trio
( Relatos Heterosexuales )


La cabeza de Inés bajaba y subía rítmicamente y la cascada de rulos castaños no permitía ver su rostro. Por momentos la mano fuerte de Ariel la animaba a continuar. Era la mano de Ariel, sin duda, pues su muñeca ostentaba aquel reloj Omega tan característico de él. Su cuerpo reposaba boca arriba quedando su boca debajo del clítoris de Inés. La faena parecía tan intensa como placentera. Las voces de ambos eran por ahora inaudibles.
Un metro a un costado veíamos las caderas de Inés rodeadas por las manos de Félix moviéndose en suave vaivén. Félix permanecía parado en mangas de camisa cogiéndose a su esposa por el culo. Los ojos de Félix estaban cerrados y de tanto en tanto escapaban de su boca gruñidos de placer. No eran palabras, eran eso, gruñidos de macho satisfaciendo su necesidad.
Esta práctica, si bien no era frecuente, se daba cada vez que Ariel, primo de Félix recalaba unos días en Montevideo para hacer trámites vinculados a su campo en Río Negro. Se sucedía una cena familiar en la que no faltaba Facundo, el hijo menor de la pareja y yo, en calidad de novia como invitada obligada.
Recuerdo la primera vez que Facundo me condujo al altillo de la casa y me mostró cómo el vitral que se encontraba en la pared que comunicaba la escalera tenía una hendija que permitía ver directamente desde arriba el dormitorio de sus padres. Rato largo después de cenar me llevó bajo la premisa “Quiero que veas algo”. Aunque iba prevenida sobre el tenor de lo que íbamos a espiar, nunca anticipé la presencia de alguien más además de los padres de Facundo en su cama. Recuerdo que quedé estupefacta, casi con la respiración cortada.
Nuestra pequeña operación de espionaje se repetía cada vez que Ariel venía a cenar. Además de altamente morboso era también altamente ilustrativo. Nunca en una decena de veces vimos la misma combinación de posiciones de este trío y a nuestros 20 años, Facundo y yo no podíamos más que tomar aquello como una clase de sexualidad poco convencional. También habíamos listado en nuestras memorias las combinaciones e intentábamos, como juego, anticipar la próxima.
Las visitas de Ariel eran añoradas no sólo por Inés sino también por nosotros mismos.
Parados allí en general nos masturbábamos uno al otro. Los labios de Facundo se posaban sobre los míos mientras su dedo mayor se deslizaba por debajo de mis vaqueros y buscaba mi ano. Lo introducía todo lo que podía y nuestra actividad era interrumpida a los minutos por alguno de los tres orgasmos que tenían lugar en la alcoba. En general Inés, cuya voz era la más audible por ser la más aguda, era la primera en acabar. Interrumpía la mamada y profería berridos y luego gritaba “¡¡tomá, tomá y tomá, tomátelo todo!!”. Inmediatamente se oían la voz de Félix, que en tono aprobatorio decía algo del estilo “¡bien echadito mi amor, qué perra que sos!” Y se oía la boca de Ariel sorbiendo todo con mucho ruido. Luego podía ocurrir que Félix se lo echara. Lo hacía con berridos bien graves.
Los orgasmos de Félix eran para mí un estímulo que no fallaba. Empezaba a echármelo y Facu se arrodillaba, me bajaba la ropa y me lamía toda. Era una delicia. Nunca nos íbamos antes de presenciar los tres polvos. Ariel no demoraba en estallar; paraba de lamer a Inés y berreaba un buen rato. Facu bromeaba diciendo: “el que se lo echa último, se lo echa mejor”.
Nuestro morbo juvenil al principio nos hacía permanecer observando. En general Ariel se iba al baño mientras Félix besaba a Inés en todo el cuerpo. A veces le hacía un cunniligüe e Inés lograba echarse un segundo antes de que Ariel volviera.
Luego de nuestras primeras experiencias como voyeurs nos íbamos rápido al dormitorio de Facu y me hacía la cola. Gozábamos mucho.
Facu me había hecho prometerle que no le contaría a nadie sobre lo que espiábamos y siempre cumplí mi promesa.
Internamente admiraba a Inés como nunca había admirado a otra mujer. Era solvente como profesional y hubiera podido mantener un hogar en solitario si se hubiera dado la circunstancia. Era refinada, transmitía calma pero esta nueva faceta mostraba también su lado animal. La admiraba pues lograba demostrar todo lo pasional que era, todo lo que necesitaba y finalmente mantenía satisfecha a dos hombres a la vez. Félix, por otro lado, también demostraba entereza al sobreponer los deseos de su mujer por sobre su estado de relación, ya que ya habían cumplido las bodas de plata y permanecían juntos y satisfechos. Su autoestima no se veía menguada por compartir el cuerpo de su mujer con su primo.
Ya hacía un par de años que Facu había descubierto que Ariel se quedaba a dormir. Recordaba la ocasión perfectamente. Una noche simplemente se quitó los auriculares y oyó ruidos que lo hicieron salir de su habitación a investigar. Al pasar por la puerta del dormitorio de sus padres notó que el ruido procedía de allí. Recordó la hendija del vitral en la pared que conducía al altillo y cuando llegó quedó atónito ante lo que vio. La luz era muy tenue pues la alcoba estaba alumbrada únicamente por las llamas de la estufa a leña. Luego de unos instantes en los que sus ojos se acostumbraron a la penumbra, pudo ver. Su madre estaba en cuatro sobre la alfombra y se la mamaba a su padre mientras Ariel se la enterraba por atrás. Los berridos eran de Ariel y se notaba que gozaba mucho. Facu quedó atónito y su primera impresión fue de rabia a pesar de que la escena que sus ojos espiaban transmitía un consentimiento total de las tres partes incluyendo nada menos que a sus padres.
Luego de aquel descubrimiento Facu me confesó que se inventó una invitación en la casa de su mejor amigo en el campo por una semana. Necesitaba poder procesar lo que había visto.
Poco después comenzó terapia, lo cual preocupó un poco a Inés y a Félix. Facu tranquilizó rápidamente a sus padres con un “estoy un poco angustiado por la facultad, nada grave”. La mentira fue efectiva y a esta altura acepta muy naturalmente las prácticas de sus padres y su tío.
En cuanto a nuestras relaciones que son muy frecuentes, fueron completas casi desde el inicio y según nuestro ánimo más o menos morbosas. A partir de aquel descubrimiento del cual Facu me hizo partícipe manejamos abiertamente la posibilidad de hacer un trío pero ambos convenimos que por ahora todo está superbien. Convengamos que Félix e Inés llevan más de 20 años en pareja y nosotros recién empezamos.




Escriba aquí su comentario sobre el relato:

Opps! Debes iniciar sesión para hacer comentarios.

Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
2112

Categoria
Heterosexuales

Fecha Envio


Votos
0

Relatos enviados por el mismo usuario