Vacaciones inolvidables con mamá
( Relatos Amor Filial )


Quiero contarles lo que me ocurrió recientemente con mi madre. Fue una gran experiencia que cada vez que la recuerdo, no deja de excitarme y desearla cada vez más.
Mi madre es una señora de 57 años, cabello largo hasta la espalda, bajita, algo entrada en carnes, con unos pechos pequeños y pezones medianos, unos muslos gruesos y carnosos. Pero eso sí, con un gran culo que cualquiera desearía poseerlo. Eso es lo que más me excita de mi madre.
Ella me contaba que cuando era joven, era deseada y pretendida por su jefe en su trabajo. Y no solo él, muchos hombres la han deseado como mujer, dado que fue una mujer muy bonita de aquellas mujeres de los 70s, usaba biquinis que le favorecían ese cuerpo muy bonito y deseable que ella poseía de joven. Hasta la fecha ha habido hombres que le han hecho propuestas casi indecorosas, pero ella no las ha aceptado por el respeto a nosotros sus hijos.

Ella nos inculcó a todos sus hijos el respeto mutuo, dado que todos le hablamos de usted. Además, mi familia es conservadora y por consiguiente, el incesto no está permitido.
Todo empezó cuando nos encontrábamos en casa. Entonces, ella a modo de juego se sentó en mi miembro, pero Rápidamente corrigió su postura para sentarse en mi abdomen y darme unos brincos. Yo frustrado porque no se quedó sentada en mi verga, pero a la vez me dejó a mil. Tanto así que fui a mi cuarto para hacerme una chaqueta la cual fue deliciosa. Por primera vez le estaba dedicando esa paja a mi madre. Como soy invidente, tengo la fortuna de caminar de su hombro derecho. Y cuando ella me dirige hacia la izquierda, accidentalmente llego a tocar uno de sus grandes glúteos.
Fue cuando en una de esas conversaciones en las que ella y yo estábamos a solas, me atreví a manifestarle mi excitación, dado que ya no aguanté más y le dije: -Oiga jefa, le quiero decir algo. –Dime hijo, a ver. –Lo que pasa es que usted me excita mucho. –Ay hijo, cómo crees; pero yo ya estoy vieja. –No, todavía no jefa, usted da para rato. –Hijo, pero yo soy tu mamá. Le voy a decir a tus hermanos que te lleven por allá para que conozcas el sexo. Yo no puedo ayudarte hijo. –Bueno, está bien jefa, nada más era para no quedarme con eso.
Pasaron los días y yo seguía deleitándome con sus nalgas, cada vez Aprovechando la oportunidad de ir hacia la izquierda para tocar más adrede ese culote. Fue creciendo mi deseo hacia ella, a tal grado que no dejaba de rosar con mis manos ese gran culo, que ya no me importaba si ella estuviera parada. Yo estaba inmerso disfrutando ese rotundo culo con mi erección a mil.
Volví a reiterarle mi deseo, pero esta vez sí se asustó, a tal grado de llegarla a preocupar. Así que mejor desistí en ese pensamiento. Tanto así que llegué a sentirme culpable por haber deseado a la que me dio la vida. Fue una intranquilidad tan fuerte que estuve a punto de ir a pedirle perdón, pero ella estaba dormida y no quise perturbarle el sueño.
Dejé pasar el tiempo para limpiar esa culpa. Recientemente volvió el deseo y sigo aprovechando la ocasión de tocar una vez más esas nalgotas, pero pues ya más tranquilo: haciéndome varias pajas en su honor eso sí.
