Mi amigo virtual II
( Relatos Gay )


Andrés se despertó rodeado de una maraña de sábanas y almohadas, las cuales aún conservaban la humedad de anónimas manchas de semen. Al mismo tiempo que éstas retenían el aroma suave y varonil del amante que horas antes lo había seducido con sensuales y provocadoras caricias, desconocidas y experimentadas por primera vez, pues se trataba del primer encuentro sexual con alguien de su mismo sexo y que sació sus necesidades insatisfechas y frustradas a través de intensos y desenfrenados orgasmos expresados con unos fuertes gemidos cargados de placer.
Ahora se encontraba esperando a Luis. Su hombre, su amante, su amigo..Recluido voluntariamente en la pequeña casita que ambos habían alquilado con vistas al mar y cuyas paredes denunciaban su complicidad al ser testigos de sus encuentros clandestinos caracterizados por interminables horas de sexo y que para él era una evasión al mismo tiempo que le servía de refugio para huir de la incomprensión de su esposa. Encontrando en los brazos de Luis aquello que ella no le podía ofrecer. Y no es que las relaciones con su cónyuge fueran desfavorables, todo lo contrario. Sin embargo era reacia a aceptar que un hombre heterosexual pudiera gozar con el sexo anal, a no ser que fuera gay, y menos aún si era una mujer quien lo penetraba con cualquier juguete sexual.
Esta actitud generó en Andrés un sentimiento de victimismo cargado de culpabilidad y confusión. Cuando en realidad lo que deseaba era experimentar la sensación de ser penetrado. Se acusaba de ser gay, cuando sentía pasión por las mujeres, aunque con Luís descubriera su oculta bisexualidad, culpabilizándose de que al practicar el coito anal su atracción hacia el sexo contrario desaparecería. Acumuló tanta confusión y tantos temores que toda esta vorágine de sentimientos negativos desembocaron mermando su autoestima. Sin embargo Andrés encontró en la red una especie de “gueto” donde amantes anónimos e insatisfechos sexualmente como él exponían la incomprensión de sus parejas.

Fue a través de leer un relato erótico como conoció a Luís. Al sentirse identificado con el contenido y el mensaje que el autor quería transmitir a través del escrito. No   dudó en ponerse en contacto con él. A pesar de ser muy celoso con su intimidad, recurrió a internet como un náufrago que se agarra desesperado a una tabla en medio del océano. Esperanzado de poder encontrar una mano amiga que lo escuchara y supiera comprender la insatisfacción sexual que padecía.

Buscaba una voz amiga que a través de sus palabras le ofreciera el consuelo y la paz interior que demandaba. Al mismo tiempo que generase la confianza suficiente para cobijarse en sus brazos. Compartiendo junto a ese amante desconocido ese estado de bienestar y relajación que obtenemos después de un orgasmo y que en el caso de Andrés es lo que éste deseaba, porque lo que necesitaba era alejarse de la culpabilidad y el temor sintiendo esa nueva sensación que lo liberara de prejuicios, viviendo una experiencia desconocida y vetada hasta ese momento para él.


La casita no era muy grande, ya lo hemos dicho, pero muy acogedora: una habitación con una cama matrimonial, un cuarto de baño y poco más. Reunía la austeridad y limpieza necesaria para que dos personas expresaran a través de un intercambio de caricias sus deseos y pasiones e hicieran realidad sus fantasías sexuales... sin embargo lo que más gusto a ambos, al margen de lo mencionado anteriormente, fue la tranquilidad y la paz que ofrecía su ubicación. Alejada del mundanal ruido, el “pequeño cubil del deseo,” como así lo llamaba Luís, estaba oculto entre dunas y próximo al mar en un lugar tan solitario que ningún mortal podía hacer acto de presencia.

