ELPRINCIPIO (CUARTA Y ULTIMA PARTE).
( Relatos Gay )



En la tercera parte de mi relato, vimos como no todo sería tan fácil como yo lo había imaginado…Aprendí que en la vida todo es un trueque, tomar y dar así que Hernán no sería la excepción. Yo tenía algo que a él le interesaba y el algo que me interesaba. Sin embargo las reglas del juego las dictaba el que sabe y obviamente ese era Hernán, por ello me “invitó” por medio de Antonio, su “Celestino” a complacer oralmente a su amigo y más cercano socio en negocios. Esta inversión traducida en el favor que Hernán concede al Inge y que a fin de cuentas soy vehículo, transformará radicalmente mi vida al enseñarme y aprender el "arte" de controlar por medio de sexo a otros hombres…
Regresemos.   
Habiendo terminado, el “inge” me tomo por los codos y levantándome me besó añadiendo:
-La siguiente vez te quiero coger como a una puta, es más, te voy a vestir como puta. A lo que yo contesté:
-Estoy para servir a Hernán y a usted si así me lo ordena, añadiendo: -pero ha sido un verdadero placer servirlo…
Y dándome media vuelta salí de la biblioteca contoneándome sin asco ó remordimiento alguno, me sentí maravillosamente de haber tenido y mantenido a este “importante” hombre exactamente donde se me dio la gana. Repito. Era una sensación de absoluto poder que me brindaba la oportunidad de usar mi cuerpo como vehículo de control para el placer mío y de mis amantes…
Antonio esperaba fuera del estudio y emocionado dijo:
-Misha, Hernán esta muy agradecido y orgulloso de ti por este favor. El Inge es uno de los hombres más importantes del país…
Importante ó no un hombre y especialmente un hombre homosexual que goza el placer siempre será vulnerable de quienes lo podemos dar, y yo tenía ese talento.
Lo que acababa de suceder era el verdadero principio de mi vida como sexo servidor, finamente llamado por Hernán como “exclusivo acompañante de hombres poderosos y con gustos diferentes”.
Todo esto que hacía Hernán al mantener una autentica red de prostitución con hombres y mujeres, fue de gran ayuda para él en sus relaciones de negocios y a mi caso permitió experimentar y saber que el “valor” de mi cuerpo y mis recursos para dar y recibir placer, se traducirían en beneficios “mutuos” importantes para ambos y que para mi significó viajar, vestirme finamente, tener comodidades, hacer relaciones, obtener tratos preferenciales al conocer todo tipo de gentes importantes e involucradas en el “inframundo” de la aún incipiente vida de libertinaje homosexual y heterosexual en México…
A partir de ese momento me supe sexo servidor. Prostituto.
Yo tenía casi 18 años. No era fácil entrar a este “ambiente” sobre todo viniendo de una familia de clase media alta, católica, con un padre Médico y una madre dedicada al hogar y a sus hijos donde no había historias truculentas de violaciones o maltratos, esta decisión era mía y no me molestaba o representaba remordimiento alguno, por el contrario, me excitaba…Sabía que mi vida estaba cambiando radicalmente.
António y yo entramos al salón donde la fiesta continuaba, me acerque al grupo de gentes que conversaban animádamente y se encontraba Hernán que al verme me tomó familiarmente de la cintura, su mano, se deslizaba casual, sintiendo la redondez de mis nalgas. El grupo estaba formado por un Portorriqueño de unos 55 años totalmente afeminado que estaba acompañado del guapísimo mulato/negro Brasileño de inmenso pene y que era indudablemente “activo” en la relación, dos jovencitos de escasos 20 años también obvios y dos hombres ya mayores que eran el “blanco” de los dos jóvenes.
Hernán se acerco a mi oído murmurando un gracias sincero a lo que respondí con un “de nada” deslizando mi mano a su entrepierna apretando su virilidad firme y discretamente.
La reunión continuó hasta altas horas de la noche y la desinhibición de los invitados, se hizo mas patente conforme el tiempo transcurría y el alcohol con la inevitable combinación de cocaína, popers y otras drogas se acentuaba.
A mis casi 18 y siendo un ávido nadador y deportista desde pequeño, las drogas y el alcohol no eran prioridad en mi vida, y siendo la natación una disciplina que mantenía mi cuerpo en excelente forma, aunado a mi indudable vanidad, no me permitía adentrarme en el mundo de las mismas.