Por fin llegó el tiempo anhelado. Fue en esos días que mamá estuvo tan estresada más que otros días, tanto así que no podía controlarse. Entonces le propuse: -Jefa, estoy notando que está demasiado estresada por todos los problemas del trabajo y de la casa. Ya hemos juntado algo de dinero. Así que le propongo que nos vayamos de vacaciones usted y yo para que así descanse y se olvide unos días de todo. ¿Qué le parece?. –Es que hijo, no puedo relajarme. La casa se quedará tirada si nos vamos. -Tiene razón mami. Pero no cree que ya es justo que usted se olvide un momento de la casa? Porque siempre está matándose con el qué hacer. -Ay hijo, creo que ahora sí te tomaré la palabra. Ya estoy hasta aquí de todo esto. –Ok jefa, entonces cuándo nos iríamos. –Creo que dentro de dos días porque quiero dejar todo arreglado en la casa. -Bueno está bien jefa.
A los dos días nos arreglamos para emprender unas vacaciones a Puerto Vallarta, dado que siempre le ha gustado ese lugar. Llegamos al hotel para reservar una habitación que fuera confortable. Cansados del largo viaje, entramos a la habitación asignada para ducharnos cada quien con el objetivo de reponernos y refrescarnos. Descansamos por un rato para después salir a comer a un restaurant.
El trayecto fue el inicio de lo que cambiaría mi vida por completo. Al esperar el transporte nos encontramos con un conocido el cual nos ofreció llevarnos a donde fuésemos. Pero su auto era una pequeña camioneta de una sola cabina, así que mi mamá le dijo: -No vamos a caber los dos ahí. Pero el otro insistió. –Súbanse de todas formas yo los llevo. Mi madre con recelo aceptó y me dijo: -Pero entonces tú me vas a cargar hijo. –Sí jefa no hay problema.
Precisamente esa era la ocasión que esperaba. Abordamos el vehículo, por supuesto ella sentada en mis piernas. Era todo un deleite sentir sus amplias nalgas sobre mis muslos. Tanto así que no pude evitar mi erección. Es más, por mi decisión de que algo tendría que pasar en esas vacaciones, deliberadamente dejé que mi verga se dejara llevar disfrutando el contacto con su gran culo. Yo quería que la sintiera. Porque otra de las cosas que me excita, es saber que desde hace 20 años que no ha tenido sexo desde que mi padre la dejó. Y el hecho del contacto de mi pene sobre sus nalgas, me llevaba a pensar que se acordaría de la sensación de sentir una verga bien parada como la de mi padre. Pero mi madre es muy conservadora en ese aspecto. Y quién quita y suceda ese gran milagro- me decía yo con la esperanza a flor de piel.
Por supuesto que ella estaba sintiendo mi erección que casi reventaba. Al principio me percaté que le incomodaba sentir eso de su hijo. Pero al no haber otro asiento tuvo que resignarse. Hasta sentí que ella acomodaba una de sus nalgotas para tener más contacto con mi verga que estaba a mil. Ella a la vez estaba como si nada, pero cada vez más se incorporaba mi pito en sus nalgas, aprovechando que la camioneta era bastante incómoda. Como es de suponer, yo iba encantado y excitado con mi mamá y su culote.
El trayecto duró casi una hora por el gran tránsito vehicular que había, pero esa casi hora se me hizo bastante corta a tal grado de que para mí el trayecto no fue para nada tedioso. Al contrario, cómo no había aún más tráfico para seguir deleitándome con ese culazo. Llegamos al lugar y nos despedimos del que nos había llevado.

Entramos al restaurante y cosa que mi madre no acostumbra, pidió un preparado de bebida que no había tomado desde hace muchos años. Yo sin inmutarme la alenté a que se pidiese otros más, dado que mi objetivo sano era que se relajase y el otro, era poseer ese cuerpo. Pero en ese momento hubo que comportarse y quedarse con el sano objetivo. Era cuestión de esperar tranquilamente a que todo se diera.
Disfrutamos nuestra estancia con los platillos que habíamos pedido para comer. Todo estuvo delicioso. Para terminar nos pedimos otros preparados que nos marearon un poco: vaya, lo pasamos muy bien.
