Así inició. Final
( Relatos Confesiones )


Lo que vivimos en el cine nos dejo con la sangre hirviendo, Ernesto, mi hermano; Juan Carlos, su amigo – ahora también mío- y yo, no terminábamos de estar colmados. El deseo se nos pintaba en los ojos. Sobre todo a mí. Sentía que mi cuerpo me pedía más, dame más, dame de eso que me has estado dando a probar, me gritaba; lléname, cólmame, has que quede totalmente extasiado, exhausto, atiborrado de pasión, de lujuria. Mi deseo se manifestaba en los besos lúbricos que les brindaba a mis compañeros: Largos, pegajosos, ensalivados, que se aprehendían al labio, que se incendiaban con las lenguas.

Fue cuando nos topamos con Daniel, que se presentó como mi amigo con derechos, presumiéndolo con sus amigos e imponiéndose con los míos. Eran las 11 de la noche y el convoy venía prácticamente vacío. A pesar de eso me hicieron sentar en un lugar individual y me rodearon. Me excitaba saberme rodeada de hombres, sobre todo en el plan en que me habían dejado los que me acompañaban.

De pronto sin esperarla, mi hermano, arrojó el sedal para que todo se transformara: ¿Y qué es eso de amigos con derechos?, le pregunto a boca jarro a Daniel. Aquel se cohibió un poco, y me resulto tan divertido que comencé a azuzarlo. Sí, ¿qué es eso? A ver dinos.

Daniel un poco contrito se lanzo: Pues que tengo derecho a tocarla cuando yo quiera y a meterle mano. (¡Oye!) ¿Ah, sí?, reviró Ernesto, ¡A ver! (Pero qué te crees, tonto. No le hagas caso) Y sin esperar replicas o aclaraciones, comenzó a desabotonar mi vestido. Cómo me había quitado el bra y perdido las bragas en el cine, quede completamente expuesta a los ojos de aquellos cinco machos.

No tardaron en oírse las voces:

-        ¡Qué linda!
-        ¡Chiquita!
-        ¡Mamita!
-        ¡Está bien buena!...

Siéntate sobre el asiento, me ordeno Daniel. Yo había perdido todo control sobre mí, así que sin pensarlo subí los pies a la butaca y abrí las piernas para acomodarme. Imaginaba como se vería mi cuerpo expuesto y casi desnudo, apenas cubierto por el vestido verde que me cubría la espalda. Las miradas escrutaban toda mi intimidad y me hacían sonrojarme.

Me sobre salte al sentir la mano de Ernesto recorrer una de mis tetas, después se le unió la de Daniel, y poco a poco se fueron sumando otras manos que recorrieron todo mi cuerpo.

Se detenían en los pezones, en las nalgas, en las piernas, en las rodillas, en la vulva, en el ano. Sentí como me iba cargado de más lubricidad, como me llenaba de salacidad y mi mirada repleta de indecencia. Estaba encantada con los roces, apretones, rasguños que infringían en mi cuerpo. Toda yo temblaba de una excitación incontrolada que me provoco bajar el cierre de un pantalón y sacar un pene.

No supe de quien era. Sólo que me pareció descomunal. Oscuro, algo blando pero tibio y carnoso. Lo bese con furia con incontrolado apetito, codiciosa de tenerlo en mi boca. Lo chupe, lo chupe y lo chupe hasta que fue creciendo, llenando mi boca de su sabor y su calor. Las manos enfebrecidas ante mi ataque magreaban con mayor ardor mi cuerpo. Los dedos se juntaban en mi vagina y en mi ano, forzando ambas entradas, mientras yo conseguía que aquel gran pene se corriera en m i boca.
Después de esa verga, vinieron más; se agolparon en mi boca, en mis manos. Chupaba y masturbaba al mismo tiempo. Pase por mi garganta cada una de aquellas apetitosas vergas y las fui comiendo hasta derramar en mi su deliciosa leche.

Yo no paraba de comer hasta que Ernesto me levantó e hizo que me sentara sobre él. Aquello era grandioso ser penetrada por mi hermano ante la vista de aquellos arrogantes hombres. Si mi boca disfruto de aquel apetecible manjar, mi sexo lo endioso, me corrí como una loca no sé cuantas veces. Cada uno de ellos paso a poseerme mientras los otros me veían.

Pensé que todo terminaría ahí. Pero entonces Ernesto, siempre Ernesto, fue por uno de los pasajeros que al parecer no se había perdido nada de lo que ahí sucedía. Encantado el hombre, ya mayor, penetro mi vagina con ímpetu, talandrándome con placer y angustia, con deseo y desesperación. Mis amigos se masturbaban delante de mí y me bañaron con su semen. Mientras aquel hombre se corría y apretujaba mis tetas con tanto clamor.

Mis amigos me sacaron del vagón aún con el vestido desabrochado. Tarde en percatarme de ello, estaba plena, llena (en muchos sentidos), esa noche había descorrido una cortina que me enseñaba un nuevo mundo, mundo que me gusta y sigo recorriendo.

Soy, María Elena, La Nena. Con esta narración doy fin a esta serie de pequeños relatos de cómo dio inicio mi precoz vida sexual. Algunas cosas son ciertas, maquilladas tal vez un poco, otras son fantasías que rondan en mi cabeza. Claro que seguiré escribiendo, más mucho más. Por lo pronto: muchos besos y lúbricos pensamientos.

Foto 1 del Relato erotico: Así inició. Final


Comentarios


Me encanto tu relato, me exitaste, me identifique contigo, me sentí muy hembra, como nunca desada por tantos hombres y ufff, que delicia, que sueño lubrico, penetrada por mi hermano mayor y bañada con el semen de mis amigos, que final tan delicioso y como escribes enseñándonos un nuevo mundo, mundo que nos gusta y seguiremos recorriendo, el mundo de la fantasía con hombres!
perfil maikol18
me a gustado mucho espero q pronto escribas mas y sube alguna foto tuya
perfil raul79
Pues si exajeraste un poco
perfil Rafaelnolasco31gmai


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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
4861

Categoria
Confesiones

Fecha Envio


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2