DOBLE PENETRACIÓN LÉSBICA
( Relatos Lesbicos )


Dedicado a las chicas de: “El club de las bragas rosa”

Ella se abalanzó sobre mi cuerpo y dejó que su vestido se fuera hacia arriba dejándome ver su hermosa tanguita rosa que le quedaba tan apretadita en todo su pubis, la tela de esa prenda íntima era tan delgadita que se dejaba ver mi nombre, el cual ella misma había escrito en la parte que iba a dar a su vagina. Luego ella abalanzando sus nalguitas hacia atrás, vino a darme unos apasionados besos en la boca, yo sentía la calidez de sus brazos a mis costados y el calor de su cuerpo detrás de ese delgado vestido que apenas lo cubría, ella había venido así de ligera para entregarse a mí completamente.

Su boca me comía los labios, su húmeda lengua entraba a mi boca, me dejaba su sabor y se llevaba un poco del mío, su aliento me dejaba cautivada y con los ojos cerrados deseándola más. Eran besos tan ansiosos que no le importaba perder el aliento con tal de entregarse en cada beso, en cada lamida; al restregar la punta de su lengua alrededor de mis labios yo sentía una de sus mejillas restregarse sobre mi mejilla, y así se abandonaba al placer.

De hecho ya sentía que ella se entregaba en cada beso. Cerraba sus labios junto a los míos y nuestras bocas sonaban antes de separarse. Después de un largo y exagerado beso, yo puse mis manos por debajo de sus brazos y su vestido escotado me permitió tocar su tierna piel, mientras ella caía con sus delirantes besos sobre mi quijada, sobre mi cuello y dejaba huellas húmedas de su boca en mi piel, lentamente empecé a jalar aún más arriba su vestido y ella entendió que lo quería fuera de su cuerpo para así poder contemplarla semidesnuda con esa su tanguita rosa. Darme gusto con su desnudez era lo que yo quería precisamente en esos momentos.

Ella se incorporó sobre sus rodillas encima de la cama y de inmediato comenzó a abrir su vestidito por detrás, yo me senté en la cama y acudí con mis manos a tomar el vestidito por los bordes y empecé a subírselo, hasta que ella abrió por completo el vestidito por su espalda y lentamente juntas lo sacamos por arriba, a medida que subía el vestido yo empecé a verla. Su piel tan blanca, ella tan delgadita, las costillas se le marcaban en el dorso, y del vestido salieron de repente, liberados dos pechitos muy finos con sus pezones marrones; como dos lunares exquisitos que apenas salieron del vestido se robaron mis ojos del resto de su desnudez, se abalanzaron sobre mis manos, mientras ella venía a besarme con esa su boca tan deseosa de besos.

Yo vine a recibir sus senos en mis manos y al posarse esos sus pezones en medio de las palmas de mis manos, sentí como se estremeció todo su cuerpo; ella inclinó su cabeza sobre la mía y nos cerramos en un beso que me sabía a ternura y pasión. Ella con los ojos cerrados siguió dándome cortos besos, mientras derramaba su aliento en casi gemidos callados que salían de su boca tan dulce, sus manos me acariciaban las mejillas con tal delicadeza que quise retribuirle acariciando su pelo hasta llevar su larga melena hasta atrás tomándola por la nuca y despacio acercarla más hacía mi boca.

Era un placer sentir su boca entregándose en cada beso, y luego ella se me vino otra vez encima con todo su cuerpo, acomodando sus brazos nuevamente a mis costados, su acogedora tibieza me hacía sentir tan agradable que mi abdomen se contraía mientras su boca seguía destilando su sabor sobre la mía. Con la fuerza de su cuerpo también su melena se vino encima, cubriendo como un velo nuestras bocas selladas en besos que no paraban, hasta que con mis manos volví a tomar su melena y hacerla toda a los costados de sus mejillas para irla bajando toda sujetada en dos mechones por sus costados, mis manos acomodaban las hebras de su pelo largo por los costados de su cuello y mientras más bajaba su pelo por los costados levemente la empujaba hacía atrás para que se despegara un poco más de mi cuerpo, ella quedo apoyada hacia atrás sobre sus rodillas, y mis manos continuaron bajando por su piel sosteniendo su pelo suelto hasta llegar a sus senos, dejándolos cubiertos de su hermoso pelo. Era una hermosa eva cubriendo sus juveniles senos con hebras de sus cabellos suspendidos por mis manos.

Mis manos acariciaron esos pechos encima de los cabellos, al tomar sus pezones estos se abrieron paso de entre los cabellos y duritos se ofrecieron a las caricias de mis dedos, que tibieza de pechos, que suavidad de piel al tenerlos apretados contra mis manos, que ligereza al tomarlos por debajo para sentir su caía, eran unos delicados pechos juveniles. Casi me abalanzo sobre esos pechos para despejarlos de aquellos cabellos y besarlos con ansias de acabarlos en mi boca, pero ella me estaba mirando, con una sonrisa y esa mirada callada y tierna que me pedía calma y atención para lo que ella quería hacer.