Salimos del lugar casi de noche para regresar al hotel. Después ella me dijo: -Mira hijo, ay que descansar hoy para que mañana temprano nos vayamos a la playa te parece? –Claro que sí jefa, hay que dormir. Pero antes platicamos acerca del lugar y ella me decía: -Estuvo muy rica la comida verdad? –Sí má, estuvo delicioso. –Verás, hace muchos años cuando trabajaba aquí, me llevaban a comer a ese lugar. Siempre ha sido muy bueno ese restaurant. –Ah vaya, pues cómo no jefa, es un muy buen lugar. –Ok vamos a dormirnos. La habitación era pequeña pero confortable. Había una sola cama matrimonial, con un sillón individual. Esa noche al intentar dormir, no pude quitarme de la cabeza la escena ocurrida durante el trayecto al restaurant. Así que mi erección volvió a manifestarse nuevamente. Le dediqué otra paja en su honor, pero tuve que hacérmela muy suave, dado que mi mamá tiene el sueño ligero. A pesar de las ganas que le tenía en ese momento y más aún que estaba a mi lado, podía aprovechar la circunstancia para meterle mi paquete entre sus rotundas nalgas, pero no quise arruinar las cosas.
Al día siguiente nos levantamos sin desayunar. Preparamos nuestras cosas para irnos a la playa. Mi madre casi no se mete al mar, pero esta vez sí lo hizo. Estuvimos un rato dentro, hasta que el hambre nos venció y pedimos algo de mariscos para almorzar. La playa estaba sola porque no era tiempo de vacaciones, pero nosotros nos las tomamos deliberadamente para relajarnos. Así que teníamos todo para nosotros dos y una que otra persona que anduviese por ahí. Disfrutamos la playa y mariscos todo el día (claro, no podían faltar algunas cervezas). Regresamos a la habitación anocheciendo para quitarnos la sal de lo vivido en la playa.

Después de ducharnos ella encendió la TV buscando algo que llamara su atención. Se puso cómoda y yo me quedé sentado en el sillón. Al cabo de unos minutos se levantó de la cama, yo pensando que iría al baño nuevamente o a buscar algo en el closet. Pero cuál fue mi sorpresa. En ese momento ella se dirigió hacia mí de espaldas para sentarse sobre mis muslos de forma natural. No me lo podía creer. Yo disfrutando otra vez de ese magnífico trasero que tanto he soñado desnudo. Sintiendo su amplitud en todo su esplendor abarcando todo el sillón. Vaya culote que estaba sintiendo, Ancho, grandote, aún firme y apetecible. De esos culotes que quisieras perderte casi todo el día o por lo menos el mayor tiempo posible. De esos culazos de señora madurita y bien conservados.
Mi erección no se hizo esperar. Yo con la inquietud de manosearla y acariciar sus carnosos muslos que con su vestido se ajustaban tan bien por lo poco que pude sentir. Pasaron otros minutos más y ella empezó a acomodarse más cerca de mi verga, la cual rosaba su culote por mi erección descomunal. No sé si ella lo estaba haciendo porque ese trayecto y mi verga la habían excitado, o solo porque quería hacer cosas que jamás había hecho olvidando su papel de ama de casa. Bueno eso no me importaba al fin, lo importante era que tenía su delirante culazo sobre mis piernas. Ella no se inmutó al sentir mi erección. Ya no era el trayecto al restaurante, sino que era un momento a solas, más íntimo, en donde no habría nadie que nos viera si la excitación se hiciese presente en ambos. Eso me excitaba cada vez. ¡Qué delicia! ¡Qué momento y sobretodo, qué nalgotas!.
Yo queriendo curiosear hacia adelante pensando en que ella estaría mojada de excitación. Quería sentir su ropa húmeda y así cerciorarme de que el contacto con mi verga le estuviese gustando. Pero eran unos días de vacaciones en los cuales faltaba mucho por vivir. Así que no precipité las cosas, aunque ganas no me faltaban.
Ella se levantó de mis piernas para retornar a la cama. Yo algo frustrado porque ese delicioso momento me lo había cortado de tajo. Pero me consolé con la esperanza de que esa bomba en cualquier momento iba a estallar. Y claro que estalló, mas no pensé que sería más rápido de lo que yo esperaba.