Sin embargo Hernán recordaba aquellos brandys del club privado y obviamente para esas horas ya había tomado algunos que me desinhibían y relajaban. Antonio no se separaba de mi lado cuando Hernán desaparecía para sostener “platicas” de negocios con el “inge” y otros hombres.
Antonio aprovechó esos momentos para presentarme algunos “amigos” que fungían como acompañantes y que después me entere que era él quien concertaba estas alianzas según convenía a los intereses de Hernán.
Durante estas conversaciones comprendí que Antonio “regenteaba” bajo la supervisión de Hernán, a un grupo de jóvenes -de ambos sexos- para trabajar como acompañantes.
Los “amigos” de Hernán era un grupo formado por hombres y mujeres “pudientes” y de gustos “diferentes” donde la discreción era esencial ya que muchos de ellos eran figuras importantes con un perfil totalmente opuesto a lo que sucedía en estas reuniones.
También comprendí que por eso, la mayoría de los acompañantes fueran extranjeros.
Por ahora, yo estaba bajo la protección y la “exclusiva” de Hernán y por lo tanto, el único que tenía ciertos derechos de "compartir" era el “inge” como ya había sido patente durante mi “casual” encuentro en el estudio.
Durante este tipo de reuniones, según me entré con el tiempo, el intercambio de parejas era común pero como mencioné anteriormente, habíamos algunos que estábamos “etiquetados” como “exclusivos”, en este caso el hermoso mulato Brasileño al igual que yo estábamos entre ellos. Curiosamente las miradas entre ambos eran cada vez mas frecuentes y obvias... Lo prohibido siempre seduce.
Durante un pequeño descuido de Antonio y aprovechando que había visto al Brasileño entrar al baño, los efectos del brandy me dieron valor y lo seguí. Sin tocar la puerta, entré casualmente y lo encontré terminando de orinar, al verme sonrió. Yo había tomado la precaución de cerrar la puerta con seguro y sin decir palabra alguna me hinqué frente a él tomándolo de las nalgas y abriendo la boca para recibir gustosamente ese hermoso, oscuro y flácido pene aún con sabor a orines. No me importó. En segundos su miembro se hizo duro y se irguió desafiante. Eran al menos 19 centímetros de largo y mi mano no alcanzaba a cerrarse debido al grosor.
A mí boca solo penetró la inmensa cabeza y un poco más, suficiente para desearlo siempre. Fueron quizás unos tres minutos de inconmensurable placer al sentir en mi boca su inmensa cabeza y la obvia descarga de adrenalina que me incitó hacer todo esto. Entonces me levanté y colgándome de su cuello -mediría como 1.90- lo besé diciéndole:
-Ya tendremos la oportunidad. Y salí del baño cerrando la puerta. Más tarde me enteraría que Hernán tenía cámaras escondidas en los baños y fue motivo para mi primera sesión de “castigo”.
La fiesta continuó, Hernán se hizo al fin realmente presente después de tener sus “juntas” de negocios con invitados “poderosos” y ahora sí, tornándose en el carismático anfitrión que todos esperábamos …
Estando ya a su lado, me tomo firmemente por el brazo llevándome a uno de los pasillos que conducían al baño y con una sonrisa dura y fingida dijo:
-Así que a mi bebé le gusta el “chocolate oscuro”??? -Mira bebé, tú no puedes compartirte con nadie a menos que yo lo ordene, entiendes? estás muy nuevo y ahora eres mío, eres mi perra, mi juguete, mi bebe y estas aquí para gozarte y para complacerme…Comprendes???
Llamando a Antonio, le ordeno: -Llévate a esta perra al cuarto negro y prepárala. -Cuando acabes, déjala encerrada.
Antonio asintió y tomándome de la mano me llevó al mencionado cuarto, me pidió que me quitara la ropa y me pusiera una “tanga” en cuero negro y suave que apenas me cubría pene y testículos; por detrás, una delgada tira bajaba entre mis duras nalgas dejándolas al descubierto y permitiendo libre acceso a mi recién depilado culo.
Ya “vestido” me pidió hincarme en una especie de banco/reclinatorio tapizado en cuero negro y pidiéndome extender mis brazos. Tomo unas esposas poniéndolas en mis muñecas y asegurándolas en la parte delantera del “reclinatorio” a unos tubos. La posición –sin ser molesta- obligaba a mis nalgas a ser invitantes, permanecer levantadas y con mi centro abierto, proporcionando fácil acceso para usar e incluso "abusar" de mi.
Luego procedió a colocar un pequeño bozal con una pelotita de caucho en mi boca ajustándolo en la parte trasera de mi cabeza, que me impedía hablar, únicamente podían salir gemidos de mi boca. Para finalizar colocó una mascada de seda negra cubriéndome los ojos…
Miedo!!!
