:
    -“ Por cierto, me llamo Marisa ¿ tú como te llamas ? “
   -“ Carlos “
   -“ Un placer Carlos “- y entonces sí que me la metí hasta el fondo.
   -“ El gusto es mio “- me respondió
   Poco a poco fuimos aumentando el compás, estábamos muy bien coordinados y al igual que un tren que sale de una estación, nuestra velocidad fue en aumento hasta alcanzar nuestro ritmo de crucero. Mis piernas no podían abrirse más y estaban suspendidas en el aire haciendo bailar los zapatos. Pasé 10 o 15 minutos en el paraíso y no quería que aquello acabase nunca pero note que mi orgasmo llegaba y mi vulva explotó en una taquicardia de placer. No pude o no quise reprimír unos cuantos gritos. Carlos me soltó, se sentó en la cama y me invitó a sentarme sobre él.
   -“ ¿ No nos oirá nadie ? - le pregunté, temía despertar a la vieja con mis jadeos.
   -“ No te preocupes, Doña Amelia duerme en el tercero. Aquí al lado en la 17 está el otro inquilino pero me da igual despertarlo. “- a mi no me daba igual, quería que se despertara y se pajeara con lo que oía. A partir de ahora gritaría más fuerte.
    Me senté sobre Carlos clavándome otra vez su polla, estaban mis labios tan mojados que apenas noté como entraba. Le cogí la nuca con mis dos manos y nos besamos jugando con nuestras lenguas. Iniciamos un galope sin dejar de besarnos, una de sus manos cogía mi nalga ayudándome a marcar el ritmo, su otra mano tenia un dedo metido en mi ano. Me sentí volar y despegué de la cama, Carlos se había puesto de pie y yo follaba en el aire colgada de él, su polla no podía clavarse más dentro de mi. Ya no chillaba, ¡ sollozaba ! y me daba igual quien pudiera oírme. Mis uñas arañaban su espalda, él a cambio me mordía el cuello. Pasado un rato nos volvimos a desplomar en el colchón sin parar de follar, yo ya no sabía donde estaba y volví a sentir los síntomas de mi segundo orgasmo, en esta ocasión Carlos derramó su esperma profundamente en mis entrañas.
    Quedé descompuesta sobre la cama al igual que Carlos que yacía a mi lado.
   -“ ¡Menudo polvo ! “- dije todavía jadeando. - “ alcánzame el bolso, por favor. Necesito un cigarro. “- Carlos depositó el bolso sobre mi vientre, saqué un pitillo pero no encontraba el mechero por ninguna parte.
   -“ No te preocupes “- me dijo - “ te traigo uno de abajo, de todas formas tengo que ir a apagar el letrero luminoso, son ya las 12. “
    Solo se puso los pantalones y salió de la habitación. Me quede mirando al techo intentando poner en orden mis ideas, todavía estaba con las piernas abiertas, el semen se estaba saliendo y resbalaba hacia mi ano. Busque en el bolso una toallita para no manchar la sábana y tropecé con el móvil. Tuve una idea, cogí el aparato e hice una foto. Mire la pantalla, aparecía un coño pringado de leche, busqué el número de Ricardo y pulsé “ enviar “. Dejé el móvil cerca esperando su llamada.
   Lo primero que hizo Carlos al llegar fue darme fuego, se sacó los pantalones y observé que seguía tieso. Yo me sentía un poco cansada pero quería aprovechar al máximo aquella noche que la providencia me había regalado. Él entonces reparó en el móvil junto al cojín.
   -“ ¡ No me digas que estuviste llamando !. “
   -“ No, solo le mandé una foto a Ricardo. “
   -“¿ Una foto ?,¿ qué clase de foto ? .“
   -“ Una de mi coño. “ - Carlos me miró la entrepierna viendo el estropicio que había causado.
   -“ ¿ De tu coño ?, ¿ así como está ? “
   -“ Así, como está.”- le dije soltando humo por la boca.