Mi madre se acostó en la cama como si nada y no me quedó más remedio que tranquilizar mi excitación, dado que tampoco quería ser obvio. Ella acostumbra jugar un rato en su celular y después, a leer un libro antes de dormir. Me metí con ella en la cama esperando a que a fin de cuentas nos venciera el sueño: (y así fue). Desperté de madrugada presa del insomnio. Recordé aquél momento vivido horas antes en el que mi madre estaba sentada sobre mis piernas. Mi pene no tardó en reaccionar. Me puse frente a su espalda con la intención de rosar sus grandotas nalgas con mii verga. En eso estaba cuando ella se adelantó e hizo su culo un poco hacia atrás. Pude deducir que ella también estaba despierta. Y al sentir mi cuerpo en movimiento la hizo reaccionar. Pero hubo que ser delicado en ese aspecto, dado que yo lo atribuía a la excitación que me embargaba, pero a la vez ella solo quiso ponerse más cómoda para intentar conciliar el sueño nuevamente. Pero lo que importaba en mi ser, era que su culote rosaba con mi paquete grueso y grande. Ella tenía todo el poder para ponérmelo así.
Pasaron unos minutos y ella se hizo más para atrás, como dándome casi a tocar sus majestuosas nalgas. Yo estaba en éxtasis con sus grandes glúteos frente a mi verga. Mis manos heladas y temblorosas de excitación y emoción de tener un culazo de mujer, pero era el de mi madre. Mas eso en lugar de inhibirme me excitaba aún más. Porque mis pensamientos eran: no hay nada como tener un buen sexo seguro, sin pendientes ni preocupaciones. Y qué mejor que hacerlo con mi madre.
Así estuve disfrutando el contacto con su grande culo, aunque ella estuviese vestida. Ella volvió a quedarse dormida con sus nalgas bien pegadas a mi miembro. Así que aproveché para manosearle ese culote que cada vez me ponía como un verdadero semental. Acaricié delicadamente una de sus nalgotas, sintiendo sus formas curvilíneas y anchas que solo ella posee. Saqué con cuidado mi verga del short que permanecía levantado. Di libertad a mi pene para acariciar ese rotundo culo y después metí mi paquete entre sus nalgas dilatadas. ¡Qué bien lo estaba pasando! Pero ya no quise moverle más al asunto, dado que si ella despertase me quedaría totalmente helado.

Al amanecer nos levantamos a las 8.a.m para ir a desayunar. Estuvimos paseando durante la mañana para después de unas 2 horas ir a almorzar. Regresamos a al hotel. Mi madre nuevamente encendió la TV. Yo me fui a la terraza para disfrutar la brisa un poco. Ese día hacía un calor brutal. Así que a media tarde salimos a tomar unas aguas heladas para refrescarnos y aprovechamos después para ir a comer. Volvimos a la playa lo que quedaba de tarde para pasar el calor.
Al retornar a la habitación, mi esperanza volvía a renacer. Pero a la vez debía distinguir el panorama, dado que por mi condición no puedo observar. En eso estaba cuando mi madre salió de la ducha. Ella podía cambiarse delante de mí, dado que no temía que yo la viera obviamente. Pero al escuchar cómo los elásticos de su ropa interior golpeaban su cuerpo, otra vez no pude evitar imaginarla desnuda. Y claro, pude deducir que ella se estaba ajustando el calzón. Yo delirando que yo se lo ajustaba sintiéndola por completo.
Mientras tanto, yo rogando a Dios que algo pasara. Pero saqué mi laptop y distraje mis pensamientos impuros en lo que ella veía la TV. Al cabo de 1 hora ella apagó la TV, mientras que previamente yo había guardado mi portátil. Yo estaba en la cama boca arriba sin playera alguna, solo con un bóxer nada más. Mi madre no me había dicho nada por andar en ropa interior y eso me sorprendió un poco. Pero ella lo atribuía al calor que hacía ese día, dado que el único problema era que el aire acondicionado no era suficiente en ese momento.

