EL CALZÓN ROJO DE CLAUDIA
( Relatos Lesbicos )


Quienes han leído mi anterior relato: “Claudia mi amiga de pubertad” ya han escuchado del calzón de Claudia, para quienes no, les invito a buscar ese relato en esta página para que sigan la historia desde el principio.

Para empezar, les diré que mientras escribo este relato tengo en mis manos ese calzón y lo huelo mientras escribo estas palabras, el solo recordar el aroma de Claudia me conmociona, hace que me humedezca y acaricio con las yemas de mis dedos esas costras que han quedado adheridas producto de su abundante excitación de aquella vez.

Ahora voy a pasar a contarles como fue. Como recordaran quienes ya han leído mi anterior relato, con Claudia empezamos a tocarnos a muy temprana edad, llevadas por la curiosidad adolescente de aquellos tiempos en que experimentábamos cambios en nuestros cuerpos. Siempre que nos encontrábamos, la excitación nos provocaba hablar de sexo y tocarnos.

Era inevitable encontrarnos y no sentirnos nerviosas de la excitación, a mí por lo menos, me daban cosquillas en la vulva y me ponía a mirarla directo a los ojos conmocionada, ella también se perturbaba y sonreía, luego empezábamos a tocarnos en algún rincón de aquella casa a medio construir al lado de la mía. Pero cuando ya habían terminado de construirla, tuvimos que buscar otro lugar para tocarnos como nos gustaba.

Como mi mamá ya la conocía me dejaba meterla a casa y yo la llevaba directo a mi habitación con cualquier pretexto, aunque el más usual era usar la computadora. Por si las dudas, encendía la computadora y ponía dos sillas delante, una para que se sentara Claudia y otra para mí y disimuláramos que estamos usándola. Aquella tarde en particular, nos sentamos delante la computadora y empezamos a bromear, estábamos nerviosas como siempre y no sabíamos como empezar, yo le tocaba los muslos, me gustaba hacerlo, especialmente cuando se ponía algo corto, me gustaba sentir su piel.

Esa tarde precisamente ella llevaba una minifalda negra, ajustada y una blusa sin mangas, sus piernas descubiertas lo mismo que sus brazos me llenaban de deseos, solo de tocarle las piernas ya quería sentir su aliento en mi boca y si me lo permitía, saborear su lengua junto a la mía. Yo empecé el jugueteo, la tomé en mis brazos y empecé a besarla, ella no tardo en dejarse llevar por la emoción y me besó también, pronto me entregó la lengua, nos disfrutamos mutuamente en un suave roce de lenguas en tanto mis manos se descolgaban de su cuello para bajar hacia sus pechos, se estremeció al sentir mis manos tocándolos, podía sentir su sujetador.

Pero yo quería más así que metí mis manos por los bordes de su blusa detrás de sus brazos, los tiros de su sujetador que bajaban de los hombros estaban pegados a sus omoplatos, me dio ganas de bajarlos de inmediato para que caigan por sus hombros y queden colgados fuera de sus brazos, al sentir que lo hacia ella quiso contenerse, separó su boca por un instante y volteo a ver rápidamente la puerta, yo pensé que había presentido que mi mamá estaba cerca, pero yo no había oído nada.

Así que volví a tomarla y meter mis manos donde ya habían estado y esta vez me fui directo hasta el centro de su espalda al interior de su blusa para abrirle el sostén, pues al contario de otras veces esta vez sí traía un sujetador con broches en la espalda. Se lo abrí, y ella toda conmocionada se agacho y apoyo su frente en mi pecho, yo empujé mis pechos hacia su frente para que los sintiera, quería que me los chupe, pero primero quería chupar los suyos.

Como ya tenía abierto su sujetador saqué los extremos por los costados de su blusa, mi intención era que, como ya había bajado sus tiros por encima de sus hombros y lo tenía abierto, sacárselo ya sea por una abertura del brazo o por el otro, pero no me entendió la idea así es que empezó a bajarse el cierre de la espalda con la intensión de sacarse la blusa. Y como era un cierre trasero la ayude a abrirse la blusa y a sacársela, con la blusa cayó su sujetador y sus pechos quedaron expuestos, bueno, todo su dorso en realidad.