   -” Estás loca, completamente loca y ese hombre nos va a matar a los dos.”
   -“ Ven “ - puse la mano sobre la cama para que se estirase junto a mi. Le besé con ternura - “ no te preocupes, no va a pasar nada “.
    Me giré de lado para apagar el cigarro, Carlos aprovechó que le daba la espalda y acarició mi ano con los dedos. Escuché un susurro muy cerca de la oreja:
   -“¿ Te gustaría que.....?.“
   -” ¡ Si !. “ no le dejé acabar de hablar - “ por favor métemela en el culo. “
    Antes de hacerlo me separó las nalgas y lubrificó bien el ano con su lengua. Luego delicadamente la fue metiendo paso a paso hasta tenerla toda dentro del trasero y comenzamos de nuevo a movernos los dos. Cada vez que me daban por el culo sentía molestias unos cuantos días, sin embargo me encantaba hacerlo, el pecado valía su penitencia. De los 6 goles que ya le había metido a Ricardo en todos me dieron por detrás. Incluso el arnés que me metía Ivelin a veces, me hacía pasar un mal día, Ricardo y Félix también. Pero así y todo seguía adorando que me lo hicieran.
    Yo me frotaba el clítoris y Carlos seguía reventándome, se iluminó el móvil antes de sonar y le dije a a mi ángel:
   -“ Es Ricardo, tu sigue como estás, no la saques “- cogí el teléfono
   -“ Marisa, ¡ vaya foto me has enviado !, supongo que es reciente “
   -“ Si, acabo de hacérmela ahora.”
   -“ Me lo imaginaba, antes cuando llamé ya noté algo raro, ¿ sigues follando ?. “
   -“ Por el culo, si. Anda ven, haremos un trío “- la conversación con mi marido con la polla de Carlos clavada en el culo me estaba poniendo a 1000 - “ Ven si quieres, estamos en la pensión Morales. Ven, ven.......me vengo, me vengo, me CORROOOOOOO !!!.
    Solté el móvil y ambos caímos muertos en la cama, yo de placer, el móvil por falta de batería.
   -“ Eso no Marisa, ¿ por que le has dicho que venga ? “- dijo sacando la polla.
   -“ Estás obsesionado con Ricardo. No te preocupes que no va a venir, el teléfono se apagó a media conversación y no sabe donde estamos. “
   -“ No Marisa, no “- me habló un poco cabreado - “ La que estás obsesionada eres tú. Me he acostado con muchas mujeres: casadas, solteras; viudas, guapas y feas, pero jamás, óyelo bien, ¡ jamás !, con una que le explicase a su marido por teléfono como me la estoy chingando. ¡ Y para colmo de colmos le dices que venga !.“
   -“ Eso es una fantasía erótica, quizá seas muy joven para entenderlo. “
   -“ Si, una fantasía en la que acaban todos muertos a balazos. Quizá yo sea muy joven pero he visto cosas que tú ni te imaginas. Si te gustan tus fantasías peligrosas a mi no me metas en medio “- se fue al baño y cerró la puerta.
   -“ Esto no es Colombia Carlos “- pero ya no me oía. Quizá tenía razón y yo me había pasado. Estaba acostumbrada a las charlas con Ivelin y a las veladas de los dos matrimonios. Allí hablábamos de muchas barbaridades y apretábamos mucho la tuerca. Pero para un novato en esas lindes, todo eso sonaba a extraterrestre. Era normal que estuviera enfadado y escandalizado.
    Salio del baño y entonces entré yo para asearme uno poco. Cuando salí le vi vestido y sentado en la cama. Me llevé una decepción ¡ se acabó lo que se daba !.
   -” Podríamos salir a tomar algo, todavía habrá algún sitio abierto ¿ te apetece ? “- ya se había calmado y eso me alegró.
   -“ No estaría mal, pero me revienta ponerme esta ropa, está ya muy ajada. “- puse la excusa de la ropa porque hubiera preferido quedarme allí con él. Seguro que quería irse porque tenía miedo de que viniera Ricardo. Por otro lado tenía sed y me apetecía un gin tonic.