La demora de Luís hizo que nuestro amigo decidiera salir a pasear por la playa. Salió del cubil desnudo, utilizando el pequeño atajo de tablas colocadas en el suelo   y barandas de madera que unía la casa con la playa. No era muy largo, pero ese pequeño trayecto rodeado de vegetación constituía un espacio natural que los alejaba del ruido de la ciudad y los ponía en contacto con el aroma que desprendía las plantas y el mar formando un olor sensual que Andrés lo asociaba al sexo.
Su desnudez en contacto con la naturaleza le devolvía el sentimiento de liberación similar al que horas antes experimentó cuando hizo por primera vez el amor con Luís. Tumbado sobre la toalla, y tras embadurnar su cuerpo con protección solar, cerró los ojos para reflexionar a cerca de todo lo que había ocurrido. Teniendo como única compañía el ruido que hacían las olas al acercarse a la orilla. Si en ese momento alguien le preguntara que eligiera un lujo, sin duda alguna se decantaría por ese momento de solaz.
Mientras Andrés exponía su desnudez a la proyección de los rayos solares. Recordó la última vez que mantuvo sexo con su esposa. Ésta era alta, de tez blanca, grandes pechos y un gran culo parado. Esa imagen que proyectaba su cerebro mientras tomaba el sol le produjo una erección y forzaba su mente para obtener más detalles de aquel momento. La recordaba con sus grandes pechos y con unas mallas ajustadas que realzaban sus nalgas. La penetró con tal desenfreno, que incluso le costó introducir su miembro dentro de ella por la dificultad de la postura que adoptaron, y tan excitante fue que ante los gritos de placer de su esposa no pudo evitar la eyaculación. Guau, Como en una película porno decía para sí. Sin embargo Nuestro amigo hubiera deseado ser penetrado por alguien en el momento de sentir el orgasmo. Era como si le faltase algo.

Entregado a sus recientes encuentros amorosos volvió a centrarse en su “hombre” y cómo éste lo depiló con ternura momentos antes de hacer el amor con él. Mientras que le susurraba palabras sensuales al oído. Deteniendo, por momentos, la maquina depiladora y colocándola a un lado Luís deslizaba la lengua por su cuello hasta perderse entre sus orejas mordiéndolas e introduciéndola dentro de ellas:

-        Soy tu puto, ¿verdad Andrés? –le susurraba-
Y retomaba la depilación recorriendo nuevamente su velludo cuerpo:

-        El sexo entre hombres es rico amor – le decía al oído– no te sientas culpable de estar conmigo. Si tu esposa te hubiera comprendido…

-        No quiero hablar en este momento de ella – cortó Andrés-

-         Bien –continuó Luis- no te vas a arrepentir
Andrés estaba excitado le gustaba que le hicieran esto. Su “hombre” terminó afeitándole los testículos con una cuchilla y recortando con unas tijeras su vello púbico dejándole una pequeña mata de pelo.

-        Ven mírate -le dijo Luís- mírate al espejo y contémplate, te he dejado un poquito de pelo sobre tu pubis, igual que yo. ¿Y ahora qué te parece si nos duchamos?

El agua de la ducha caía como una cascada sobre los cuerpos de los dos hombres que permanecían abrazados. Nuestro amigo notó como la lengua de Luís entraba dentro de su boca encontrándose con la suya y chupándola como si fuera un caramelo.
-        ¿Soy tu puto? –volvió a recordarle Luís-
-        Sí claro que sí…

El sexo de Andrés presentaba una enorme erección cuando su amante se arrodilló para introducírselo dentro de su boca lamiéndolo suavemente con la lengua, y deslizándola por sus huevos. Y desde ahí su lengua se deslizó hasta la cabeza del glande estimulando el frenillo. Introduciéndose todo el miembro… logrando que llegase a su garganta. Y sacándolo suavemente le decía:

-Andrés empuja la verga dentro de mi boca como si fuera una vagina.

Y nuestro neófito amigo follaba la boca de Luís hasta que su amante consiguió, con ayuda de los labios y la lengua, obtener el jugo cálido y espeso de Andrés que con un intenso gemido acabó depositándolo sobre la cara de su experto amante.