Estando yo en esa posición, ella vino hacia mí y sin esperar nada más esa noche, se fue sentando nuevamente ahora sobre mi verga, la cual no tardó en responderle con efusividad. ¡Qué maravilla era sentir su culazo otra vez! Lo que más me prendió, era que ella solo estaba en ropa interior, así que pude sentir sus piernas sobre las mías. Ella se movía como si me lo estuviera haciendo. No sé por qué, pero mi madre estaba más desinhibida que de costumbre. Puedo pensar que su hijo comenzaba a excitarla. Más no sé a qué atribuirlo. Pero recordé que a ella le hacía falta un buen sexo que no había tenido durante 20 años. Por lo tanto, quise pensar que eso era lo que ella quería y especialmente yo también. Qué mejor que estar en donde nadie nos conozca, lejos de los tabúes de la sociedad, a solas en una habitación que no fuera la de casa, dado que allá nos podrían pillar.
Yo me dejaba hacer esperando a ver en qué continuaba todo esto. Mi primer pensamiento fue: Ojalá y no me deje colgado y excitado como ayer “No te hagas ilusiones que hoy se dé”. Pero estuve disfrutando su movimiento con su culo semidesnudo sobre mi verga que ahora ese culote se movía de atrás hacia adelante, como si la tuviera bien clavada. Claro que eso era lo que más quería. Me atreví a tocar sus muslos desnudos y carnosos y ella no se inmutaba. Era el primer paso que ya se estaba dando. Ella friccionaba su gran trasero cada vez más fuerte con mi verga erecta a mil. Volví a pensar: “Claro, tanto tiempo sin sentir un pene bien erguido y casi olvidándose de la maravilla del sexo que mi padre no se lo habría hecho sentir así”.

En eso puso mi pene en contacto con su vagina para sentirlo en esa parte ardiente, caliente y sensible, no olvidando su clítoris, pero aún seguíamos con la ropa interior. Sus movimientos eran más sugestivos y ella comenzaba a jadear de lo caliente que empezaba a ponerse con mi vergota.
Ella no aguantó más tiempo así. Se giró y empezó a tocarme la verga, apretándola con sus dedos para sentirla. Yo tocando su ancho culo que se moldeaba en su calzón. Su calentura subía cada vez más. Me quitó el bóxer para descubrir mi paquete que ya tenía líquido pre seminal. Al momento ella se quitó el calzón para quedarse como Dios la trajo al mundo. Su vagina ya estaba húmeda de sus jugos. Ella frotó su ancho cuerpo con el mío estimulando nuestra piel. Sus pechos pequeños se iban por mi cara, rosando en ocasiones por mi boca. Esos pechos que me amamantaron cuando niño y que ahora quería volver a mi infancia. Yo le acariciaba ese culazo que ahora por fin lo tenía desnudo y para mí. Ella volvió a montarse sobre mí de espaldas, clavándose mi pito en su vagina húmeda y caliente. Ese vaivén de su traserote me tenía loco. Quería chupárselo, penetrarla por el ano y perderme en ese gran culo. Afortunadamente ya estaba dado el primer paso sin evitar lo que seguiría. Así que la dejé que disfrutara de esa posición y yo deleitándome con sus nalgotas totalmente desnudas sobre mi pubis. Ella se bajó para después ponerse de costado frente a mí para que la penetrase. Al sentir la anchura de su cuerpo y el contacto de nuestro sexo fue una sensación indescriptible. Me sentí como en la gloria. Yo con mi pierna sobre sus amplias caderas, acentuando la penetración. Le hice un mete y saca suavecito y qué rico se sentía.