   -” Eso de tu ropa creo que tiene remedio. Enseguida vuelvo. “
    Cuando regresó se había calzado unas tenis blancas y llevaba puesta una americana negra, estaba impresionante. Me dio un vestido envuelto en un papel de seda.
   -“ Ten, pruébatelo, era de Doña Amelia.“
   -“ ¿ De Amelia ?, no me ira bien. “
   -“ No te fíes de las apariencias, cuando tenía tu edad la vieja era un torbellino, tan guapa y sexy como tú y casi tan alta. Si vieses las fotos te quedarías sorprendida, pero la edad no perdona. “
   Cogí el vestido y lo colgué delante mio con ambas manos, era blanco estampado de flores naranjas. Aunque el vestido debía ser de los años 70, el estilo correspondía más a los 50. Era muy sexy y me sorprendió el perfecto estado de conservación, parecía que lo iba a estrenar yo. Me lo puse y aunque no era de mi talla me quedaba bastante bien. Quizá la falda, a medio muslo, quedaba un poco subida para la época de Amelia, pero ahora incluso era demasiado larga.
   -“ ¿ Te gusta ?- le dije dándome una vuelta frente a él.
   -“ Estas preciosa “- me dijo en una sonrisa.
   -“ Pues vámonos de fiesta “- me puse las bragas que ya estaban secas, me peiné un poco y salimos a la calle.
    Lo único que quedaba abierto era el LONDON, al entrar vi a Bártel tecleando un pc portátil que tenía sobre la barra. Se alegró de verme de nuevo a pesar de venír acompañada, le di dos besos y le pregunté si ya cerraba.
   -“ No, ¡ que va !, aquí hay cuerda hasta las 2. Además tengo clientela.”- dijo dirigiendo la mirada a los sofás. Dos de los sofás estaban ocupados por adolescentes bebiendo cervezas y magreándose de vez en cuando.
   -“ Nos vamos al sofá que queda libre “- le dije a Bártel.
   -“ Un Tanqueray tónica, ¿ y ?. “
   -“ Una copa de Pampero “- respondió Carlos. Bártel nos dio las copas y fuimos hacia el sofá.
   -” No sabía que conocías este sitio. “- me dijo nada más sentarnos.
   -” Lo conocí esta tarde antes de entrar en la pensión. Bártel es un tipo estupendo.”- le puse la mano en la nuca y le besé - “ ¿ estás ya más tranquilo ?.
   -” Para que te voy a mentir, si. No me hacía gracia tropezarme con tu marido en la pensión. “
   -“ Te gustó lo que hicimos “- seguí con mis besitos, Bártel con una leve sonrisa me miraba de reojo por encima de la pantalla del pc.
   -“ ¡Vaya pregunta !, estuvo chévere. Eres muy linda, sexy, tienes unas buenas tetas y además chingas muy rico. ¿ Quién puede pasarlo mal con una hembra así ?.
   -“ Y además la chupo y me gusta que me follen el culo “- ya me estaba excitando otra vez.
   -“ Si, y además tienes un teléfono y un marido. Si no hubiera sido por eso hoy sería la mejor noche de mi vida. Y te lo dice uno que chingó mucho. Te voy a contar una historia a ver si me comprendes: ¿ no te preguntaste qué hago yo en un pueblo así ?.”
   -” Dímelo tú “- le respondí dándole un trago a mi copa. Bártel me había preparado un gin tonic delicioso.
   -” En realidad ando aquí escondiéndome, tuve un pasado un poco turbio y no puedo regresar a Colombia hasta que se calmen ciertas cosas. “- me picó la curiosidad - “ Nací en Cartagena, allí hay mucho turismo y me metí a pinguero. “
   -” ¿ Pinguero ?, ¿ eso es un puto ?.- mi curiosidad ya estaba picada del todo.