Me gustaba verla así, medio desnuda, con los pechos sueltos y sus ricos pezones hinchados, nos volvimos a besar, esta vez mis manos fueron a dar directo a sus pechos, se los tocaba mientras nos devorábamos las bocas, tomaba sus pechos y juntaba mis dedos alrededor de sus pezones para jalárselos. Ella también había empezado a explorar mis senos debajo de mi suéter. Esa tarde tenía puesto un suéter y debajo directamente mi sostén, obvie la blusa con la intensión de facilitar las cosas cuando ella viniera y me puse un suéter para que mi madre no notara que debajo tenía puesto solo el sujetador.

Me encantaba como agarraba mis pechos, con firmeza, y rápidamente subió mi suéter hacia arriba, al tener descubiertos mis pechos bajo a besármelos y a lamérmelos por encima de las copas del sujetador. Su lengua me hacía retorcer de placer, sus besos me hacían estremecer, me jaloneaba los pezones encima el sujetador, me los jalaba tanto que las copas del sujetador se separaban de mis pechos ligeramente. Luego me abrió el sostén tal como yo había hecho con el suyo, sin demorar me saqué la blusa y dejé encima del teclado mi sostén blanco. Quería que me acabara las tetas así que llevé su boca directo ahí tomándola de la cabeza.

Saboreo con delicia mis pechos, me ponía loca que hiciera lo que estaba haciendo con mis pezones, separé mis piernas mientras lo hacía porque me estaba mojando tanto que incluso sentía pegajosa mi vulva al contacto de mi calzón. Seguramente ella sentía lo mismo, quise averiguarlo.

Esta vez metí mis manos por su cintura, nos volvimos a besar las bocas, su deliciosa lengua exploraba mi boca, mientras nuestras bocas se juntaban hacia arriba, nuestros pechos se tocaban solos ahí abajo, sus pezones duros los podía sentir por encima de los míos lo que me hacía palpitar el pecho. Pero mis manos fueron directo a bajarle la cremallera de la falda, se la abrí y sentí por primera vez la textura de la tela de ese calzón rojo, así como la estoy sintiendo ahora que lo tengo entre mis manos mientras escribo.

No voy a guardarme el hecho de que acabo de hacer una pausa para masturbarme con el calzón rojo de Claudia. Pero para seguir contándoles, cuando ya tenía abierta su falda por completo comencé a jalar ese calzón rojo hacia abajo cosa de mirar su vulva, los pelitos que ya tenía salieron alborotados hacia arriba y podía oler el sabroso aroma de su excitación, tenía la vulva caliente, Claudia detuvo mi mano, pero yo no quise soltar su calzón, tenía muchas ganas de ver su vulva, a ella le estaban saliendo los pelos mucho más rápido que a mí y eso aparte de causarme curiosidad, me gustaba demasiado.

Como se hacía incomodo llegar a la parte más baja de su vulva estando sentadas, no dude en levantarla del asiento, cayó su falda al piso y fue ahí que pude contemplar su hermoso calzón rojo, como se ajustaba a su vagina me entusiasmaba aún más, hacía que sus piernas se vean más largas, marcaba su vulva perfectamente y se ajustaba perfectamente a su vientre, me enloquecía ese calzón, tenía que ser mío.

La abracé y puse mis manos en sus nalgas, que ajustado le quedaba aquel calzón en el culo, quise avanzar con ella hacia la mesa, pero no me entendió hacia donde quería ir y se quedaba, luego le cogí la mano y le dije: “Vamos para allá” apuntando la mesa, ella miró hacia la puerta y me dijo que no muy nerviosa mirando a la puerta, seguramente lo que más nerviosa le ponía es que mi madre pudiera llamar a la puerta en cualquier momento. De todas maneras, la llevé de la mano, se veía tan rica caminado únicamente con su calzón rojo.

Apoyé su culo al borde de la mesa. Nos seguimos besando, ella tocaba mis pechos y bajaba hacia mi vulva, me encantaba sentir como llegaba a poner su mano entre mis piernas y frotaba con su mano, el calzón se me pegaba a la vulva por lo húmeda que estaba, seguramente ya hasta tenía mojado el pantalón de esa parte. Estaba más que aturdida besándola y con las ganas que tenía la tomé de las nalgas y la senté en la mesa con las piernas abiertas, me puse en medio de ellas y después de unos besos me concentré en el calor que desprendía de entre sus piernas, me puse a observar su calzón rojo.

Con toda mi excitación me emocioné al verla con las piernas abiertas y como su calzón estaba pegado a su vulva, la hacía ver más gruesa, no tarde en tocársela por encima de la prenda, ella me miraba hacerlo y se paralizaba de la emoción, suspiraba, me miraba con nerviosismo, había momentos en que la besaba, pero era más el gusto de estarle tocando entre las piernas encima de ese calzón, hasta se lo metía en la raja y la tela se humedecía.

