NOCHE DE INVIERNO II
( Relatos Heterosexuales )



Los días siguientes fueron un suplicio, minuto a minuto pensaba en Mariela, una obsesión incontrolable ansiaba tenerla otra vez. Llego el viernes y al fin llame, me hablo con una voz inquietante llena de coquetería y entre risas cómplices quedamos para el sábado por la noche.

Al llegar a su casa nuevamente me atendió su mamá, con su amabilidad de siempre me pidió que esperara, me parecía una señora muy jovial y amable, pensaba divertido que si supiera las barbaridades que su hija y yo hacíamos no dejaría ni que cruce su puerta. Al rato bajo ella, estaba espectacular con una ajustada blusita azul de tiras, pantalón jean celeste muy apretado, su trasero parecía explotar como queriendo liberarse de la ajustada tela, llevaba tacos altos que estilizaban sus largas piernas, un monumento de mujer. Me dio un beso en la mejilla frente a su mama para guardar apariencias. Salimos a tomar un taxi, en el camino tome su mano diciéndole lo bellísima que estaba, la abrace y le di en suave beso, le propuse irnos a mi cuarto. Me dijo que había pensado mucho en mí, que lo que pasamos fue maravilloso, pero quiera ir a un hotel, que yo eligiera cual. Cogimos un taxi y le indique al chofer uno al que siempre iba, limpio, económico y discreto. Dentro de taxi afloraron nuestros deseos contenidos, sus calientes labios me querían devorar, yo atinaba solo a besarla y no la toqueteaba pero no distraer al chofer.

Llegamos al hotel, nos registramos y subimos al cuarto asignado. Completamente solos nos besamos con locura como animales en celo, tocándonos y apretujándonos como si fuera nuestra última noche en este mundo. Después paso algo sorprendente, me dijo ahora yo tomare el mando, me tumbo boca arriba a un lado de la cama, solo mis pies tocaban el suelo, desabrocho mi correa, bajo los pantalones, luego de espaldas a mí se quito su blusita y su apretujado jean liberando su redondo, firme y enorme trasero, sabia la fuerte atracción que provocaba en mi y trataba de exhibirlo, enseguida me produjo una fuerte erección. Con solo su sostén y calzón puestos se dirigió hacia mí de rodillas, me bajo el bóxer tomo mi pene y lo mamó con ternura, la suave succión que ejercían sus labios, los movimientos de su lengua lamiendo mi glande eran sublimes, luego chupo uno por uno mis testículos. Yo estaba en el cielo sintiendo toda el placer que esta hembra podía darme. Luego hizo algo que me dejo atónito, comenzó a aumentar peligrosamente la presión que ejercían sus manos, cogió mi duro miembro con fuerza hasta casi estrangularlo, mordió profundamente mi glande y también a mis testículos, a estos los apretaba como un puño como queriendo arrancarlos, estiró en exceso mi prepucio, sus largas uñas pellizcaban y arañaban mi escroto, todo esto me producía un dolor terrible, quería castigarme hasta la tortura. El suplicio termino y sin darme tiempo de recuperarme reanudo su trabajo bucal, con suaves lamidas embarraba con saliva mi tronco y mis bolas, como si esta fuera la cura para tanto dolor causado, luego se concentro en mi perineo, aquella zona entre mis bolas y mi ano, el lamido de esa misteriosa y secreta área me dio placeres nunca sentidos, al abrir más mis piernas, sentía como su lengua me recorría y me bañaba, recibía una mezcla de sufrimiento y placer descomunales.

Ahora tocaba mi turno y estaba dispuesto a vengarme, aun adolorido la hice poner de pie, le saque su sostén y le baje su apretujado calzón, liberando su carnoso culo, de espaldas la arrincone de pie a la pared, la recorrí con suaves besos y mordidas desde su cuello hasta su espalda, baje hasta su trasero dándole riquísimas lamidas. Luego me concentre en su vagina con mi lengua y dedos la penetraba. Un vez terminado me concentre en su ano, aquel delicioso anillo me provocaban los más salvajes deseos, lo lamia con suavidad y con mis dedos penetraba su cerradísimo agujerito , eso hacia tensionar sus músculos tratando de pegarse más a la pared para escapar de mis perversos dedos, pero yo insistía y profundizaba más mi embates dactilares, hasta que por fin acabé con su resistencia, note que ya le gustaba, ahora movía el trasero al ritmo de mis dedos, yo buscaba dilatar su ano, había decidido penetrárselo.