   -“ No exactamente. En realidad comencé de puto acompañando a las yankis millonarias, pero el destino me llevó a ser pinguero. Un pinguero es un tipo que le rompe el culo a los hombres y deja que se la chupen. “
   -“ No me dirás ahora que eres marica “
   -“¿ Yo marica ?. -dijo señalándose el pecho con el dedo - “ ¿ Todavía no te diste cuenta que no ?, yo nunca la chupé a nadie ni me dieron por detrás. Solo me lo hacían a mi y era yo quién daba pinga. “- frotó un puño en el aire como si tuviera dentro su polla.
   -” Así que los pingueros no son maricas. “- era yo ahora quien entraba en un mundo que no comprendía.
   -” Los hay que si y los hay que no. Muchos no lo éramos y nos metíamos en eso porque el dinero mueve montañas. Los hombres suelen tener mucho más dinero que las mujeres.” - miré hacia la barra, habían llegado algunos clientes más y Bártel conversaba con ellos.
   -“ ¿ Y como acabaste aquí ? “
   -“ Comencé a tener clientes importantes, gente del mundo de la política pero también tipos metidos en los cárteles de la droga. Sin darme cuenta me metí en un quilombo del que no podía salirme. Me pagaban mucha plata y comencé a vivir como un millonario, sabía que corría peligro pero no podía dejarlo. Me había acostumbrado al sabor de la plata, carros de lujo, lindas mujeres, viajes. Lo malo es que tanto ganaba, tanto gastaba. No tenía elección, o seguía así o me metía de camarero para ganar en 10 años lo que ganaba en un día. “
   -“ ¿Y te gustaba hacerlo ? “- comenzó a sonar música de Sabina.
   -“ No si hablas de sexo, en absoluto. Pero había algo que si me gustaba, piensa que mis clientes eran hombres muy poderosos, tenían en sus manos la vida y la muerte de miles de personas, algunos de ellos hasta era peligroso mencionar su nombre. Yo tenía a tipos así chupándome la pinga, lamiéndome el culo, meándome en su boca y de paso les corría el culo. ¡ Tenía su encanto !, no lo dudes. “
   -” ¿ Y que pasó luego ? “- cada vez me tenía más intrigada.
   -“ Un día recibí una llamada, fui al lugar de la cita y me esperaban dos tipos en un carro. Me llevaron a un aeropuerto y subí a un avión privado. Después de una hora aterrizamos en la jungla, me pusieron una capucha y me subieron a un helicóptero. Cuando me quitaron la capucha estaba en un lujoso despacho, al rato entró un tipo de mediana edad con un traje caro y de modales exquisitos. Yo entonces no sabía que aquel hombre era Gonzalo Galán, el mayor traficante de coca del mundo, el criminal más buscado por la CIA. Parecía un aristócrata europeo pero era en realidad la persona más peligrosa del planeta. Cruzamos un largo pasillo lleno de cuadros, supongo que debían ser todos auténticos y me hizo entrar en una lujosa alcoba. Una vez dentro requirió mis servicios.
   Cuando acabamos me llevó de nuevo a su despacho y me ofreció un asiento.
   -” Este es el trato “- comenzó a decirme. Yo no había tratado nada con él, pero cuando un hombre así te propone algo hay que aceptar, sí o sí - “ Una o dos veces al mes vendrás a verme, te quiero en exclusiva. Haz con tu tiempo lo que quieras, chingate a todas las mujeres que te dé la gana, pero si me entero que haces esto para otro, nadie volverá a saber de ti. En Colombia no cae una hoja de un árbol sin que yo lo sepa, tengo ojos en todas partes. Recuérdalo. Cuando vengas aquí serás sordo, ciego y mudo. Sobre todo mudo, además de ojos también tengo oídos en todas partes. Recuérdalo... Y no te preocupes por la plata, acabas de hacerte millonario. “
   Me mostró dos maletines que estaban en la alfombra.
   -“ Llévatelos y anda con cautela. Están llenos de plata. “
   Entre los dos maletines había un millón de dólares.