Entonces escuché como abría un cajón y sacaba algo. Segundos después un liquido suave y espeso cayó entre mis nalgas y las experimentadas manos de Antonio cubiertas en guantes de látex, lo distribuyeron primero en la entrada de mi ano y luego poniendo especial atención al interior del mismo introduciendo uno, dos y finalmente sus tres dedos masajeando y relajándome.
Pude notar con placer que Antonio no solo me preparaba, me daba placer cosa que agradecí…
Entre el miedo y la excitación noté la dureza de mi pene, estaba realmente excitado y deseoso de que Antonio no terminara pero lo hizo. Finalmente introdujo algo corto y ancho en mi culo que lo mantendría abierto, acostumbrado y relajado.
Después me enteré que a ese útil juguete se le llama “Butt plug”…
Durante todo este tiempo, Antonio permaneció en completo silencio haciendo caso omiso de mis preguntas mientras pude hablar, sin embargo antes de abandonar el cuarto pretendiendo checar la fijeza de las esposas en mis muñecas a los tubos del “reclinatorio”, lentamente susurro a mi oído,
-no tengas miedo bebé, Hernán tiene que disciplinarte por lo que hiciste en el baño, pero no será severo el castigo, es más, quizás aprendas hoy a disfrutar el dolor y con él, el placer de la sumisión… Al decir todo esto su lengua rozaba sensualmente mi oído.
Así esperé por más de media hora, casi inmóvil, lleno de incertidumbre que inundaba mi cabeza con imágenes bizarras. El miedo, los nervios y la indudable excitación prevalecían.
La puerta se abrió y la voz de Hernán era dura,firme...intimidante:
-Aquí esta mi fina perra, mi puto, mi bebé que gusta de mamar vergas negras y grandes, al tiempo que sus grandes manos tomaban fuertemente mis nalgas. Su cara se acerco y fue su boca con pequeñas y firmes mordidas el inicio a mi castigo, mi introducción a la sumisión.
Ahora sus manos abiertas golpeaban mis firmes nalgas alternándose con las ya placenteras mordidas. Así pasamos largo rato, podía sentir el ardor producido por los golpes en mis nalgas.
Entonces, suavemente removió el tapón de mi culo y para entonces, la sensación producida por ambos, mordiscos y nalgadas pasó de dolorosa a placentera, su boca, manos y dedos se movían con destreza jugueteando mi estrecha pero relajada entrada…Al escuchar su respiración jadeante y entrecortada supe que estaba excitado!!!
Escuché movimientos y de pronto un agudo dolor me invadió al sentir un golpe provocado por lo que después supe era un fuete, un fuste equino de castigo, que Hernán maniobraba entre mis nalgas jugueteándolo con sensualidad y firmeza…Placer.
De nuevo el miedo.
Sus manos tiraron fuertemente mi cabello y golpeando nuevamente mis nalgas procedió a quitarme el bozal. Caminó hasta quedar de frente, mis ojos aún cubiertos y tomándome por la nuca, restregó mi rostro a su entrepierna haciéndome sentir la dureza de su miembro aún cubierto. Abrí la boca y pedí perdón por mi falta. Cállate ordenó!!! Aprovechando el momento hice que mi boca mordiera suave y sumisa…Me sabia inmóvil y por consiguiente controlado, a merced de su voluntad y deseos. Sentía la dureza de mi pene y sabía que esto implicaba excitación como resultado del sometimiento.
Una nueva sensación.
Con cada golpe mis piernas se separaban más, permitiendo que mis duras nalgas lucieran invitantes, deseosas, esperando el toque de sus manos o inclusive la punta del fuste que jugara con mi culo. Los músculos en mi esfinter se abrían y cerraban como invitándolo. Lo necesitaba dentro de mí, no había más.   
Escuche a Hernán una vez más caminar a mis espaldas, el inconfundible sonido del frasco de lubricante al abrirlo. La imagen en mi mente… De pronto escuché sus manos cubriendo del líquido su miembro, pero no, aún no era tiempo…
Continuaron los pequeños mordiscos intercalados de certeros y rápidos lengüetazos a mi invitante centro, luego sus gruesos dedos cuidadosamente penetran uno a uno relajándolo, abriéndolo, dando cabida a un segundo y al tercero. Más lengua.
Mantener sobre mis ojos la fina mascada de seda agudizaba el sentir de su tacto. La excitación del sometimiento, la mezcla de saliva y lubricante de mí amante castigando y jugueteando mi anhelante centro era intensa.