-        Échame tu leche…-decía Luís- échame tu leche…
Sumido en éstos pensamientos estaba nuestro amigo y justo iba a recordar lo que después sucedería cuando recibió la visita de una ola que acariciando su cuerpo desnudo le recordaba v que paulatinamente la marea estaba subiendo. Cuando volvió a la realidad vio que era cierto y con su verga erecta y mojada de líquido preseminal se introdujo en los brazos del mar. Y dentro de él empezó a reflexionar, de que a pesar de ser infiel a su esposa , se convenció de que esa alternativa de esporádicos encuentros sexuales con Luís no era el camino equivocado y que era consecuencia de la mentalidad conservadora de su esposa. No es que la culpabilizara, sin embargo no podía dejar de quererla. A pesar de los pesares, le daba estabilidad emocional, era buena amante, buena esposa... Pero a pesar de todo esto, al menos por ahora, continuaría viéndose de forma ocasional con su hombre.
Puede que te parezca extraño lector. Pero Andrés pensaba que le entregaba al mar su cuerpo desnudo como agradecimiento a ese estado de libertad que experimentó en ese momento al introducirse en él. Y Todos estos pensamientos estaba compartiendo con él cuando decidió regresar y dirigirse al encuentro de su hombre..
Tras despejarse con el breve chapuzón decidió regresar a la casita disfrutando del entorno natural del camino y sintiéndose un privilegiado por el mero hecho de poder disfrutar de ese anónimo camino. Al llegar escuchó como una especie de gemidos salían del dormitorio y tras adelantarse vio a Luís que estaba a cuatro patas y cómo un chico negro lo penetraba. Observó la escena totalmente excitado, aunque al mismo tiempo molesto.
El chico era de piel oscura en el más amplio sentido de la palabra. De complexión atlética y con la cabeza rapada al cero. Las nalgas de Luís producían un movimiento, que parecían vibrar como respuestas a las embestidas del chico de color .Éste metió su enorme verga en su boca y empezó a masturbarse hasta que acompañado de un enorme orgasmo su descomunal miembro lanzó un chorro de semen blancuzco sobre la cara de Luís que lo esperaba con ansiedad. Ambos quedaron desplomados sobre la cama y el “hombre” de Andrés no pudo evitar asombrarse ante la presencia estática de su amante, el cual no pudo evitar manifestar su enojo y se marchó a dar una ducha.