   -” ¡ Joplas ! “- exclamé - “ sigue. “
   -” Como él me había dicho, me llamaba una o dos veces cada mes, a veces incluso tres. Yo seguía mi vida de millonario sin tener que pringarme la pinga de mierda cada día, además podía ahorrar un montón de plata. Pero sabía que mis días estaban contados, en Colombia quien se lía con gente así acaba siempre en un cementerio, ¡ eso si tiene suerte !. Así que tracé un plan para salir de aquello. A través de un contacto abrí una cuenta bancaria en Uruguay, regularmente mandaba allí la plata que iba ahorrando. En menos de un año tendría la suficiente para escapar de Colombia y vivir como un marajá en cualquier parte. “
   -” Me tienes intrigadísima. Continúa. “
   -” Ya faltaba poco para escaparme, un mes más y estaría en un paraíso desconocido. Pero entonces   mi suerte me abandonó.
   Quedé como siempre con los dos tipos que venían a buscarme, pero esta vez no me llevaron al aeropuerto. Me pusieron la capucha en el carro y me hicieron tumbarme en el asiento, viajamos unas dos horas por carretera hasta aparecer en otro despacho que no conocía. Era la primera vez que me llevaban a otro lugar y comencé a temer por mi vida.. Sin embargo pronto llegó mi cliente y pasamos a una alcoba, eso me tranquilizó un poco. Comencé a hacer mi trabajo sin notar en él nada anormal, me decía las mismas cosas de siempre, gemía como siempre y yo me fui relajando. Luego se puso de cuatro patas sobre la cama y pidió que le sodomizase. Le metí la pinga y estaba ya a punto de correrle el culo cuando tiraron la puerta abajo. Entraron ocho encapuchados vestidos de militar y armados con fusiles. Dos me sujetaron apartándome de él. Los demás agarraron al capo y aprovechando que todavía tenia el culo abierto le metieron el cañon de un fusil: “esto de parte de Isabel por mariconazo”, dijo uno y le disparó una ráfaga. Algunas balas le salieron por el cráneo dejando la cabecera de la cama llena de sesos. Entonces yo también sentí la frialdad de un cañón apoyado en mi ano. Estaba muerto de terror y supe que los sesos de aquel desgraciado era lo último que vería en esta vida. Pero en vez del disparo solo escuché el click de un arma descargada. Se rieron de mi y me dijo uno: “ Hoy es tu día de suerte, maricón. Esfúmate. “
    Me enteré luego que la tal Isabel era su propia esposa que organizó la matanza al enterarse de lo que hacía su marido. Aunque también corrieron rumores que ella estaba liada con el capo de un cártel rival. ¡Ve tú a saber por qué lo mataron !.”
    -“¿ Y tu que hiciste luego ? ”- comencé a comprender el recelo que le tenía a Ricardo.
    -“ Sabía que había tenido un golpe de suerte pero no iba a tener dos. Antes tenía en Colombia los días contados, ahora eran las horas o los minutos los que me quedaban de vida. Era un testigo demasiado peligroso. Al día siguiente crucé por carretera la frontera venezolana y tras varias semanas de contratiempos aterricé en este pueblo. No puedo vivir en una gran ciudad, no sería prudente. Para esconderse nada mejor que un pueblo triste y anodino como este.”
   -“ ¿ Nunca sales de aquí ? “ - Sabina seguía cantando.
   -“ Solo de vez en cuando. Voy a Barcelona a ver un abogado, es quien me lleva los asuntos de Uruguay y me proporciona plata si la necesito. Pero solo voy y vengo sin dejarme ver demasiado.“                  
   -“ Vaya, vaya. Así que me he follado a un multimillonario, ¡ y gratis !, ¡ que tonta soy ! “- le dije bromeando.
   -“ No, no te follaste a ningún magnate. Es todo mentira, tonta, ¿ de veras me creíste?.
   -” Tonto tú “- le dije riendo y le tiré un cojín del sofá en la cabeza. Después volví a besarle.