Comencé a chupar uno de sus erectos pezones como volviendo a mi infancia, pero ahora sin la inocencia de la misma. En eso ella me dijo: -Hijo, qué estamos haciendo?. Yo le dije: -Mamá no te preocupes. Sé que está mal, pero solo estamos usted y yo. Además, se acuerda que desde hace tiempo usted me ha excitado? –Sí hijo. –Entonces jefa, quiero disfrutar de su cuerpo ahora que ya estamos así. Por un momento olvidemos que somos madre e hijo, somos un hombre y una mujer. Olvídese de lo que la sociedad estipula acerca de lo que está bien o mal. –Pero hijo, hay un Dios que todo lo ve y es pecado lo que hacemos, no está permitido. –Disculpe mamá si le digo esto, lo sé de antemano. Pero aun así siempre me he masturbado. Y en esas sesiones anonistas, sueño con hacerlo con usted. -Ay hijo, pero ya estoy viejita. –No jefa, todavía tiene mucho que dar. –Mi hijo ya es todo un hombre. En serio te gusta mi cuerpo hijo?. –Si má, me fascina su cuerpo y sus grandes nalgas que tiene por lo que he podido sentir. –Ay hijo, nada más porque no conoces el sexo, pues voy a ayudarte aunque no debería hacerlo. –Gracias mami. Qué mejor que tener sexo seguro sin preocuparse de nada. Y qué mejor que con usted. Eso me excita más. –Pues tú tócame hijo para que conozcas el cuerpo de una mujer aunque ya vieja. –No diga eso jefa. Es más, me excitan más las mujeres maduras que las jovencitas. –Jujujumjujum.
Continuamos con nuestra sesión de sexo ya iniciada sin retroceso. Mi madre tocando mi verga y yo chupando sus pezones, acariciando su grande trasero y tocando su vagina y clítoris. Mi madre al tocar mi pene me decía: -¡Qué grande tienes el pito! Debo confesarte que desde aquél trayecto me excitaste. Al principio me sentí incómoda, pero me acordé nuevamente del sexo que hace muchos años ya no tenía. Y fui presa de esta loca idea de sentir un pito bien parado otra vez. –Pues jefa, disfrútelo, tóquelo, es todo suyo.
Ella seguía deleitándose con mi verga que estaba casi a reventar. Después de unos minutos cambió su postura yéndose hacia abajo para observarla. Empezó a besarme el glande que ya estaba húmedo. Creo que le encantó lo esponjoso de mi miembro, porque lo acariciaba con sus labios. Después se lo metió a la boca para comenzar a mamarlo y me dijo. –Esto nunca se lo había hecho a tu padre porque pensaba que era asqueroso. Pero realmente estoy sintiendo que es delicioso. O será de lo caliente que ya estoy?. Es que tienes un pito muy bonito. Gracias má. Entonces chúpelo por favor. Me gustaría sentir una mamada hecha por usted, porque sé que le está gustando. Es más, sé que le va a encantar.
Mi madre con mis palabras de aliento aumentó su excitación. Así que se introdujo mi pito con muchas ganas y sin prejuicio alguno. Ya no era mi madre, sino una mujer desesperada y necesitada de un buen sexo que un hombre se lo proporcionara. Ella estaba lamiendo mi verga a placer. Su lengua se sentía deliciosa a tal grado de que casi me venía por completo. Pero aguanté la excitación para disfrutar esas lamidas que ella me daba.
Su lengua recorría mi pito con delicadeza pero a la vez con deseo.
Lo sacó de su boca para después lamer mis testículos. Eso me provocaba como una descarga eléctrica por todo mi ser, el contacto d su lengua lubricada recorriendo mis genitales.
Al poco rato ella cambió de posición, ofreciéndome su vulva en todo su esplendor. Claro, volviendo a introducirse Mi verga la cual no desaprovechó para nada, emitiendo los primeros chasquidos de sus labios. Era un magnífico 69 en el que los dos éramos los únicos protagonistas. El sabernos solos en la misma habitación sin intromisiones, sin temores, sin prisas y sobretodo, una noche larga por delante; eso nos puso a gozar como ninguna otra pareja. Era todo un mundo lleno de delicias en el que madre e hijo estábamos entrando. Durante ese momento, mi madre se estaba convirtiendo en una mamadora experta. Ella comenzó a agitar su cabeza con mi pito en su boca, escuchándose el sonido más sugestivo de su saliva con el movimiento.
