Mi gan amor del Seminario
( Relatos Gay )


Mi gran amor del Seminario

Hace mucho tiempo, cuando tenía aproximadamente 18 años, me encontraba en un seminario donde se preparaba para ser Sacerdotes y estudiaba filosofía, ya tenía casi 4 años de estudios, pero la historia comienza aproximadamente en 1987.

En el Seminario convivía aproximadamente con unos 20 compañeros, ahí conocí a Edo, él iba un año adelante de estudios cursaba segundo de Filosofía, tenía aproximadamente 20 años, medía como 1.87, era sumamente delgado, de piel blanca, velludo en su cuerpo, obviamente unas caderas delgadas y escurridas, las piernas velludas, y unos ojos verdes esmeraldas, un poco narizón, pero todo era perfecto en él, se caracterizaba por ser muy callado, serio y una mirada profunda, medio enigmático pero muy inteligente.

Empezamos siendo amigos, de hecho en esos ambientes espirituales, casi somos hermanos, no sé pero poco a poco en el trato me fui enamorando perdidamente de él, y en cierta manera él me correspondía. Empezamos platicando sobre novelas que leíamos, sobre cosas que nos gustaban de lo que estudiábamos, cierta noche toda la comunidad fuimos de descanso a una casa de verano que tenían los sacerdotes, en un lugar frio, donde había canchas de futbol, cabañas y un lugar muy grande, se programó para la noche después de cenar realizar una fogata, y todos nos sentamos alrededor de ella, él traía puesto un gabán, algo que en México se ponen los mariachis o los campesinos, para cubrirse del frio, era como una colcha, en esa época era casi invierno y hacía mucho frio, el gabán era de lana y calienta mucho, lo cierto es que cubre el cuerpo.

Ya en la fogata, empezamos a cantar canciones populares, y yo me senté junto a él, no sé cómo pero comencé a pasarle la mano por debajo del gabán, y él no se molestó sino al contrario más se acercó a mí, le fui acercando mi mano hasta subir entre su entrepierna, yo temblaba pero de emoción, no era de frio porque empecé a sentir su duro pene, y eso me tenía muy caliente y el estar rodeado de los curas y de mis compañeros seminaristas, quienes no se daban cuenta, eso lo hacía realmente excitante.

Cabe hacer mención, por cierto que las cabañas donde nos quedamos eran dobles, es decir, nos quedábamos 2 personas a dormir en la misma cabaña, y que creen que los dos estábamos juntos, yo creo que él sabía lo que esa noche iba a suceder, lo cierto es que nos calentamos mucho esa noche alrededor de la fogata y nos esperaba la habitación.

Cuando llegamos a la habitación, me acuerdo mucho que le dije que era mi primera vez, y él comenzó a besarme por el cuello de una manera tierna, me hacía temblar todo el cuerpo, a mí me gustaba su olor a perfume, pues en ese tiempo él usaba Anteus, y la verdad que su cuerpo lo transpiraba mucho, y eso me hacía sentir en la gloria, poco a poco me fue besando todo el cuerpo y me hacía estremecer, hasta que nos quedamos desnudos, y entonces yo busqué su verga, era delgada, rosita y su glande era rojito, su cabeza de su pene era delgadita y le medía como 18 cms, de esas vergas totalmente lisas, pero muy rica, no sé en qué momento se la empecé a mamar, poco a poco me lo fui metiendo a la boca, él ya tenía mucho líquido preseminal y la verdad ese sabor me enloqueció, que le empecé a succionar y trataba de meterme todo su pene a mi boca y él comenzó a disfrutar como loco, la verdad sentir sus piernas velludas y ese sabor de su verga, yo estaba totalmente hechizado, lo amaba, lo deseaba tanto, era totalmente de él, después de una rica mamada y permanencia en todo su rigor la erección de su pene, me empezó a tocar mi entrada, es decir mi ano, me metía de manera cariñosa un dedito, que me iba preparando para su introducción, después me volteo y me puso boca abajo y me beso la espalda, yo para esa hora deseaba que me lo metiera, lo deseaba locamente, ya conocía cada parte de su cuerpo pues había chupado sus pezones, había sentido su estomago, era un chico delgado pero fibroso y ya había chupado sus huevos, ya lo había recorrido con mi lengua, entonces sin decir palabra procedió a metérmela, fue muy tierno, lo disfruté al máximo, me lo metió poco a poco, al principio sentí un poco de ardor pero el sentirlo, olerlo y escuchar su respiración me hacía olvidar el dolor y sentir placer, porque realmente lo amaba con locura, me lo metió poco a poco y dejó un rato dentro de mi ano cuando sentí su ricos huevos en mis nalgas, después empezó a bombear de manera más rápida, yo sentía un éxtasis, mucho placer y gemía un poco en silencio porque no quería que las cabañas de al lado escucharan nuestros gemidos, yo estaba acostado boca abajo y el estaba encima de mí, me decía que rica nalgas y que culito tan rico tienes y yo le decía que le pertenecían a él, en eso empezó a bombear más rápido hasta que sentí su esperma en mi anito, en ese momento yo sentí que tocaba la luna, el cielo y todos los santos, de verdad ese era el cielo prometido, y él era un verdadero ángel del amor, ese fue el principio de muchos encuentros que poco a poco fui descubriendo al lado de él.

La vida nos llevó por diferentes rumbos, me acuerdo que un día le propuse que nos saliéramos, pues él era una persona con una memoria grandiosa y muy inteligente, siempre sacaba 10 en todas sus notas, pero él me dijo que le daba miedo abandonar el seminario, que no sabía hacer otra cosa, que desde muy pequeño había entrado al seminario, y bueno yo tomé la decisión de abandonar esa vida y mejor seguir estudiando en la Universidad, hoy en día lo he visto en fotos, está mucho mejor que antes pero es una persona muy respetada en el medio eclesiástico, la verdad después me enteré que mi joyita se había cogido casi a todos mis compañeros, era muy promiscuo y eso fue lo que en realidad me motivó a abandonar el seminario, el sentirme traicionado cuando yo lo amaba con locura, pero él siempre vivirá en mis recuerdos y ha sido una persona que lo seguiré amando con locura y no creo y estoy casi seguro que debe tener como el padre Maciel su clan de amantes jóvenes.




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Codigo do Relato
1829

Categoria
Gay

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