   -” Tonta tú que te lo creíste todo. “
   -” Debo admitir que tienes mucha imaginación. “
   -” Ni tengo dinero ni imaginación. Eso lo leí en una novela hace tiempo. Te diré una cosa: de lo que veas créete la mitad y de lo que te cuenten nada. “
   -” ¿ O sea que de ti solo me creo la mitad porque te estoy viendo ?- le cogí la polla a través del pantalón - “ ¿ Y de lo que toque ?, ¿ que me creo ? “.- le besé sin soltar la mano del pantalón.
   -“ Esa teoría todavía no la sé. ¿ Te apetece otra copa ?. “
   -” Vale, pero dile a Bártel que me eche poca ginebra. Con esta ya van cuatro que me tomo hoy.”
   Fue a pedir las copas y me quedé en la mesa escuchando mi canción favorita de Sabina:
   “ Fue en un pueblo con mar una noche después de un concierto. Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto......”
   Aprovechando que estaba sola, un hombre me invitó a bailar. Era de edad mediana, más alto que yo y un poco canoso. Acepté y me levanté a bailar con él.
   -” Por lo que veo ya habéis terminado “- me dijo Ricardo marcando los pasos de la canción.
   -” ¿ Quien te ha dicho que estábamos aquí ?”- estaba pasmada de verle allí.
   -” Nadie, os he encontrado por casualidad. Me dijiste que estabas en la pensión Morales y cuando he llegado entré aquí a preguntar donde estaba la pensión, no hay nada más abierto. Entonces os he visto. “
   “....con una condición que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata....”
   -” Pero se cortó la llamada antes de decirte donde estaba. “
   -” Se cortó, pero luego. Hasta pude oir como te corrías “- Carlos llegó a la mesa con las dos copas y nos miraba con mala cara. - “ no te conocía este vestido, te sienta muy bien “.
   -” Me lo prestó Carlos, es de su jefa. Yo tengo toda mi ropa estrujada. “
   “...los clientes del bar uno a uno se fueron marchando. Tú saliste a cerrar, yo me dije....”
   -” ¿ Estrujada ?, ¡ no me extraña !, ¡ con el vapuleo que os habéis dado !- noté en su comentario un deje de celos. A cada vuelta que dábamos veía a Carlos más serio.
   -” ¿ Te apetece que hagamos un trio ? “- le dije para suavizar sus celos.
   -” A eso he venido, pero te noto algo cansada. “
   -” Algo si, pero todavía podré aguantar un par de polvos. Mañana no trabajo y puedo dormir. Lo malo es que no sé si él va a querer hacerlo. “
   -” No te preocupes. Tú preséntamelo y déjamelo a mi.”- si algo bueno tenía Ricardo era su poder de persuasión.
   -” ¿ Y donde lo hacemos ?. “
   -” En casa, a esta hora en tres cuartos de hora estamos allí. Además podemos comenzar haciendo un Taxi. “
    La prespectiva de follarme dos tíos al mismo tiempo tenía su gracia. Pero antes de ir a la mesa dimos unas cuantas vueltas bailando.
    “...y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres y desnudos al anochecer nos encontró la Luna...”
   -“ Carlos te presento a Ricardo, es mi marido “- los presenté sentándonos en el sofá. Carlos le saludó disimulando mal su recelo.
   -“ Marisa me ha hablado muy bien de ti. Dice que eres un tigre en la cama.”
    Ricardo había comenzado mintiendo, yo no le había dicho nada de eso, pero era una forma de decirle “tío ya lo sé todo y aquí no pasa nada” y entrar en harina directamente. Cierto que Carlos era un fenómeno en la cama pero en aquel momento más que un tigre parecía un gatito asustado. Nos miraba a los dos sin saber que decir. Ricardo me hizo un gesto con los ojos y entendí el mensaje.