Yo estaba a la vez tocando por fin su hermoso y gran culo por encima de mi cara. Lo acariciaba en todos los ángulos para que se me quedase grabado, dándole palmadas para sentir esa abundante carne que temblaba con el choque de mis manos. Era la gran oportunidad que siempre había soñado, el tener a mi madre desnuda y caliente. Sentir su vagina húmeda por la excitación. Sus fluidos ya goteaban sobre mi cara, así que no los desperdicié. Chupé con todo el placer del mundo su cosita caliente como si estuviera con la mejor mujer y la más deseable del mundo. Y claro que sí lo era. Yo metía mi lengua dentro de su vagina que de no haber tenido sexo durante muchos años estaba casi cerrada. Pero fácilmente cedió con la lubricación que ella estaba emanando. Así que la metí hasta donde pude. Después lamí su clítoris el cual me sorprendió, ya que lo tenía muy grande. Me encontré con su punto G, al lamerlo ella se estremeció y yo me quedé ahí para que le viniese un orgasmo y así fue. Ella temblaba y comenzó a bañar mi cara con su corrida viscosa y caliente. La degusté con todo mi deseo hasta dejarla sin rastro alguno.
Después de su maravilloso orgasmo, se colocó boca arriba para que la penetrara y me dijo: -Ay hijo, méteme tu pitote. Quiero sentirte adentro. –Sí mamá, lo que tú digas. Con todo gusto lo haré. Y claro que era lo que más quería. Sus jadeos ya eran gemidos de placer. Hasta me decía: -Así… así… así hijo. Aaaaaaahhh… Aaaaaahhhh… aaaaahhhh. Yo estaba tocando el cielo haciendo mi sueño realidad, el tener sexo con mi madre y su portentoso culo. La penetraba con toda mi potencia al contacto de nuestra piel que ya estaba totalmente estimulada. Cualquier roce de su piel me ponía más caliente. Al cabo de un rato, ella se montó frente a mí. Me cabalgó con frenesí. Ese frenesí que realmente no esperaba de ella, pero que a la vez lo imaginaba. Sentía como sus pechos bailaban al compás de sus movimientos, al igual que sentía su culote de arriba abajo en ese frenético vaivén.
Después de un rato, nos pusimos de costado para hacernos otro 69 obteniendo el control de ambos cuerpos. Yo abrazaba sus nalgotas que aún no me lo podía creer que ese culo grandote y ancho era todo para mí. En esa posición introduje mis dedos en su vagina. Pude sentir el poco vello púbico que ella tenía y sus labios totalmente ya abiertos e hinchados. Se escuchaba el chapoteo de su humedad al estarla masturbando. Ella seguía con mi verga chupándola sin desperdiciarla. Después metí un dedo en su ano para estimularlo. Ella me decía: -Aaaahhh hijo, qué rico se siente ahí!. –De verdad le gusta má?. –Sí hijo, me encanta! No me lo habían hecho así.
Yo seguía dilatando ese culote para poder penetrarlo, a la vez que mi otra mano estaba en su vagina caliente. Era una doble penetración que la estaba poniendo más cachonda. En eso nos pusimos de pie como si estuviéramos en la ducha. Ella estaba de espaldas hacia mí, así que con delicadeza acerqué mi verga a su amplio culo para recorrerlo por todos sus ángulos. Era lo que más soñaba hacer, perderme en su maravilloso culazo de señora que siempre de pensar en él me ponía muy caliente. Yo me deleitaba frotando mi pito en su enorme trasero, mientras tenía mi mano derecha en su vagina y la otra en uno de sus senos. Mis dedos jugaban con su clítoris, se metían en el hoyo húmedo y caliente, acariciaban todo su pubis y ella gimiendo de placer. Ella se puso de tal manera que mi verga estuviera entre sus nalgas. Aprovechando la posición, comencé a meter mi vergota en su culo grandote. No hubo que batallar mucho, ya que previamente ya lo había dilatado. Ella al sentir mi pito en su culote, empezó a moverse frenéticamente gimiendo de lo rico que sentíamos.
