Así inició IV
( Relatos Confesiones )


Lo que aprendí esa noche con Ernesto mi hermano, fue como la carne comparte el calor, que el frío se desvanece al contacto con otro cuerpo, que las ganas no se van, se incrementan, cuando dos carnes necesitadas se encuentran.

Sentí como se metió a mi cama y su carne toco mi carne, mi piel se erizó al contacto con su piel. Era tibia, sensual, cargada de energía. Me tomo de las tetas, aprisionándolas en sus manos y comenzó a magrearlas sin clemencia, estirando mis pezones, largándolos tanto que me dolían de gusto.

Su nariz paseaba por mi cabello, atrapando, pienso yo, mi esencia. Lo sentía clavarse en mi nuca, aspirando cada rincón de mi cabellera. Su pene estaba duro, firme, colocado en medio de mis nalgas. Podía sentir su calor, más grande, más concentrado, ahí, mientras habría mis ancas, separando mis cachetes con su sexo.
Había tocado otra piel, había sentido calor, pero no con tal grado de desnudez que hacía sonrojarme un poco. Ernesto acariciaba mis tetas con sus manos y mis nalgas con su sexo. Acariciaba mis piernas con sus muslos, mi espalda con su pecho. Me mordía la oreja, la nuca, sus labios me llenaba de besos. Yo quería moverme, ser reciproca, pero era tanto el goce que me quedé quieta, sintiendo todo un cumulo de efectos y sacudidas.

Ernesto bajo hasta mi culo, besándome la espalda y las nalgas, me volteó contra la almohada, mientras masajeaba mi carne turgente. Estaba empapada cuando metió un dedo en mi vagina, acariciando primero mi vulva, dejando correr su dedo por mis labios. Ah, por Dios, era algo nuevo para mí. Su dedo entraba y salía. De pronto sin que me lo esperara, acostumbrada sólo a los juegos digitales, sentí como algo, duro, caliente, vigoroso, entraba en mi vagina; abriéndola, separándola, constriñéndola en un dolor sumamente agradable que me recorría toda.

Ernesto masacraba mi vagina bombeándola con su cuerpo. Mis paredes acariciaban su verga, mientras la friccionaba por dentro, haciendo crecer mi placer, más y más. Sentí mí fluido correr por entre mis piernas, mojándome el vello y humedeciendo el colchón. Sus caderas golpeaban cada vez con más fuerza mis nalgas. De pronto se detuvo. Sentí como se arqueaba sobre mí. Y me inundaba. Así que esto era pensé. Y desee que no se terminara nunca.

Sentí el cuerpo de mi hermano caer a un lado sobre la cama. Estaba jadeando con una sonrisa pintada en los labios. Salte sobre ellos y los atrape en un beso. Uno de los besos más ardientes que he dado. Los succione y mordí suavemente, sintiendo como se desprendían de mi boca para ir de nuevo a buscarlos. Bese su barbilla su cuello. Estaba yo frenética. Mis besos lo cubrieron todo, llegando hasta su pene. Ahí intente separar mi sabor del recuerdo de su sabor. Mmm que delicia, su verga nuevamente comenzaba a levantarse.

Eres una guarra insaciable, me dijo.

Tome su verga con mi boca y comencé a comérmela como ya lo había hecho. Entonces me sujetó de las caderas, me levantó, e hizo que me sentará sobre aquel pedazo de carne. ¡Qué dolor! Era casi insufrible. Pero en un ataque de estoicismo lo deje hacer. Deje que me reventara el ano. Sentía un calor vibrante dentro de mí. Confundía el dolor con el gozo, el placer con el llanto.

Su mano acariciaba mi vulva, atrapando mi clítoris con sus dedos. Qué bien se acompasaba su pene con su índice; obligándome a gozar doble al mismo tiempo. El dolor se había ido y aún permanecía, oculto, escondido en las redes del apetito. Refugiado en la agradable sensación de sentirme llena. De sentir que mi alma se vaciaba en un orgasmo. Orgasmo que se incremento cuando al mismo tiempo que lo vivía su pene salía de golpe de mi ano.

Ernesto me dejo tendida en la cama, sintiendo mi desnudez y mi fuego, sintiendo el desasosiego de no haberme llenado. Mañana te compensaré hermanita mía. Me dijo con un tono de amorosa fraternidad que sólo da el cariño de hermanos. Me dormí con la mano entre mi sexo. Soñando con la forma en que mi hermano adorado me haría reconciliarme con su ausencia. Tantas cosas que imaginaba yo, tantas; pero ya les contaré luego, mientras tanto: muchos besos y lúbricos pensamientos.


Comentarios


Estubu bueno solo falto un poco mas que te trabajara mas tu cueerpo para entrar mas a la morbocidad amiga si me la paraste hee
perfil Rafaelnolasco31gmai


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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
4857

Categoria
Confesiones

Fecha Envio


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