   -” Voy al lavabo “- los dejé solos cinco minutos. Cuando volví Carlos era otro hombre. No sé que demonios le diría Ricardo, pero estaban riéndose como locos. Si uno era un fenómeno follando el otro lo era en Public Relations.
   -” Marisa, me ha dicho tu marido que os apetece hacer un triangulito conmigo.”
   -” Veo que ya os habéis puesto de acuerdo. Ok, pero tratarme bien, estoy en minoría. “- le dí el primer sorbo a mi copa y habló Ricardo.
   -” Pues entonces vámonos, comienza a ser tarde. “
   A pesar de Ricardo, fue Carlos quien pagó las copas, me despedí de Bártel manteniendo un poco las formas para que no sospechara que me iba a acostar con los dos, pero no sé si lo conseguí. Antes de salir le hice una pregunta que me picaba la curiosidad :
   -” Por cierto, ¿ por qué te llaman Bártel ?.”
   -” Porque me llamo Bartolo, ¿ A donde voy yo con ese nombre ?.”- Bártel hasta para eso era genial.
   Antes de entrar en el coche Ricardo le preguntó a Carlos si sabía conducir.
   -” Solo sé conducir Ferraris. “ - dijo Carlos con guasa.
   -” Pues hoy vas a conducir un Jeep Cherokee, no corre tanto como tus Ferraris pero es mucho más cómodo para lo que vamos a hacer. ¿ Sabes que es hacer un taxi ?.”- le preguntó Ricardo.
   -” En mi pais hacerte el taxi es que te meten en un carro y nunca nadie vuelve a verte. Espero que aquí sera diferente, si es lo mismo que en Colombia no contéis conmigo. “
   -” No te preocupes, aquí es un poco más divertido. “- sacó una moneda y la tiró al aire -” ¿ cara o cruz ?.“- ganó Carlos.
    Ricardo apretó la llave y de abrieron las puertas, Carlos entró atrás, Ricardo al volante y yo entré también atrás por la otra puerta. Iniciamos la marcha.
   -” ¿ Donde vamos? “- quiso saber Carlos.
   -” A nuestra casa, pero de momento estamos aquí “- comencé a besar a mi ángel, Ricardo puso música de Stan Getz dirigiendo el coche hacia la autopista. Recorrimos algunos kilometros si dejar de besarnos, su mano entraba metida en mi escote acariciándome las tetas. Después le mamé la polla y vi a Ricardo girar el retrovisor para observarnos.
   Luego cambiamos de chófer y fue Ricardo quién pasó conmigo atrás y Carlos al volante guiándose por el navegador. Se cambiaron dos o tres veces y yo me iba magreando alternativamente con los dos y comiéndome sus pollas precalentando el cuerpo para lo que me esperaba.
   Llegamos como había dicho Ricardo en menos de una hora. Nuestra casa estaba en una urbanización a un par de kilómetros de un pueblo costero. Metimos el coche en el garage y entramos los tres al comedor. Tras una obligada visita al lavabo, me desnudé y solo me puse unas medias con liguero y unos zapatos. Salí en pelotas y preparé unas bebidas: ron para Carlos, un cubata a Ricardo y otro gin tonic para mi. Aunque había bebido mucho, prefería ir un poco tocada para la guarrada que estaba a punto de hacer. Con Ivelin y Félix habíamos hecho algunas cochinadas, pero siempre éramos cuatro. Ahora yo sola me enfrentaba a dos hombres y estaba un poco tensa.
   Puse las bebidas sobre la mesita del comedor y me senté en el sofá entre los dos, yo desnuda y ellos todavía con los pantalones. Hicimos un brindis y encendí otro cigarro, lo dejé en el cenicero y comencé a besar a Ricardo abriendo un poco las piernas para facilitar a Carlos que me tocara, cosa que hizo al tiempo que me besaba el cuello y los hombros. La tensión que tenía fue desapareciendo para transformarse en excitación, mi marido me besa
                                




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Nombre do Relato


Codigo do Relato
1960

Categoria
Orgias

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