Mi príncipe.
( Relatos Gay )


Todas las tardes de miércoles, Emilio y yo nos escapábamos de casa para vernos. Yo iba al parque de por mi casa, donde él estacionaba el coche y me esperaba para irnos a algún lado; siempre lo hacíamos así para evitar chismes de mis vecinas, pues yo, en secreto, era un bisexual, y amaba profundamente a Emilio.
Emilio era un príncipe: no sólo porque así nos llamamos entre los anoréxicos, si no porque a sus dieciocho era realmente guapo. Tenía el cabello largo hasta la barbilla y unos brazos fuertes y trabajados; unos ojos oscuros y de pestañas largas, y un torso esbelto y fuerte. Su piel era de tiza por la anorexia, como la mía, y cuando sonreía, se iluminaba mi mundo entero.
Le planté un beso dulce al verlo. Sus manos rodearon mi torso.
"Cada vez estás más delgado, Alex. Siento tus huesos... Me encantas."
Volvió a besarme, y de mi boca descendió lentamente hacia mi cuello, apretando mi cintura contra sí. Sentí su miembro erecto contra mi ingle, y yo me excité igual.
"¿Estás listo para irnos?"
Asentí.
Estaba nervioso. Me metí al BMW azul oscuro con mi mochila al hombro y mis huesitos temblando. Iba a ser mi primera vez. Iríamos a un hotel, donde pasaríamos la tarde.
La habitación era lujosa, con una cama king size y velas rojas.
"Iré a cambiarme." musité.
"De acuerdo. Yo me visto aquí afuera."
Me puse unos bóxers ajustados de Calvin Klein y mi playera de The Doors. Me miré en el espejo de cuerpo completo. A mis quince años, me veía delicado, muy delgado. Mi cabello largo y castaño caía sobre mis hombros, y, en mis ojos verdes, había colocado delineador negro. Con pechos, podría parecer mujer, pues carecía de vello y mi cintura era muy pequeña. Salí del baño.
"¿Ya puedo ver?" preguntó, volteado, mirando a la pared. Parecía un Adonis, con unos bóxers apenas. Su columna se marcaba ligeramente sobre la piel, y su espalda era amplia y musculosa.
"Sí... "
Se volteó y esbozó una sonrisa, para levantarse y posar un beso en mis labios, abrazándome; sentía su lengua acariciarse con la mía, y la ropa comenzaba a estorbar... Metía sus manos fuertes bajo mi playerita, tocando mis pezones y costillas. Se deshizo de ella, y siguió besando mi cuello, mi clavícula, mordisqueando mis pezones erectos y rosados. Nuestras erecciones se rozaban sobre la ropa. Solté un gemido.
"Tranquilo..."
Y me dejó con la boca abierta.
Me sentó sobre la cama, y me miró lascivamente. Me colocó entre sus piernas, y me recostó con suavidad. Siguió besándome, haciéndome sentir el roce de su cuerpo, estimulándone sobre la ropa.
Deslizó el bóxer, mostrando mi miembro. Yo respiraba agitadamente, y le quité el suyo. Llevé mis manos hacia sus duros glúteos, y solté un gemido una octava más alta al sentir el primer roce. Entonces, comenzó a moverse con suavidad, una y otra vez encima mío, hasta ver el líquido preseminal salir de mí. Me dio la vuelta. Sacó lubricante de la mesita de noche. Yo tenía mucho miedo.
"Si te duele, me detengo... "
No, por favor, no pares. Me encantaba su calor, verlo a él. Daba igual el dolor... Me puso en cuatro. Me agarré de la cabecera y de una almohada.
Introdujo uno de sus dedos dentro de mí. Gemí, apretando los dientes. Se sentía muy bien, pero dolía un poco.
Con movimientos suaves, Emilio se hacía lugar dentro de mí con los dedos, masajeando mi cavidad anal. Yo respiraba con agitación.
"Ahí va."
Introdujo la cabeza del pene lentamente, tomándome de las caderas. Arqueé la espalda.
"Ah, Emi..."
Y lo sentía dentro mío poco a poco; a pesar de que dolía, pues su miembro era grande, yo pensaba sólo en el placer, mordiéndome la lengua para no gritar. Ya dentro, comenzó a embestirme con suavidad, en movimientos circulares, aumentando la velocidad poco a poco. Solté un gritito de placer, y él pareció satisfecho. Llevó una mano a mi entrepierna, y deslizó su mano por mi miembro erecto, con el lubricante, una y otra vez, tocando la punta con lujuria y calor. Sus embestidas eran cada vez más brutales, y mis gritos pedían más, y él entraba y salía a su antojo. Jalaba mi cabello largo hacia atrás, la cadera poseída por su otra mano, acercándome para sí. El sudor corría por nuestros cuerpos.
Entonces, grité muy fuerte. Un líquido escurrió por mi pierna. Emilio igual gimió. Dejé que se viniera dentro de mí, dejando su semilla en mi interior, y sonreí. Las respiraciones agitadas. Nos separamos con un gemido.
Luego nos abrazamos, bajo las sábanas.
"Mamá, vine a casa de Emilio, el del colegio. Me quedo a hacer un trabajo y a dormir..."





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Nombre do Relato


Codigo do Relato
2615

Categoria
Gay

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