Después de unos minutos cambiamos de posición. Yo sentado en la cama con mi espalda recargada en la pared. Ella se sentó metiendo mi pito en sus nalgotas. Yo tocaba sus muslazos gruesos, a la vez que amasaba sus dos senos ya duros y erguidos sus pezones. Por fin la tenía sentada y desnuda, manoseándola como siempre había querido. En eso se levantó y yo me recorrí en medio de la cama para que ella se pusiera boca abajo con sus piernas bien abiertas rodeando mis costados. Así que mi verga en esa posición la penetraba por su vagina. Era una sensación magnífica tocar sus nalgotas a todo placer. Se podía sentir ese culote en todas sus formas, muy amplio, con la abundante carne que con mis palmadas la hacía temblar por encima de mis muslos. Era una posición muy difícil, pero la excitación ayudó a mantenerla por lo rico que lo estábamos pasando.
Era el momento de disfrutar y perderse en ese gran culote. Así que le dije: -Má, póngase en cuatro por favor que se la quiero meter entre sus nalgotas. –Sí hijo, méteme tu pito otra vez que me gustó. Primero lamí su ano acariciando sus dos nalgotas embriagándome con esas sensaciones. Mi lengua recorría su ano hasta llegar a su vagina para seguir degustando esos jugos. Una vez lubricado su gran culo, mi verga se metió con mayor facilidad. Mi pubis chocaba con sus nalgas haciendo el sonido más sugestivo. Yo en mi éxtasis le decía lo que siempre en mis masturbaciones soñaba decirle. –Ay jefa ¡Qué nalgotas tiene! ¡Qué ricas nalgotas jefa! Me encanta su culote! Aaaaahhhh, aaaahhh,.
Ella gemía más fuerte con mis palabras sucias que la volvían loca. Yo intercambiando mis penetraciones en su culazo y después en su vagina. Mi verga recorría nuevamente su vulva quedándose en su clítoris y en su punto G. De tanta excitación ella cayó sobre la cama, pero eso no fue ningún impedimento. Levanté con cuidado su vulva para posarla en mi mano derecha y la otra nuevamente en uno de sus erguidos pezones. La seguí penetrando así por el culote de señorona. Como pude metí mi dedo en su vagina para hacerle una doble penetración aunque sin poder moverlo. En eso recuperó fuerzas para volver a su postura a gatas. Entonces la penetré otra vez por su vagina con sus nalgas en mi pubis y le dije: -Ay mami no aguanto más. Me quiero venir! –Ay hijo, sí, sí, échame tu leche hijo que hace mucho que ya no siento eso!.
Eyaculé sin poder ni querer evitarlo. Los dos acabamos con un orgasmo envidiable el cuál fue muy largo. Durante ese orgasmo, yo abracé con frenesí ese traserote que me pone loco de placer.
Una vez recuperados, me dijo sonriendo: -Hijo, hace tanto que ya no tenía sexo. Tanto así que ya se me había olvidado. Me hiciste gozar como ni tu padre lo había hecho. Me desconocí la verdad.- -Ay má, pues cuando guste lo hacemos otra vez. La verdad yo también la disfruté muchísimo. Siempre había querido tener sexo con usted mami-. -Y yo que no quería dejarte que me tocaras. No pensé que lo pasaríamos tan bien hijo. Creo que hasta voy a rejuvenecer jajaja.
Yo me sentí satisfecho después de sus palabras. Nos quedamos dormidos después de varias horas de sexo delicioso. Desde esas vacaciones lo hacemos cada vez que podemos, a solas, en todas las posiciones, experimentando miles de ellas.




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