Para masturbarla metí mi mano y sentí sus pelos húmedos, pegajosos por el flujo que ya había expulsado, pero no me detuve en ellos y con ayuda de esa humedad mis dedos resbalaron rápidamente al interior de su raja que es donde me gustaba tocarla, su raja estaba inundada de secreciones tibias, sacudí mis dedos y se puso como loca, casi se le escapan los gemidos, para que no se escuchen tuve que besarla, pero no solté su raja, se la seguí tocando, rozando con mis dedos perpendicularmente, se la froté con energía, me apoyé sobre su hombro conmocionada del gusto pues lo que me producía tocar su vulva dentro de su calzón era grandioso, hasta las piernas se me soltaban y fue por esa razón que me apoyé en su hombro, Claudia volvió a mirar hacia la puerta, su nerviosismo era evidente pues estábamos tardando más de lo acostumbrado.

Y es que esta vez no era como otras que lo hacíamos rápido, y casi nunca llegábamos a desvestirnos, siempre nos subíamos las blusas y los sujetadores, y nos bajábamos los pantalones y los calzones nada más, cosa de poder acomodarnos la ropa rápidamente luego de tocarnos. Pero ahora Claudia solo había quedado con su calzón rojo y yo con mi pantalón. Pero no por mucho porque estaba tan excitada que me abrí la cremallera y destapé toda la parte de delante de mi calzón para que ella notara lo encendida que tenía mi vulva de la excitación, seguro lo notaba pues me tenía entre sus piernas y mi vulva estaba muy cerca de la suya.

Pensé que se animaría a tocarme, pero no lo hizo, yo si quise seguir tocándola; más bien mi intensión en ese momento era sacarle su calzón y que quedara totalmente desnuda sobre la mesa, pero cuando quise que se pusiera de espaldas sobre la mesa, vi que era muy incómodo para ella, así que la bajé de la mesa y la conduje hacia la cama rápidamente.

Ahí sí se puso de espaldas sobre la cama con las piernas abiertas colgándole hacia debajo, me volví a acomodar entre sus piernas, estaba de pie y me bajé el pantalón de un solo jalón, quise que también mirara mi calzón, moteado color mostaza, me pidió que me pusiera encima de ella así que termine de bajarme el pantalón y me puse encima de ella, ahora ambas estábamos solo con nuestros calzones, juntamos nuestras manos, entrelazamos nuestros dedos y nos besábamos, nuestros senos se apretaban, los míos sobre los suyos, era increíble esa sensación de sentirnos casi completamente desnudas una encima de la otra.

Más que besarnos nos devoramos las bocas una sobre la otra, degustamos nuestras lenguas, respirábamos una encima de la otra y en ocasiones, resoplábamos de placer, nos tocábamos sin medida, acariciábamos nuestras espaldas; en ocasiones ella metía su mano a mi calzón para tocar mi culo, sabía que me gustaba que me separe las nalgas y lo estaba haciendo dentro de mi calzón, yo le metía las manos por el costado del calzón, no me animaba a bajárselo. Pero tenía más ganas de tocar su vulva pues ya me había propuesto quedarme con su calzón así que lo quería lleno de sus secreciones.

Una vez más la tomé de las manos y separando nuestras bocas la miré a los ojos y empecé a empujar mi vulva sobre la suya, intentaba que ella sintiera mi vulva sobre la suya y se humedeciera más. En ese entonces no tenía idea de como se hace una tijera así es que solo me puse a mover mi vulva sobre la suya, hacía la mayor presión posible para llegar hasta su raja y la miraba fijamente a los ojos, ella se quedó quieta y pronto la sentí conmocionarse, empezó a mover su vulva hacia la mía, pronto nuestras vulvas se presionaban más y casi podíamos sentirnos más allá de la tela de nuestros calzones, ella no se aguantó y cerró los ojos, dejando escapar un leve gemido, y yo también quede conmocionada apoyándome en su cuerpo.