-Será mejor que me valla -dijo el chico de ébano en un mal castellano.
- No espera un momento hablaré con él –asintió Luís.
- No me has dicho que te acostabas con él –dijo enfadado Andrés- además no le conozco. No te puedes follar a cualquiera.
- No es un cualquiera –especificó Luís- Sabes de sobra que selecciono a mis amantes. Lo conozco antes que a ti y es un buen amigo.
- Pensé que esta casita era sólo un refugio para nosotros dos.
- Y lo es -ratificó Luís- Pero lo que acabas de ver es algo puntual. Además por el estado de tu verga se que te ha gustado vernos.
- la tiene muy grande –dijo ya desenfadado Andrés- Me gusta. Ve a ducharte que tienes semen por todo el cuerpo y no olvides enjuagarte la boca.
- ¿Y tú de dónde vienes? – Le preguntó L.-
- De la playa hombre.
- Pues demosno una ducha rápida juntos y después te lo presentaré.
Luís se colocó de espalda a Andrés mientras rozaba sus nalgas con la verga de su hombre. Andrés deslizaba sus manos enjabonadas por torso de L. hasta descender a la erecta verga de éste la cual empezó a masajear y cerrando la mano con ella dentro. De pronto ambos se volvieron para que sus lenguas se encontraran sus labios se mordieran …
-Ven Vamos a la cama –dijo Luís.
-Marcel, que así se llamaba el chico- este es Andrés, somos buenos amantes-
Será mejor que me vaya dijo el chico.
-        No hombre, te duchas si te apetece y te vienes con nosotros…te necesitamos…no es así Luís … No tardes..-especificó Andrés.
Luís le estaba haciendo una mamada a A. cuando el negrito Marcel llegó oloroso y fresco. Así que nuestro hombre de color se acercó. Luís se apartó para que nuestro neófito amigo pudiera vivir la experiencia con otro hombre y especialmente con alguien de color. Andrés mordisqueaba los carnosos labios del hombre de ébano lamiéndolos y chupando su lengua. A pesar de que Andrés cuando hacía el amor con alguien de su mismo sexo prefería jugar un papel pasivo. En este caso, tal vez movido por la excitación del momento, no dejaba de besarlo acariciando y agarrando la verga de tamaño gigante de Marcel.
Luís no demoró en unirse a ellos y tanto él como el hombre de color depositaron toda su experiencia para satisfacer a A. iniciándolo en las artes amatorias entre hombres y que no tiene más secreto que el hacer un buen uso de la ternura, la pasión, la delicadeza y dejar a un lado el egoísmo. Así como cualquier otro elemento que a la persona la conduzca a un estado de satisfacción y bienestar infinito.
   Marcel descendía paulatinamente en busca del miembro de A. Su lengua bajaba suavemente deteniéndose en los pezones de su amante ocasional. Los lamía al mismo tiempo que los mordisqueaba con suaves bocados que hacían que Andrés cerrara los ojos de gozo. Marcel llegó hasta la pequeña mata de vello púbico que aún conservaba A. como vestigio de lo que antes fue un cuerpo sin depilar. Tirando con los dientes suavemente de ellos. Se detuvo en su verga. Los carnosos labios descendían a lo largo de ésta hasta llegar a la base del miembro. Emprendiendo nuevamente el camino de regreso hasta llegar al glande. Donde daba expertas y sonoras mamadas, humedeciéndolo con la boca y la lengua. Mientras Luís no dejaba de besar a su hombre, recorriendo su cuello y encontrándose dentro de su boca. Las caricias de ambos hombres de depositaban sobre un pasivo Andrés que no mostraba ningún impedimento al recibirlas.
-        Ponte a cuatro patas – le dijo en un mal castellano Marcel.
Mientras que expertamente, Luís sabía perfectamente lo que él tenía que hacer. Colocándose una almohada debajo de la nuca se ubico debajo de Andrés para así introducirse el miembro de su amigo. Al chuparla sintió como la verga de su amigo aún conservaba el sabor a menta y a enjuague bucal. Marcel comenzó a lamer las nalgas de su pasivo amante. Continuaba descendiendo su lengua por la ralla, el contorno…explorando la sensibilidad externa del ano. Mientras que A. empezaba a sentir una sensación que lo excitaba. Al mismo tiempo que su zona anal era estimulada. Su hombre se introducía su verga y la chupaba de arriba abajo deteniéndose en dar sonoras chupadas en un glande mojado por la saliva y el liquido preseminal. Mientras que con una mano retenía el miembro para que no se le saliera de la boca. Marcel continuaba disfrutando lamiendo y chupándola saliva que escupía dentro del ano de Andrés. Éste retuvo cuanto pudo la eyaculación pero le fue imposible ante tanto placer como estaba recibiendo de tal forma que le sobrevino un enorme orgasmo estando aún su verga dentro de la boca de Luís y que llegó acompañado de un fuerte gemido y de un cálido y espeso chorro de semen. A L. no le importó tragarse de nuevo el semen de su amigo, pues era su hombre y al fin y al cabo lo había hecho gozar y eso bastaba.
-Disculpa, amor, me corrí en tu boca –dijo con gesto agotado y relajado.
- No, no estoy enojado Lo tuyo también es mío    –le contestó Luís conservando restos del jugo de su amante en los labios y que Andrés lamio con un cálido beso.-   
-No terminé aún contigo –dijo- Marcel- Vas a ver cómo te la voy a poner nuevamente grande.
Y mientras Luís volvía a tener el sexo de su hombre en la boca el negro Marcel volvió a lamer el ano a su pasivo amante. Efectivamente el deseo sexual regresó nuevamente a nuestro amigo:
-        ¿Tienes ahí algún dilatador? –preguntó Marcel-
Y sacando uno Andrés se lo entregó con un bote de lubricante dando un beso al negrito. Era un beso que no duró un segundo, sino fue tan profundo que Andrés retenía y chupaba de forma incansable la lengua del hombre de color explorándola por dentro. Marcel lo apartó tiernamente con una bella sonrisa.
- Ponte en pompa cielo – le ordenó-
Embadurnándose los dedos de lubricante introdujo primero uno en el recto de A. entrando y saliendo de su interior. Después fueron dos Hasta que se dilató lo suficiente como para que pudiera entrar el juguete flexible y de de tacto suave .Cuando Marcel lo consideró oportuno introdujo enorme verga entrando primero el grueso glande. Lo penetró con tal delicadeza y experiencia que el dolor apenas apareció surgiendo el placer como un bálsamo a medida que el miembro del negrito entraba y salía o se deslizaba dentro de Andrés. Mientras, Luís chupaba la verga de su amigo, le encantaba practicar el sexo oral podía llevarse hora enteras chupando y saboreando una verga . Frotaba la verga de su amigo con su paladar mientras cada vez que la sacaba de su boca su lengua recorría palmo a palmo de arriba a bajo la piel del miembro de Andrés. La sensación que éste experimentaba era tan placentera que apenas recordaba el sexo con su esposa cuando empezó a ponerse tenso con la llegada de un nuevo orgasmo. Era una sensación ¡tan distinta! El correrse con una polla dentro al mismo tiempo que sientes el gozo que te proporciona una mamada. Andrés quedó desplomado, abatido de tanto placer, de tanta experiencia nueva, del tacto con cuerpos desnudos de tantas emociones juntas…
Luís se sentó sobre la cama recibiendo a Marcel, el cual encajó su cuerpo atlético sentándose sobre la erección de Luís,. Éste tomó la verga de Luís y lo pasó sobre su zona púbica con movimientos suaves pero sin introducírselo. Las dos vergas se rozaban al calor de los abrazos y los juegos de lengua que ambos amantes se intercambiaban. Sin embargo el orgasmo les visitó a ambos cuando decidieron cambiar de postura y colocándose ambos en un 69 decidieron compartir la bella sensación juntos..
-Avísame cuando te vayas a venir y nos corremos al mismo tiempo. Yo te aviso y me dejas de mamar…-decía Marcel en un mal castellano y obstaculizado por la excitación.
Y en un breve espacio de tiempo Marcel saboreó el semen se su amante haciendo lo mismo Luís. Se compenetraban en esa postura, porque siempre que la practicaban sabían aguardar el momento adecuado para llegar al clímax juntos. La experiencia de ambos y la falta de egoísmos hacia que esto fuera posible.