Nos tiramos en la cama, embriagados de pasión nos revolcamos como dos locos, opte por la posición del misionero, luego levante sus piernas sobre mis hombros, la penetre profundamente, después se sentó encima mío y se incrusto mi pene, ahí se meneaba dando movimientos bestiales de arriba abajo y circulares, los golpes que recibían mis testículos con sus idas y venidas eran gloriosos.

Llegó el momento de mi venganza, totalmente sumisa la coloque en cuatro sobre la cama, mis dedos se introducían en su ojete, buscaba dilatarla lo más posible. Estaba muy nerviosa, tenía miedo, y me decía hazlo despacio por favor, que parase cuando lo pidiera, yo le dije que no se preocupara que lo haría con cuidado. Una vez por todas dirigí mi pene es su glorioso agujerito, estaba muy cerradita , mi cabecita presiono varias veces, ella nerviosa volteaba a mirarme con cara de sufrimiento que mas excitado me ponía, al menor aviso me detenía, poco a poco el orificio fue cediendo a mi presión y mi cabecita fue ingresando de a poquitos casi toda, me dijo para ya no aguanto el dolor, yo estaba que reventaba y quería ingresar más, toda si fuera posible, me detuve solo con el glande dentro, lo deje ensartado por 5 minutos y así acostumbrar su orificio al ancho de mi pene, para tranquilizarla le di un beso, sus labios estaban ardiendo, toque su vagina y estaba mojadisima. Mi pene estaba como una roca, de inmediato continúe con mi asedio. En eso recordé el martirio que pasé minutos antes, todo ese castigo cruel que mi miembro recibió, era justo que recibiera de su propia medicina, así que sin dudar empuje brutalmente mi pene a lo más profundo, ella dio un grito desgarrador, el dolor retorcía su cara y lagrimas bañaban sus ojos, me dijo balbuceando: malvado te estás vengando por lo de ahora, yo sonreí triunfante mientras veía su humillación, mi pene duro como el acero estaba ahora insertado a casi la mitad, más tranquila y relajada comenzó a menear su trasero, moviendo mi pene al compas de su culo incrustado, me dijo métemela más, me duele pero me gusta tenerla ensartada en mi culo, por favor no te salgas sigue penetrándome. Su terrible agonía se mezcló con el mayor de los placeres. Seguí perforando su culo con intensidad, mientras más lo atravesaba mas deliciosamente oprimía a mi verga, logré introducirlo todo y sacarlo a placer, mientras sus gritos y gemidos incontrolables me maldecían y me imploraban que no parase. Continúe penetrándola por largos minutos hasta que sentí llegar sus espasmos, un chorro orgásmico desbordo su vagina regando todo a su paso, la humedad mojó mis testículos e inundo las sabanas. No pude aguantar más sus frenéticas convulsiones, mi pene totalmente hinchado comenzó a eyacular dentro de su ano, mis continuos bombeos seminales lo inundaron por completo, lo retire y el semen contenido se derramo por todo su coño. Completamente bañado de esperma frote mi pene en sus amplias nalgas, dejándolas empapadas y brillantes. Completamente extasiados caímos rendidos a la cama, desfallecidos dimos fin a todo. Jamás pensé que nuestra atracción sexual llegara a estos límites.

Horas después nos alistamos para salir, la lleve a su casa y en el camino le propuse estar conmigo, terminaría con mi enamorada y seria solo para ella, aceptó sin pensarlo. Desde ese momento nos convertimos en fogosos amantes, algunos de nuestros encuentros son puro amor apasionado, otros simulan mutua agresividad, intentamos cruzar nuestros límites descubriendo placeres nuevos.

Foto 1 del Relato erotico: NOCHE DE INVIERNO II

Foto 2 del Relato erotico: NOCHE DE INVIERNO II

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