Respiramos, nos sonreíamos, no sabíamos si eso era todo, ya no nos importaba ni el tiempo ni nada, estábamos totalmente relajadas sobre la cama, aun yo permanecía sobre ella, pero pronto la liberé poniéndome a su costado. Nos miramos sonriendo, nos besamos, sus ojos brillaban dichosos, la tomé del mentón y la volví a besar, no sabía cómo pedirle su calzón, pero quería hacerlo. Entonces la tomé del muslo con una mano muy cerca de la entrepierna y empecé con unas caricias muy suaves, cosa que le gustaba porque me miraba con ternura, luego fui tocando más cerca de su vulva encima de su calzón y ella comenzó a mover las piernas.

Poco a poco llegué al borde de su calzón sobre su entrepierna y por ahí metí mi mano, alcancé con mis dedos su raja y seguía humedeciéndose, puse todos mis dedos juntos y los apunté dentro su vulva, con lo que se mojaba rápidamente empecé a sacudir mis dedos dentro de ella, sacaba mis dedos para frotar encima de su raja como una loca, cosa que le hacía mojarse incontrolablemente, hasta conmocionarse, hasta agitarse y moverse encima de la cama, hasta tener que morderse el labio para no ponerse a gritar de placer. Luego baje la intensidad, volví a tocar dentro de su raja y me alegré mucho al sentir que la tenía inundada, saqué mi mano de su calzón, tomé su mano y la conduje hacia su calzón, la metí hacia adentro y la llevé hasta que tocara su raja, ella misma se asombró de lo húmeda que estaba, no podía creer que había soltado tanta humedad, cuando sacamos las manos del interior de su calzón, volví a tocarla, esta vez poniendo mi mano encima de su calzón, mi intención era que toda esa humedad quedara pegada en su calzón, por lo que con los dedos empujé la tela hacia su raja.

Mientras hacía eso y le tocaba perpendicularmente por toda la raja, se lo pregunté:
-¿Me regalas tu calzón?
-¡No cómo! Me contestó muy impresionada abriendo bien los ojos y saliendo de la tranquilidad en la que estaba.
-Sí, me quiero quedar con él como un recuerdo.
-¿Por qué?... No…
-Ándale ¿Si?…
¿Pero por qué precisamente mi calzón?
-Porque me gusta cómo te queda, y porque se ha impregnado de tus mocos.
-¿Qué…?
-¿Si?
-Pero ¿Cómo quieres que me vaya a mi casa, sin calzón?
-Estas con falda, nadie se va dar cuenta.
-¡No!

Y así, tuve que insistirle un poco más, hasta que acepto. Entonces juntas se lo bajamos, hasta sacárselo completamente, lo agarró, titubeo un poco, pero me lo entregó, previamente doblándolo como un rollito:
-¿Para qué lo quieres?¿Qué vas a hacer con él?
-Voy a guardármelo, como un recuerdo. Y voy a masturbarme con él sintiendo tu olor. Le dije y nos reímos.
-¿Y dónde lo piensas ocultar para que no lo vea tu mamá?¿Te imaginas que vea mi calzón, todo mocoseado? Volvimos a reírnos.
-En un lugar muy seguro, bajo siete llaves. Le dije y lo metí bajo el borde del colchón de la cama.

Luego nos limpiamos y nos vestimos. Y salimos de mi habitación, la primera prueba que nadie se daría cuenta que no traía calzón era con mi mamá y la paso sin problema al despedirse de beso en la mejilla y todo, yo me reí un poco cuando se despidió de mí mamá, pues a mi madre ni se le pasaba por la mente que a quien estaba despidiendo de beso y llamándola cariñosamente “hijita” no traía calzón bajo su faldita. El caso es que salimos de casa y cuando ya estábamos en la calle se puso muy nerviosa, no quería que nadie se diera cuenta que estaba sin calzón, yo le decía que ni se notaba que no traía calzón, pero ella no dejaba de estar moviéndose a todos lados y hasta quería que la cubra poniéndome detrás de ella, me dijo: “las cosas que me haces hacer, apenas llegue a mi casa me voy a ir directo a poner calzón, ojalá mis papas no estén en la sala.” Finalmente, entre risas y empujones llegamos a la puerta de su casa y nos despedimos como siempre, con un inocente beso en la mejilla y se metió rápidamente a su casa.

Si les ha gustado la historia completa háganmelo saber escribiéndome directo a mi correo para que así vuelva pronto para contarles, esta vez, sobre mi diminuto sujetador negro en la boca de Claudia y verán lo excitante que fue aquello. Recuerden que estoy buscando mujeres que quieran participar en un libro de historias prohibidas contadas exclusivamente por mujeres, las interesadas también pueden escribirme al correo. Solo responderé correos de mujeres, gracias.

                                




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7900

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