Por fin su duro miembro decidió ser partícipe de los juegos aún sin penetrar, sentía ya el peso de su cuerpo y su dureza a mis espaldas. Su virilidad manifiesta se posicionaba entre mis nalgas, probando, jugando... Ahora sus manos pinchaban y apretaban fuertemente mis erectos pezones. Lo deseaba dentro de mí y él lo sabía. Por fin la cabeza húmeda de su miembro encontró refugio y sentí como sus manos separaban decididas aún más mis castigadas nalgas, lentamente sus caderas se impulsaron hacia delante dando inicio a la ansiada penetración. Dolor, mucho dolor al entrar por primera vez y salir lenta y cuidadosamente…Repitiendo el movimiento para cada vez entrar más profundamente.
Pronto me di cuenta que el dolor era menor y al cabo de unos minutos se abrió la puerta del ansiado y único placer que solo existe entre hombres.
Primero cuidadosamente Hernán penetró y continuó así hasta convertirse esos movimientos lentos en más rápidos y confiados, ahora yo reculaba para permitir todo su duro miembro en mí.
Sus muslos y pelvis tocaban mis nalgas y piernas. La sensación en mi era de total entrega, sus movimientos se hicieron decididamente rápidos, firmes, fuertes, duros. De pronto disminuía su intensidad y permitía que tiempos con espacios jugaran al sacar su verga por completo para luego arremeter brioso, viril, y penetrarme de un solo golpe. Sus testículos cargados de masculinidad golpeaban mis nalgas. Para entonces me encontraba en total éxtasis.
Sentí su cuerpo de nuevo recostado sobre mi espalda, ahora ya empapado en sudor, su boca jadeante besando y mordisqueando suavemente mi cuello.
Entonces sentí como mis brazos eran liberados de las esposas, por las manos de quien después supe fue Antonio.
Hernán, sin permitir a su masculinidad abandonar la posición en la que se encontraba, me tomó en vilo llevándome a la cama en la cual se mantuvo boca arriba permitiendo que quedara yo sentado sobre su sexo pero aún de espaldas hacia él. Mis fuertes piernas permitieron que los movimientos en sube y baja le dieran placer, al mismo tiempo, su rígido miembro dentro de mi, proporcionaba intensa satisfacción totalmente nueva e indescriptible, 19 centímetros de carne; el sexo de mi amante entrando y saliendo a placer de mis entrañas con rítmicos movimientos, me hacían perderme en un laberinto de sensaciones.
Mi cuerpo se recostó de espaldas sobre su pecho, mis piernas se abrieron aún más para darle mejor acceso pero aún quería más, entonces tomándolo con un brazo de su costado y sin permitirle salir de mi lubricado culo, nuestros cuerpos sudados quedaron de lado, levante mi pierna derecha para permitirle entrar con mayor fuerza, en ese momento sentí como su duro pene tocaba mi próstata y el placer creció alcanzando alturas insospechadas, estaba a punto de venirme sin necesidad de tocarme, Hernán lo sabia, pero aún no era tiempo. Con un rápido y firme movimiento me encontré de pronto cara a cara, él sobre mí, tomando mis piernas las puso cuidadosamente sobre sus hombros permitiendo lo que pensé imposible, mayor y mejor acceso de meter y sacar su miembro a placer, más profundo y con la facilidad de poder levantar mis nalgas a la altura deseada y permitir una nueva forma de acceso a mi depilado culo perdiéndonos en sensuales besos y mordiscos…
Mi cara aún cubierta con la seda.
Ahora se porque los besos son “prohibidos” cuando el sexo es negocio y no de placer. Los besos son forma de entrega e intimidad aún más que el mismo sexo. En el momento que Hernán comenzó a besarme su libido se incremento. Lo supe y lo sentí. No pasaron más de 10 a 15 minutos cuando supe que estaba a punto de explotar. Lo sentía en sus besos y lo sabia por su sexo que se hinchaba y palpitaba de forma diferente. Lo bese una y otra vez pidiéndole, suplicándole mantenerme suyo, hacer de mi cuerpo propiedad indiscutible y de mi mente entrega incondicional.
Le supliqué sellar con su semen esta entrega, que me hiciera su perra, que permitiera a mi cuerpo ser el recipiente de todas sus fantasías porque era para él y con la libertad para disponer de él, sin importar cual fuera su fantasía o a quien mi cuerpo daría placer si ese era su deseo…
Un sonido distinto salió de entre sus entrañas dando paso a movimientos arrítmicos.
Mis entrañas fueron inundadas con su semen, liquido tibio, cuantioso, suave, aromático, sensual…
Cayó su fuerte cuerpo exhausto sobre mi cuerpo adolescente y entregado sin limitación a los placeres recién abiertos. Me supe dueño de la situación aún cuando el aparente control de mi amante fuese “notorio”.