Los tres acabaron saciados, Andrés libre de sus prejuicios y temores. Encontrando en Luís y Marcel lo que deseaba encontrar y descubriendo que también le gustaba el sexo con hombres.
Marcel se marchó tras un breve descanso y Los dos Amantes permanecieron unos días mas en la cabaña. Ya con la ausencia del hombre de ébano salieron desnudos a pasear por la playa y a presenciar de la mano el ocaso del sol poniendo fin a un día cargado de nuevas y bellas emociones para Andrés .
-Andrés te has fijado en una cosa
- que amor – contestó Andrés-
- Durante esta aventura no te penetré.
-Si es cierto –contestó Luís- Te eché en falta. Necesité de ti. Hubiera preferido que el que se corriese dentro de mí fueses tú y no Marcel.
- Siento deseos de estar dentro de ti Andrés.
- Y yo de sentirte –contestó Andrés-
Ambos se introdujeron en mar de abrazándose y sintiendo como sus vegas erectas se rozaban y eran acariciadas por la suavidad de las olas.
-Ven salgamos – le sugirió Luís-
Y ambos tumbados en la orilla se revolcaban en la orilla.
-Colócate como a ti te gusta –
Y poniéndose Andrés a cuatro patas le lamió el ano durante un largo rato, mientras éste se acariciaba su miembro. Y sacando de la mochila lubricante se lubricó el miembro y el ano de su amante. Y poco a poco empezó a penetrar el ex virginal ano de Andrés. Esta vez no utilizó preservativo. Ambos eran personas sanas y los dos deseaban hacerlo así en ese momento sintiéndose al natural (aunque, siempre lector hay que hacerlo con preservativo, salvo en estas ocasiones en las que estés con la seguridad de que la personas con las que comparte s tu cama es de confianza).
Los dos hombres mojados llenos de tierra y en la oscuridad de un cielo cubierto de estrellas comenzaron a recibir el fruto de sus caricias y que los catapultaba a orgasmos de una intensidad infinita.
-Andrés me voy a correr – le susurraba Luis-
-Córrete dentro de mí –le decía A. mientras se agarraba su verga para masturbarse.
Ahhhh y el semen de Luis empezó a descender por las nalgas de su especial amigo.

Mientras que Andrés no tardó en llegar a su orgasmo quedando tumbado bocarriba. Entonces su experto amante se colocó junto a él. Los dos amantes regresaron a la casita donde cambiaron las sábanas que habían presenciado ese a desenfrenada entrega de los tres hombres, y que nuevamente llevaría a nuestros dos amantes a nuevos derroches de placer.
Fin




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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
2305

Categoria
Gay

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