La niña del gimnasio
( Relatos Heterosexuales )


Hola, soy Emanuel, tengo 22 años. Vivo en un edificio bastante bueno, tan bueno que tiene su propio gimnasio. Antes de que nos mudáramos, hace casi dos años, yo iba a un gimnasio, pero cuando vinimos acá, dejé ahí ya que tenía gimnasio gratis. El disponer del gimnasio a la hora que yo quiera esta muy bueno, ya que me gusta estar solo mientras ejercito, así que iba a las 5:30 de la mañana, después seguía durmiendo y a la tarde iba a la universidad. Pero aunque haga ejercicio no tengo un cuerpo como desearía. Mido 1.86 metros pero me falta lo "ancho."
Al poco tiempo que nos mudamos, mi hermana se hizo amiga de una chica que ya vivía en el edificio. Valeria se llama, tiene 12 años, muy linda de cara, pelo castaño por los hombros, no pasa de 1.65 metros de altura y con un cuerpo aún no desarrollado del todo.
Una tarde en que estaba solo en la casa viendo TV, llegó mi hermana con Valeria. Se pusieron a hacer no se que cosa en la mesa. Pude notar como Valeria me miraba de reojo. También me hacía comentarios sobre los que había en televisión. Yo no le presté mucha atención.
Un día, estando yo en el gimnasio entre las 5:30 y las 6:00, llegó Valeria. Tenía puesto un short que hacía notar una linda cola, y ropa ajustada de gimnasia en la parte superior, lo que me hizo ver que no tenía nada de tetas. Yo la saludé y no le presté mucha atención mientras hacía mi rutina.
Los días pasaban y todos los días me la encontraba a esa hora en el gimnasio. Empezamos a hablar más y más. Me contó que hacía gimnasia artística, que aún estaba en la primaria, de todo nos contamos. Me ayudaba alcanzándome cosas y yo hacía lo mismo por ella.
Un día yo estaba haciendo pecho con la barra, y le había puesto mucho peso, y como quise terminar no aguanté y quedé atrapado por la barra. Llamé a Valeria para que me ayudara. Ella vino y se puso a reír, se sentó encima de mi pija como si no supiese que hacía y me decía lo tonto que era por querer levantar más de lo que podía, pero yo notaba como disimuladamente me refregaba bastante. Después se bajó y me ayudó.
Otro día, me pidió que la ayudara a estirar. Se acostó de espaldas y levantó sus piernas hasta que sus rodillas casi llegaban a su pecho. Me pidió que se las empujara hasta que sus pies tocaran el piso; así lo hice. "Ahora yo te tengo atrapada" le dije riéndome. Ella, con sus manos me agarró la cabeza y me dijo "pero vos también estás atrapado." Me acercó hasta que mi cabeza quedó al lado de sus tobillos. Nos miramos por unos segundos y le di un beso. Salimos de esa posición y nos acostamos uno al lado del otro besándonos y tocándonos. Ella metió su pequeña mano debajo de mi pantalón y comenzó a masajearme la pija. Yo por mi perte hice lo mismo y empecé a tocar su concha aún sin pelos que ya estaba húmeda. Tenía que penetrarla, era hermoso eso que estaba pasando. Justo cuando estaba por sacarle el short, oigo que meten una llave en la puerta. Nos levantamos más que rápido y disimulamos que no pasaba nada ante el infeliz del 4-B que se le ocurrió venir por primera vez a esa hora. "Hoy tenés que hacer algo en la tarde, yo voy a estar sola" me dijo Valeria. Yo tenía que ir a la universidad, pero era obvio que no iba a ir, así que le dije que no. Ella me invitó a merendar, seguramente pensando en terminar lo de hacía un rato.
Llegué a mi departamento. De la calentura que tenía me iba a hacer una paja, pero decidí guardarme para Valeria.
A las 4 de la tarde fui a su departamento. Acababa de salir de la ducha, era más linda con el pelo mojado. Tenía puesta una remera larga y estirada que le llegaba hasta los muslos, no tenía más ropa visible. Me invitó a pasar y me dijo que me ponga cómodo que ella iba a preparar algo para tomar. Me senté en una silla y esperé. Como tardaba fui a la cocina a ver si pasaba algo y la vi de espaldas y algo se apoderó de mi. Me acerqué y empecé a besarle el cuello y a tocarle su hermoso culo. Le saqué la remera y quedó ante mi una bombacha blanca con corazones azules, hermosa visión. La di vuelta y nos besamos muy apasionadamente. La alcé y la llevé a su cama. Me desnudé frente a ella mientras ella respiraba agitadamente y tocaba su concha y sus inexistentes tetas. Muy despacio le bajé la bombacha hasta sacársela. Puse mi cara entre sus piernas y comencé a lamer su clítoris. Estuvo un rato gimiendo y casi gritando cuando tuvo un orgasmo. Me arrodillé entre sus piernas empapadas en sus jugos, subí sus piernas y las puse sobre mis hombros, metí con cuidado la punta de mi pija dentro de su concha. Ella emitió un pequeño quejido, pero no me importó. Fui bajando sus piernas y metiendo cada vez más mi pija dentro de ella. Valeria gemía y se quejaba, pero su cara era de placer. Cuando rompí su himen ella dio un grito fuerte de dolor y empezó a llorar y a querer sacarme de encima suyo, pero yo comencé con un mete y saca despacio. Tuve que taparle la boca con una mano para que no gritara tanto. Llegué a mi orgasmo, no el mejor de todos. Me levanté. Valeria ya no lloraba, pero estaba inmóvil respirando agitadamente. Le pregunté si le había gustado pero no me respondió. Me vestí y me fui.
Después de eso no fue más al gimnasio a esa hora. No fue más a casa. Y cuando nos cruzábamos sólo era un hola. Lastima que no siguió eso, me quedé con ganas de hacérselo por el culo.




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