Esta maravillosa experiencia no podía haber sido completa sin el acompañamiento de sucias frases y palabras degradantes durante el encuentro, palabras que no repetiré pero que han sido, son y serán parte fundamental del sexo desbordado por la pasión que suma…
Debo mencionar que iniciaba pero aún no tomaba forma o fuerza tangible el SIDA en nuestro país, así que estos encuentros fueron sin protección alguna y corrí con la suerte de nunca –hasta la fecha- contraer enfermedad alguna.
En aquellos tiempos me encantaba ser receptáculo del caliente semen de mis amantes, al terminar y cerrar mi esfínter , su tibio semen brotaba y al hacer esto sabía de su excitación y permitía que algunos, besándome el culo, succionaran al salir de mis entrañas para luego fundirse en un morboso y sensual beso conmigo.
Hernán durmió un rato, Antonio me había proporcionado una bata en suave material color negro y me preparo algo de comer. Mientras él dormía, Antonio me invito a las reuniones celebradas entre semana, donde muchos acompañantes, pasivos la gran mayoría, se juntaban para chismear y hablar de los amantes que valían la pena ya sea por buenos amantes o por ser económicamente esplendidos.
Antonio sabía que mi feminidad era un perfecto pretexto para “vestirme” femenino en estas reuniones ya que eran eran ideales para iniciarme. Además, estas eran únicamente para gente joven e “inexperta” y servían para enseñarnos y practicar “técnicas” y convertirnos así en excelentes amantes proveedores de placer y fantasías.
Al escuchar esto, no fue difícil deducir que Antonio “padroteaba” a la mayor cantidad de estos jóvenes. Y lo confirmó al decirme que la única condición era que esta primera reunión la mantendríamos “secreta” para Hernán. Yo accedí gustoso y curioso mi asistencia.
Terminando este pequeño “break”, subí a la recamara y encontré a Hernán placidamente dormido. Me acerque sensualmente a la cama y suavemente tome su flácido miembro en mi boca despertándole y sintiendo como este crecía en ella. El olor a hombre era intoxicante, sexo y sudor mezclados, residuos de semen y el inconfundible aroma de mi centro impregnado en él, en su entrepierna.
Con las caricias de mis labios y el jugar de mi lengua, una vez rígido y orgulloso de nuevo su miembro, me hizo tragarlo poco a poco hasta llegar a su totalidad, al poco tiempo sentí el inconfundible marcado de sus venas en mis labios anunciando la proximidad de recibir una vez mas su tibia semilla en mi boca. La estámina de este hombre era maravillosa. Lamí, chupe, jugué, mordí hasta por fin sentir su tibio semen en mi boca. Me besó y compartimos, lo miré a los ojos y supe de distancia…
Sabia que era hora de irme, me vestí en mis pants de entrenamiento y Hernán le ordenó a Antonio que me llevara a casa.
En el camino, Antonio me dijo que por las siguientes semanas quizá Hernán requeriría mi presencia o quizá no, de ser así, él (Antonio) nos arreglaría un trío que involucrara a dos pasivos y Hernán, y que por ello sería importante conocer mejor a otro “chico” que ya tenía en la mira para que este y yo nos familiarizáramos con nuestros cuerpos con el fin de darle placer a Hernán. El tenía en mente a uno que sería “perfecto” para la ocasión ya que de antemano sentía que entre los dos seríamos ideales para colmarlo de placer, además que él sabía que entre este chico y yo se desarrollaría una química casi perfecta. El designado se llamaba Santi .
Al bajar del carro, Antonio me dio un sobre que guardé en mi mochila y que al llegar a casa abrí con curiosidad. Dentro del sobre había 500 dólares y una nota que decía:
“Compra lo que quieras, pero asegúrate que me guste y me excite”.
Besos.
Hernán.
Era este realmente el principio??? No lo sabía pero gustoso y confiado quedaba en las manos de Antonio, sus enseñanzas y esas reuniones a las que pronto asistiría.
Tenía curiosidad por conocer a Santi y saber el porque, según Antonio, había tantas similitudes entre ambos y más aún, porqué éramos “perfectos” para satisfacer sexualmente a el hombre que según yo amaba y que obviamente me sería difícil compartir ya en la práctica.


*NOTA DEL AUTOR.
Una vez que ya conocen este, mi Principio, si ustedes lo permiten continuaré con lo que llamaré ahora “Mis Amantes”.
Gracias.
            
   

   



Comentarios


Ay Misha que rico tu aprendizaje, espero vuelvas pronto a seguir tus relatos!
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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
3780

Categoria
Gay

Fecha Envio


Votos
2