Con esa su sonrisita inocente, con esa calma en sus ojitos, ella inclinó su cabeza a un costado dejando resbalar su pelo de uno de sus pechos hacia el costado llegando a cubrir desde su hombro por todo su brazo. Y de ahí contemplé ese seno desnudo junto a su carita tan dulce, su dorso desnudo, descansaba su peso en sus brazos tan largos y cálidos, exponiéndome sus dos pechos, uno totalmente desnudo, el otro ligeramente sosteniendo aun su pelo en la punta de su pezón, apreciaba por debajo su abdomen tan liso y delgado con su ombligo redondito en medio y abajo su atrayente vientre que se perdía en el borde de esa su tanguita rosa. Con sus firmes caderas abriéndose a los costados.

Su penetrante mirada busco mis pupilas para clavarse en mis ojos, su sonrisa me dejo ver sus dientes blancos, y era verla llena de dicha en frente de mí, casi podía sentir su seguridad, su felicidad y sus ganas de entregarlo todo. Ella acarició emotivamente uno de mis muslos, su mano paso ligeramente y me produjo un cosquilleo agradable que me puso más ansiosa, me sentía insaciable y solo quería sentir la textura de su piel en mis manos; y en la plenitud de mi deseo vi como ella ya se andaba bajando su tanguita metiendo los dedos pulgares de sus manos en los costados de esa su prenda íntima, y la iba bajando lentamente por sus caderas mientras no dejaba de sonreírme con toda ternura, con los dedos dejaba deslizarse la tanguita por sus costados, rozando con el borde la piel de sus caderas, hasta que liberó por completo sus nalguitas ahí atrás, y por delante continuó deslizando su tanguita ya enrollada en una tirita delgada por la acción de sus dedos que suspendían la telita delgada y venían desde sus caderas hacia sus muslos lentamente. Ligeramente empezó a desprenderse de su zona intima, su pubis lleno de pelitos rojizos como su cabellera, iban apareciendo a medida que la tanguita iba deslizándose más hacia abajo, ver en primera fila eso, era apreciar la belleza de ese pubis tan fresco y sentir su aroma a mujer tan delirante.

Era como cumplir un deseo muy íntimo, tener su pubis tan cerca, esa piel tan delicada, cubierta por esos pelitos tan finos que tapaban su adorable vagina aprisionada por sus piernas cerradas, y entre las puntas de aquellos pelitos ya se podía divisar como salía de entre su piel más íntima, el detalle más adorable y excitante de aquella chica que se me entregaba, era recibir en mi nombre, todas esas sus secreciones vaginales tan exquisitas, todas mojando su prenda más íntima justo en medio, justo en donde había decidido poner mi nombre con su puño y letra para deleitarse en su intimidad, sabiendo que así llevaba mi nombre donde quiera que ella fuera en lo más íntimo que ella tenía.

Ella había dejado su tanguita ahí al borde de su vagina para que yo me deleitara viendo mi nombre entre secreciones suyas, cuando de pronto con un dedito paso encima de mi nombre tal y como había acariciado mi muslo, y de ahí se llevó el dedito a la boca para saborearlo deliciosamente. Con su dedito en la boca me miraba sonriendo, disfrutando el sabor que había recogido de su prenda íntima, se chupaba ese dedito con toda dedicación, hasta quitarle todos sus flujitos de encima y a la vez me miraba llena de ternura.

En ese momento, decidió bajar por sus muslos su tanguita, entonces tomándola del centro, presionando en su dedo pulgar mi nombre y por el otro extremo de la tela sus demás dedos, delicadamente bajo su tanguita hasta las rodillas, como las tenía dobladas sobre la cama soportando su cuerpo, para liberar la prenda y dejar que siguiera deslizándose por sus piernas, se puso como una gatita desplazándose cariñosamente por mi costado, gateando con brazos y piernas, dejando que le colgara la tanguita entre las piernas; y se fue acomodando a mi costado derecho, para depositar su lindo cuerpo sobre la cama y así permitir que saliera la tanguita de entre sus piernas.

Extendía su figura sobre la cama, rozaba sus pechos en las sábanas y su pelo rojizo había quedado desparramado alrededor de sus hombros, su piel desnuda se acariciaba con las sábanas, ella parecía envolverse en su propia desnudez y yo intentaba mirarla completa, pretendiendo coger de un vistazo todo su cuerpo desnudo, toda su blancura en medio de la cama, con su pubis expuesto como un nidito rojo en medio de su blancas caderas.

Saliendo de su propio placer, después de haber sentido las sábanas en todo su cuerpo, me miro ansiosa y agachó la mirada hasta donde había quedado su tanguita, con la mano terminó de bajarla para sacarla de sus piernas, la sostuvo de momento presionando los dedos, me miro con deseo y se llevó esa tanguita a la boca. Para degustar sus fluidos vaginales busco rápidamente con los ojos donde había quedado la zona de en medio, ubico mi nombre y se lo metió a la boca, empezó por ponerle los dientes y luego se puso a degustar con su tierna boquita de aquellos flujitos que se me antojaban sentir. Con empeño y con deseo, pasándole toda la lengua a mi nombre, lo dejo libre de sus fluidos y en su lugar quedó una mancha de la humedad de su boca en la prenda. Continuara…
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Lesbicos

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